Publicado: marzo 22, 2025, 11:42 pm
España tiene una asignatura pendiente en el aprovechamiento laboral de personas superdotadas, que incluso acostumbran a ocultar este dato en las entrevistas de trabajo. Explica la Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST) que dentro de las Altas Capacidades Intelectuales (ACI) se incluyen dos conceptos diferentes: el talento y la superdotación. Tradicionalmente se hablaba de superdotación cuando el Cociente Intelectual (CI) era superior a 130 (obsoleto), pero en la actualidad los investigadores más reputados «no creen que exista un punto de corte igual para todos». «Se consideran talentos –aclara la AEST– a aquellas personas que destacan muy por encima de la media (alrededor del percentil 95) en uno, dos o tres aspectos de la inteligencia (verbal, lógico, numérico, razonamiento espacial, creativo…) y por encima del 75 en todos». Cada persona es distinta y no tienen por qué compartir todas las características, pero existen ciertos rasgos que aparecen en las personas con Altas Capacidades Intelectuales: curiosidad, altísima sensibilidad, fuerte creatividad, capacidad de aprender muy deprisa reaccionando con una gran calidad, vocabulario muy rico, un razonamiento avanzado para su edad y desarrollo asincrónico. En España, según datos del Ministerio de Educación, solo un 0,47% de la población está diagnosticada como alta capacidad. Y una cifra escalofriante: el 67% de los estudiantes españoles con alta capacidad ha sufrido algún tipo de acoso escolar , el 70% muestra bajo rendimiento académico y el 50% termina en fracaso escolar. Resulta de gran importancia para su desarrollo la detección precoz de las altas capacidades. Las empresas precisan talento, pero sin embargo se muestran renuentes a contar con perfiles de altas capacidades. Su contratación sigue siendo un tabú en España, sostiene Mónica Quintana, fundadora y CEO de Mindset, coach y experta en innovación, talento y liderazgo: «Diría que existe un miedo casi instintivo a destacar o a ser diferente, y eso se refleja también en los procesos de selección. En lugar de hablar abiertamente de inteligencia o de capacidad cognitiva, las empresas recurren a términos como ‘alto potencial’ o ‘top talent’, que suelen referirse a perfiles con un desempeño elevado dentro de la estructura existente. Sin embargo, reconocer explícitamente la alta capacidad intelectual sigue siendo un tabú en el mundo corporativo». La experta, autora (junto a David Alayón) del libro ‘Upgrade. Desarrolla tu perfil a prueba de futuro’ (LID Editorial), estima que «la rigidez de la regulación laboral dificulta la personalización de las condiciones de trabajo, lo que hace que muchas empresas vean la contratación de perfiles excepcionales más como un desafío que como una oportunidad . Solo unas pocas compañías han sabido capitalizar el valor diferencial que pueden aportar estas personas». Las personas con altas capacidades se sienten especialmente atraídas por la innovación tecnológica , «porque les ofrece un espacio donde su creatividad, su pensamiento divergente y su capacidad de resolver problemas complejos pueden generar un impacto real en la sociedad», apunta. «Si trabaja en equipo, su desempeño está fuertemente condicionado por la calidad del grupo», comenta Quintana. Sobre el cambio de trabajo, tienden a cambiar más que la media «porque suelen ser más brillantes y, por lo tanto, tienen más oportunidades laborales; pero la razón principal es su necesidad constante de aprendizaje, de enfrentarse a nuevos retos», describe. Alicia Rodríguez, presidenta de AEST, corrobora los obstáculos a los que se enfrentan en su vida laboral las personas con alta capacidad : «Si alguien pone en su currículum que es superdotado, no le cogen ni en broma. No puedes utilizar la palabra maldita». La asociación recibe con frecuencia testimonios de comportamientos excluyentes: una administrativa a la que le hacen el vacío y tiene que comer en el servicio, un profesional al que la empresa ha despedido tras tacharlo de superdotado después de un tiempo en el desempeño de su trabajo, compañías que hacen la vida imposible a las personas con altas capacidades… Con este panorama, detalla la presidenta de AEST, «la inmensa mayoría de las personas con altas capacidades terminan trabajando como autónomos porque no están dispuestos a estar perdiendo tiempo haciendo una cosa que se pueda hacer mucho de una manera mucho más simple». Javier, 43 años, asegura haber sufrido acoso laboral. Actualmente está en búsqueda activa de empleo. Ha trabajado como chófer, administrativo en una empresa de transporte, técnico de turismo en la administración y ha sido promotor de eventos deportivos. A temprana edad le diagnosticaron altas capacidades. «Estudiaba Primaria en un prestigioso colegio de Zaragoza. Era muy estimulante porque se premiaba la excelencia. Yo tenía algunas rarezas, como tomar los apuntes en color verde. Pero gracias a mis habilidades sociales tampoco me iba muy mal. Una profesora logró que me expulsaran al final de EGB. No le gustaba yo, ni mis preguntas. No pude cursar el BUP en aquel colegio. Terminé fracasando en los estudios hasta que me presenté a la prueba para mayores de 25 años en la UNED». Ha ocultado sus altas capacidades en los CV y en las entrevistas de trabajo, pero no le ha librado de los problemas: «Si hay una posibilidad de progreso dentro de la empresa, el trato suele ser hostil porque los demás te ven como una amenaza», reseña. Es la historia de su último empleo, de donde afirma que fue despedido tras una carrera de ascensos y buenos resultados. El boicot de dos compañeros fue determinante, asegura. Afirma que en otra empresa de transporte donde trabajó anteriormente tuvo un desenlace parecido tras una campaña de acoso y falsas acusaciones por parte de la dirección. La invisibilidad persigue a las personas con alta capacidad. Forman parte de un segmento de la población olvidado. El Proyecto Dorotea de la Fundación Adecco nació el pasado año con la concesión de 178 becas, destinadas a garantizar una atención integral y apoyo económico adecuados para personas con certificado de altas capacidades o que presentan excelencia académica, pero que carecen de suficientes recursos para completar sus estudios. Sus objetivos principales son desarrollar el talento y la competitividad al tiempo que se conciencia a las empresas y a la sociedad del valor de la neurodiversidad. Otros propósitos del Proyecto Dorotea son dar apoyo integral basado en la orientación personal, formativa y laboral; concienciar a las empresas y a la sociedad del valor de la neurodiversidad; desarrollo de habilidades transversales; ofrecer apoyo y acompañamiento a las familias y entorno social; apoyarles en la toma de decisiones tanto académicas, como formativas y profesionales; y acompañarles en su transición al mercado laboral. Patricia Ibáñez, consultora del proyecto, relata que se trata de «un programa de becas para personas con altas capacidades de 6 a 63 años y para personas con brillante experiencia académica hasta los 35». «Ha sido financiado por el legado de Rosario Sáez Ruiz, quien quiso recordar a su madre Dorotea, una mujer con altas capacidades», expone. Dorotea logró ser una empresaria de éxito en Bilbao. Ratifica Ibáñez que la inclusión en el mercado laboral de las personas con altas capacidades resulta problemática: «En la actualidad tienen problemas en casi todas las áreas. Les suele interesar todo lo que tiene que ver con la tecnología, la robótica o la IA».