Publicado: octubre 19, 2025, 1:30 am

GABY ORAA
En una tarde cualquiera frente a TikTok, Gabriel Santana se convirtió en emprendedor. Un video mostraba a una persona metiendo tapas plásticas en una “licuadora” y obteniendo como resultado unos lentes. Él quiso repetir el experimento en Venezuela. Hizo pruebas caseras hasta que dio con una máquina de inyección de polipropileno y unos primeros moldes de maceta. Con dos amigos, la idea ya parecía emprendimiento. Era 2023, ya había pasado un año de esa tarde en la que el que algoritmo se convirtió en una revelación mientras acompañaba a su padre que atravesaba una enfermedad. A la primera, el matero salió bien. Después vinieron 60 errores hasta que el Taller Neo, donde transforman desechos en objetos de valor, se sumó a empujar la rueda del reciclaje en Venezuela. “Después de muchas veces de no lograrlo, lo logramos”, dice satisfecho.
Por El País
Después de los materos logrados, vieron luz los lentes de sol, los bolsos con lona de camión, los tarjeteros hechos con pendones publicitarios, vasos cortados de las botellas de vino y hasta un prototipo de calzado. Más de dos toneladas de basura plástica han tenido una segunda vida desde entonces. Este año está pensando en muebles, escritorios, donde puedan reciclarse al menos 50 kilos de plásticos por pieza y así aumentar el impacto de su trabajo. “Cuando empezamos a hacer materos y los lentes, tuvimos mucha atención en las redes sociales. Si bien ya había muchas iniciativas de reciclaje en Venezuela, nuestra manera de comunicarlo ha ayudado un montón”.

GABY ORAA
Hasta hace unos años, Santana se dedicaba a la política. Su vocación la ha puesto pausa a la espera de mejores tiempos en Venezuela. Así ha construido una comunidad en redes sociales de 120.000 seguidores interesados en la sostenibilidad y ha hablado ante más de 3000 personas en las charlas educativas que dicta en colegios, empresas y comunidades que, en su opinión, son “una combinación de stand up comedy, motivación y reciclaje”.
En Taller Neo no recogen basura, sino que compran la materia prima, es decir, el plástico desechado ya procesado por empresas que ya se dedican a esto. “Para reciclar el plástico debe estar limpio, clasificado, triturado o peletizado”, explica. La rentabilidad del reciclaje, un proceso que requiere de un proceso industrial, es un desafío diario. “Mis lentes son más baratos que mi competencia internacional, pero en una economía tan golpeada como la venezolana yo no puedo competir con los lentes importados de China”, comenta Santana, que acaba de cumplir 30 años. “Además, aspiramos a ser una empresa triple impacto, pagar de manera digna mis proveedores y mejorar la vida de otros pequeños emprendedores”.
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