Publicado: noviembre 2, 2025, 3:00 pm

Ya llega la Navidad, y, con ésta, se incrementa sensiblemente la ingesta de licores. Se asocia a las bebidas espirituosas con la alegría que nos da el Nacimiento de Jesús.
Venezuela ha sido históricamente considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como uno de los países con mayor promedio de consumo de alcohol en América Latina, a tal punto que la entidad estima que cerca de 3 millones de personas padecen problemas de alcoholismo en el país.
Johnson Delgado, presidente de la Federación Venezolana de Licoreros y Afines, indica, sin embargo, que «el sector licorero venezolano continúa operando en un entorno de contracción estructural».
La Cámara de la Industria Venezolana de Especies Alcohólicas (CIVEA) ha señalado que se han registrado caídas de hasta el 60% en el volumen de ventas en años anteriores. «La proyección en volumen para diciembre de 2025 apunta a una dificultad persistente para recuperar los niveles históricos”, apunta Delgado.
Los licores nacionales mantienen una cuota de mercado mayor en volumen, impulsados por la necesidad de sustitución y precios más accesibles. El crecimiento, si lo hay, será moderado y estará impulsado por el Ron y el Ponche Crema.
Mientras que los licores Importados (Whisky, especialmente) mantendrán ventas en volumen que «sigue muy deprimidas», ya que su consumo se concentra en nichos de alto poder adquisitivo.
Venezuela fue históricamente uno de los mayores importadores de whisky per cápita del mundo, básicamente, como símbolo de estatus de los estratos sociales medio y alto.
“Tras la dolarización y la crisis económica, el consumo per cápita total de alcohol ha disminuido drásticamente. La ingesta actual es menos voluminosa y más selectiva, porque el consumidor prioriza la calidad o la accesibilidad, no la cantidad”, topa con la realidad de los expendios de bebidas.
Alternativas de sustitución
Y, entonces, cabe preguntarse: ¿cuáles son las alternativas de sustitución? Delgado relata que ginebra y tequila muestran el mayor crecimiento porcentual (desde una base más pequeña). “La ginebra se beneficia de la tendencia global de la coctelería artesanal, y el tequila se consolida como una alternativa versátil”, advierte Johnson Delgado.
Luego aparece el vino espumante Prosecco y espumantes nacionales que sustituyen al costoso champagne en el brindis tradicional de fin de año, ya que ofrecen la experiencia burbujeante a un costo inferior.
“Estos nuevos destilados y espumantes apuntan principalmente a un perfil socioeconómico joven, urbano, de clase media-alta y alta. Este grupo valora las tendencias globales, la experimentación en coctelería y la publicación de experiencias en redes sociales, lo que genera una demanda de productos que ofrecen novedad y estatus sin el precio de las marcas top de whisky”, apunta el presidente de la Federación Venezolana de Licoreros y Afines.
El brindis prohibitivo
Johson Delgado explica que “el salario promedio en Venezuela (incluyendo bonificaciones) se proyecta en un rango muy limitado de alrededor de entre 130 y 150 dólares para un sector significativo de la población”.
“Para costear un ‘kit básico de celebración’, un venezolano podría necesitar invertir un porcentaje alarmantemente alto, posiblemente entre el 30% y 50% de su salario promedio mensual en dólares”, subraya.
En consecuencia, se produce un “efecto sustitución”, porque estos costos obligan a una sustitución agresiva de marcas, dice Delgado.
El consumidor que antes compraba un Whisky Premium (12 años, por ejemplo) ahora opta “por un blended económico, o directamente cambia a ron añejo nacional. El enfoque es mantener la tradición a toda costa, priorizando el volumen o el licor nacional sobre el importado”, dice algo que -por qué no- puede tener una cara positiva para el productor nacional.
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