Publicado: julio 28, 2025, 5:00 pm

El régimen de Nicolás Maduro volvió a sacar su libreto gastado de la manipulación electoral, esta vez con las elecciones municipales del 27 de julio. Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el chavismo, la participación en estos comicios fue de un “histórico” 44%, un número que, como de costumbre, no resiste el escrutinio de las matemáticas.
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La verdad es más cruda: apenas un 29% de los 21,52 millones de votantes convocados acudió a las urnas, según cálculos basados en los datos del CNE. Un porcentaje que dista mucho del supuesto fervor revolucionario que el régimen intenta vender.
El truco no es nuevo. El CNE, fiel al guion chavista, infla las cifras usando el misterioso concepto de “electores activos”, una categoría que no existe en la legislación venezolana y que parece diseñada para maquillar la deserción masiva de votantes. En las regionales del pasado mes de mayo, la jugada fue similar: el CNE proclamó una participación del 42,63%, cuando la realidad mostró que solo el 28,1% de los 21,4 millones de convocados ejerció su voto. Las matemáticas no mienten, pero el chavismo insiste en torcerlas para sostener su narrativa de apoyo popular.
La realidad es que la apatía electoral se ha convertido en el verdadero protagonista de los procesos comiciales bajo el régimen. Comparado con elecciones pasadas, el desplome es evidente. En las regionales y municipales de 2021, la participación fue de 41,8%; en las municipales de 2017, 47,32%; y en las regionales de ese mismo año, 59,83%. Si retrocedemos más, la tendencia es aún más clara: las municipales de 2013 tuvieron un 58,92%, las regionales de 2012 un 53,63%, y las de 2008 un robusto 64,18%. Incluso en el año 2000, con un país menos polarizado, la participación alcanzó el 43,8%.
Lo único histórico de esta farsa electoral es la desidia que el régimen ha sembrado en los venezolanos. El chavismo, con su maquinaria de propaganda, quiso pintar las municipales del 27 de julio como un triunfo de la “democracia bolivariana”. Pero los centros de votación vacíos, las colas inexistentes y los reportes de una participación real del 12,56% según el Comando con Venezuela, liderado por María Corina Machado, cuentan otra historia. El régimen no solo manipula las cifras, sino que también juega con la esperanza de un pueblo hastiado de promesas vacías y elecciones amañadas.
Elvis Amoroso, presidente del CNE y fiel operador del PSUV, no explicó cómo se calcula ese supuesto 44% de participación ni qué significa su invento de los “electores activos”. ¿Es que acaso los venezolanos que no votan son “inactivos” para la revolución? La falta de transparencia es escandalosa: la página web del CNE sigue sin publicar resultados desglosados desde las presidenciales de 2024, y las actas de estas municipales brillarán por su ausencia. Todo apunta a un nuevo capítulo de opacidad orquestada desde Miraflores.
El régimen podrá seguir inflando cifras y declarando victorias, pero no puede ocultar la verdad: los venezolanos están agotados de un sistema que les roba la voz y el voto. Las elecciones de 2025 no son un reflejo de apoyo popular, sino un recordatorio de la desconexión entre Miraflores y la realidad. Mientras Maduro y sus voceros insisten en su “triunfo histórico”, las matemáticas gritan lo que el CNE calla: el chavismo miente, y los números no.