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Los colaboradores de Viva que acuden a las instalaciones corporativas en el aeropuerto de Monterrey pueden leer en una pared: “Si tú lo deseas puedes volar, sólo tienes que confiar mucho en ti”.
Otras frases encantadoras de la aerolínea mexicana de bajo costo que se miran en ese lugar son: El cliente es primero. Soy transparente. Soy altamente efectivo. Me divierto. Siempre confiables. Siempre seguros.
En la empresa saben que de las palabras hay que pasar a los hechos, con pasión y disciplina, porque esos son los que en realidad hablan y dan resultados (este año Viva tiene el liderato en pasajeros transportados en vuelos regulares domésticos: 19 millones 221,250 entre enero y octubre pasados, con un factor de ocupación promedio del 83%).
Con ese logro, y la discreción propia del trabajo cotidiano, este sábado la aerolínea dirigida por Juan Carlos Zuazua (que recientemente fue reconocido como el CEO del año por CAPA-Centre for Aviation) cumple 18 años de vida con renovados bríos y nueva imagen.
Sus inicios con un par de aviones Boeing 737-300 “viejos” no se olvidan, tampoco la promesa de que llegaban a revolucionar la industria aérea en México. Cumplieron. Al cierre del 2024 la flota estará integrada por 90 aviones Airbus con una edad promedio de 9 años. En la memoria queda el fracaso de Boeing por participar en la imparable expansión de Viva.
Con frecuencia, Zuazua dice que sus compañeros tienen la clara visión de brindar a toda la gente la oportunidad de volar y que han democratizado la industria con tarifas bajas. Dice que no le temen a la competencia (incluso la respetan) y que no pierde el foco para lograr que más personas suban a los aviones y que puedan elegir libremente la calidad de servicios con los que desean viajar.
Y atrás de todos los reflectores que llegan a la línea aérea está su presidente del Consejo de Administración, Roberto Lázaro Alcántara Rojas, quién en el título de concesión con fecha del 22 de mayo del 2006, firmó como apoderado legal de la sociedad mercantil Aeroenlaces Nacionales.
El empresario mexiquense que goza de amplio reconocimiento en los puntos de reunión de las mujeres y los hombres de negocios más relevantes del país en la zona de Polanco, en la CDMX, también es presidente del Grupo IAMSA (Inversionistas en Autotransportes Mexicanos), que incluye las modalidades terrestre, aérea y ferroviaria.
Roberto Alcántara, que regularmente busca pasar desapercibido, recibió una distinción en el pasado Tianguis Turístico de México, realizado en Acapulco, por parte de su gran amigo, el entonces secretario de Turismo, Miguel Torruco, por el apoyo otorgado para mejorar la conectividad aérea y carretera del país. Entonces dijo: “Acapulco es un gran destino. Este reconocimiento que me dieron es en nombre de unas 6,000 personas que trabajan con nosotros”. Y se fue casi corriendo.
Viva, al igual que Aeroméxico y Volaris, han afrontado grandes momentos de crisis, internas y externas. Las tres empresas han librado sus obstáculos con el apoyo de talentos internos y siguen apostando por los buenos momentos por venir.
Entre los grandes pendientes que tiene el equipo de Viva está concretar (una vez que la autoridad de EU lo permita) la alianza con Allegiant Air, su par de bajo costo con sede en Las Vegas, que detonará la llegada de nuevos turistas de Estados Unidos a los destinos de sol y playa más atractivos de México.
Por lo pronto, su equipo creativo trabaja 24/7 porque sabe que el 2026 es un año clave por la Copa Mundial de Fútbol y porque entre sus múltiples patrocinios (como el del Cirque Du Soleil en México) está el de la Selección Mexicana de Fútbol.
Sin más, la mesa está puesta para hacer activaciones aerofutboleras realmente disruptivas en la industria, las cuales se comunicarán democráticamente, porque ser selectivo no es propio de estos años ni de Viva.
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Por cierto: La participación de José Chapur Zahoul, presidente de The Palace Company, en el Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización (CADERR) de la Presidenta Claudia Sheinbaum hace pensar que el turismo recibirá, por fin, el buen trato que merece en la 4T, aunque al iniciar el segundo piso ya se ven unos baches.
alejandro.delarosa@eleconomista.mx
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