El currículo de la modelo Nieves Álvarez la convierte automáticamente en una de las maniquís más famosas del país, pero también con mayor proyección internacional. Pero además de un sinfín de pasarelas y campañas fotográficas a sus espaldas, quien es uno de los rostros de la industria, también goza de una vida sentimental estable con el empresario Bill Saad.
Nieves, de 50, y Bill de 57, son un ejemplo de cómo no solo puede llegar el amor en cualquier momento de la vida, sino de que la relación puede ser un lugar donde crecer emocional y personalmente, sin perder la individualidad.
Si bien de Nieves Álvarez es fácil rastrear sus pasos en la industria de la moda, lo que conocemos de Bill Saad es que es un empresario de origen libanés, pero con nacionalidad canadiense, centrado en invertir en innovación tecnológica y en el sector de la restauración.
Aunque quizás el dato más relevante es que lleva residiendo en Madrid desde 2020, lo que le habría permitido cruzarse con la modelo e iniciar su historia de amor que, a día de hoy, continúa avanzando de una manera firme, siendo una fuente de felicidad para ambos.
Nieves Álvarez, como Paula Echevarría, es la prueba de que después de un matrimonio que termina, el amor puede volver a llegar. Y es que la maniquí había estado dos décadas con el fotógrafo Marco Severini.
De aquella historia de amor llegaron sus tres hijos -Adriano, Brando y Bianca-, pero también un divorcio amistoso y de mutuo acuerdo en el año 2015. Y si bien desde aquello, la modelo estuvo un tiempo soltera, no descartaba volver a ilusionarse.
De hecho en una entrevista a la revista Vanitatis en el año 2016, llegó a declarar que no estaba en sus planes buscar de nuevo el amor, pero que «el amor aparece y cuando tenga que aparecer, aparecerá«.
Como si se hubiera escuchado su deseo, unos años después se cumplió el pronóstico trascendió a la prensa su romance de un año con el abogado Manuel Broseta, que también llegaría a su fin en 2021.
Fue meses más tarde de haber terminado esa historia de amor que la modelo y el empresario se conocían en la fiesta de un amigo en común y, pasado un tiempo, empezaban a salir. Aunque fue un noviazgo que se mantuvo en secreto hasta marzo de 2022, cuando saltó la noticia a los medios.
Nieves Álvarez tenía el corazón de nuevo ocupado y las fotos por las calles de París, con su nuevo amor, demostraban el romanticismo en estado puro. Fue especialmente reveladora una de las publicaciones en Instagram de la modelo, quien tituló una de sus capturas parisinas como «Amour».
Compañerismo y ninguna presión social: el amor a los 50
Analizando la conexión de Nieves y Bill no es difícil encontrar los puntos en común que habrían acercado posiciones entre ellos. Por lo pronto, uno de los proyectos profesionales del empresario es su restaurante Shukran en Sanchinarro (Madrid), de comida libanesa, que es saludable y poco procesada.
Un objetivo de llevar una vida saludable, disfrutando de la comida más natural, que también compartiría la modelo, quien ha revelado en varias ocasiones como su alimentación es muy cuidada y nunca faltan en su casa frutas, verduras o chocolate.
También hay una fuerte unión en el terreno de los negocios. Y es que Bill es fundador y presidente de la fundación Tara -en honor a su hija fallecida-, para mujeres emprendedoras.
Una fundación con la que colabora la firma de belleza de la modelo, NIEVES. Según su página web, donarían parte de los beneficios de la venta de cosméticos a los programas de desarrollo y ayuda para mujeres de su pareja apoyando el emprendimiento femenino.
Yendo al plano sentimental, al igual que Nieves, Bill también está separado y tiene dos hijos de su primer matrimonio. Por lo que todas estas características hacen que su relación esté muy enfocada a la calidad del tiempo que comparten y sus intereses en común.
Al haber tenido una experiencia en matrimonios previos, es más sencillo tener claro las expectativas acerca de nuevas relaciones y poder expresarlas. Sin olvidar tampoco que, estando tan comprometidos como están con sus respectivas carreras, mantienen sus espacios individuales.
Además como conocen de primera mano la complejidad de tener una familia, respetan al otro pero también le comprenden, lo que les convierte en un pilar emocional recíproco y fortalece su vínculo. Aunque, el hecho de que sus hijos sean mayores, les permite tener tiempo para la pareja, pudiendo hacer esos viajes, proyectos o asistiendo como apoyo a eventos del otro.
Una radiografía romántica que se puede resumir en amor y compañerismo y que, por su etapa vital, se encuentra más alejado de presiones sociales y tiende a valorar el crecimiento personal.