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Las claves para entender el turbulento amor entre Montoya y Anita

Publicado: marzo 8, 2025, 9:31 am


por Mara Mariño

Desde el desaforado grito de Christopher por Fani Carbajo (o Estefanía), ninguna pareja de La isla de las tentaciones nos había llegado al corazón. O, al menos, hasta esta última edición, cuando al día siguiente de cada programa, copaban los titulares de todos los medios y sus frases y ocurrencias se volvían virales en redes sociales: Anita y Montoya.

Y aunque su futuro todavía es incierto -ya sabemos lo volátiles que son las relaciones que aparecen en el programa- si de algo ha servido su relación es para poder tomar nota de qué nos puede indicar que el camino compartido no va a estar exento de problemas.

Tener comportamientos tóxicos o caer en patrones que no son funcionales, no significa ser mala persona, es más, no hay duda de que antes de lo que sucedió en República Dominicana, la relación entre ellos estaba en un momento dulce y se veían capaces de afrontar el show televisivo que más presión supone para una pareja.

José Carlos Montoya y Anita Arboleda (aunque es conocida en redes sociales como Williams por sus trabajos anteriores) se conocieron delante de las cámaras, concretamente en la grabación de El conquistador, un concurso que se emitió en 2023 y al que los dos se presentaron como participantes.

Sin embargo, no hubo tiempo a que se fraguara el amor, puesto que no empezaron a salir hasta que terminó el programa donde Anita fue de las primeras en ser expulsada, mientras que Montoya llegó casi a la final. Eso sí, al día siguiente de que terminara, el sevillano y la barcelonesa se reencontraron y decidieron darse una oportunidad.

Aquel fue el comienzo de su relación a casi 1000 kms de distancia. Y, al ser un una historia de amor tan reciente con unas circunstancias de separación física, ambos han tenido inseguridades durante el año que estuvieron juntos.

Su paso por la isla supuso un punto de inflexión. Montoya y Anita querían comprobar si estaban listos para construir un futuro e incluso tener un hijo en común (el segundo para la barcelonesa que ya es madre de un niño llamado Thiago).

Pero en la tensa hoguera final de este miércoles, ambos tomaban la decisión de salir separados -Anita con plantón de Manuel incluido-, pero por el momento. Y es que según lo que comentaba Kiko Matamoros, en Ni que fuéramos, después de la experiencia en la isla, volverían a estar juntos.

Aunque con unas ideas y venidas que llevaron al colaborador de calificar su relación como tóxica: «Son continuas las discusiones que tienen en su casa y en la calle, pero comparten vida, al menos de forma intermitente«.

Y pese a que nos queda esperar hasta el reencuentro de las parejas en plató, que sería la semana que viene, para conocer qué ha pasado hasta ahora, también la cuenta de Instagram @lacuernis mostró una foto de ambos en Barcelona el día del cumpleaños de Anita.

¿Qué ha fallado entre ellos?

Dejando a un lado las aventuras amorosas con los tentadores Manuel y Gabriela, es interesante analizar qué características jugaban ‘en contra’ de Montoya y Anita de antemano.

Y es que, por lo pronto, al haber empezado su relación a distancia y haberla mantenido entre Barcelona y Sevilla durante un año, no han tenido la oportunidad de vivir experiencias cotidianas ni crear una base sólida sin la presión de la separación ni la euforia del reencuentro, por lo que su relación se basaba en el disfrute efímero de los momentos juntos.

Además como tampoco han tenido ocasión de desarrollar herramientas para resolver conflictos que pudieran surgir en una relación más cotidiana, sin limitaciones geográficas, es otro aspecto de su vínculo sentimental que ha quedado sin trabajar.

Por otro lado, del vídeo de presentación como pareja al programa, se puede notar una idealización tanto de uno como de otro. Mientras que Anita decía que quería que Montoya fuera el padre de sus hijos, el andaluz hacía hincapié -como durante todo el programa- de que la catalana era el amor de su vida, así como la única mujer de la que se había enamorado.

Durante la isla, con la pareja por separado, la gestión de las emociones ha sido la gota que ha colmado el vaso. Mientras que Anita pasaba de la idealización al odio para darle salida a su frustración por la situación, encontraba en los enfados y en el lenguaje despectivo una forma de defenderse y evitar el dolor en la medida que pudiera.

También por ese motivo la hemos visto quemar el peluche con la cara de su, por entonces, pareja. Una muestra de la desconexión con sus emociones que no parecía corresponder a lo que decía sentir por él. Claro que esa serie de respuestas, frías y contradictorias, reflejan la impulsividad por la situación que estaba viviendo, en vez de una regulación emocional sana.

Es algo que también ha experimentado Montoya con sus gestos de rabia, su cuerpo retorciéndose, sus carreras desesperadas gritando en busca de su pareja, así como en romper cosas de su entorno o ponerse a dar patadas, hasta el punto de que Sandra Barneda tuvo que tranquilizarse en varias ocasiones. Una canalización de sus emociones que debería haber aprendido a controlar.

Fue también una reacción de ambos, al ver que la otra persona se caía de ese pedestal que ellos mismos habían creado, buscar otra persona para no estar solos y encontrar cierto refuerzo emocional para sobrellevar el mal trago.

Si su historia de amor tendrá segunda parte, sobre todo con el concurso de Supervivientes en el horizonte (donde coincidirían Montoya, Anita y Manuel) será algo que veremos. Y queda todavía por averiguar si han hecho trabajo personal sobre las expectativas románticas y la gestión de las emociones para ser compañeros estables y así poder tener alguna posibilidad juntos.

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