Publicado: julio 28, 2025, 4:30 am
«Es el mayor acuerdo nunca hecho». Con esas palabras celebró Donald Trump el pacto comercial con la UE para evitar la guerra arancelaria. Un pacto firmado este domingo en Escocia con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y que establece una tarifa del 15% sobre los productos europeos y la ‘preferencia’ del mercado estadounidense para una Europa que, en general, parece haber firmado el papel más por necesidad que por convencimiento. ¿Cuáles son realmente las claves de lo acordado entre ambos lados del Atlántico?
Un acuerdo que es ‘respiración asistida’
El acuerdo se alcanzó a pocos días de que expirase el plazo marcado por Donald Trump el próximo 1 de agosto, y da la sensación de que se trata más de «una respiración asistida» para Europa, sobre todo con la idea de dar certidumbre a empresas e inversores: Bruselas ha firmado un pacto que «salva los muebles», asumen fuentes consultadas por 20minutos, pero que no es ni mucho menos el mejor posible. De hecho, la UE cede mucho más que Estados Unidos pero en la Comisión Europea creen que todo quedará más claro cuando el pacto quede redactado sobre el papel, algo para lo que todavía falta algo de tiempo. Además, tiene que pasar el filtro de los Estados miembros y del Parlamento Europeo.
El pacto con la UE no es muy diferente al resto firmados por Trump como medida de presión ante una posible guerra arancelaria. Al principio, Estados Unidos implementó una política de aranceles recíprocos, estableciendo un arancel general del 10 % para la mayoría de los países. Sin embargo, impuso tarifas más altas a algunos, como China (125 %), Camboya (49 %), Vietnam (46 %), India (26 %) y Japón (24 %). Posteriormente, varios acuerdos bilaterales redujeron estas tasas: Japón a 15 %, Indonesia y Filipinas a 19 %, y la Unión el 15% ya mencionado, aunque el aluminio y el acero siguen en el 50%.
¿Cuáles son los sectores más afectados?
El pacto está lleno de matices. Contempla una tarifa del 15 % en los aranceles sobre la mayoría de los productos, incluidos los automóviles, y establece «un marco de cooperación comercial más estrecho», explicaron las partes. Como parte del pacto, la UE se compromete a adquirir energía estadounidense por un valor de 750.000 millones de dólares, así como a invertir 600.000 millones de dólares en territorio norteamericano. Además, todos los Estados miembros de la Unión abrirán plenamente sus mercados al comercio con Estados Unidos: es decir, habrá un 0% de aranceles por parte de la Unión sobre los productos estadounidenses.
Bruselas consiguió que, por ejemplo, se queden fuera de los aranceles los productos farmacéuticos, pero la inversión en energía será de 250.000 millones al año durante los próximos tres, según confirmó Von der Leyen. Fue de cara: el objetivo es reemplazar a Rusia por Estados Unidos como socio energético, y de eso Trump se aprovecha. Asimismo, la Casa Blanca anunció que habrá «compras masivas» de material militar por parte de Europa, lo que tenderá a reducir la velocidad hacia la autonomía estratégica del continente. En cambio, esas cifras todavía no se han concretado. «La mayoría de los productos de la UE estarán sujetos a un arancel del 15%, triplicando el 4,8% promedio anterior al segundo mandato de Trump«, explican algunos expertos.
¿Es un buen acuerdo?
No del todo. Algunos líderes europeos ya han salido al paso del pacto y asumen que se trata de un mal menor. Eso sí, uno de los países más satisfechos es el más expuesto a la guerra comercial: Alemania. «Hemos logrado salvaguardar nuestros intereses fundamentales. Todos se benefician de unas relaciones comerciales estables y predecibles con acceso a los mercados, a ambos lados del Atlántico, tanto empresas como consumidores», reaccionó el canciller, Friedrich Merz. No lo vio igual, por ejemplo, el primer ministro belga, Bart de Wever: «Este es un momento de alivio, pero no de celebración. Los aranceles aumentarán en varias áreas y algunas cuestiones clave siguen sin resolverse». Francia, por su lado, va también en esa línea: «El acuerdo comercial negociado por la Comisión Europea con Estados Unidos aportará una estabilidad temporal a los actores económicos amenazados por la escalada de aranceles estadounidenses, pero es desequilibrado».
Este es un momento de alivio, pero no de celebración
Por su parte, la Mesa Redonda Industrial (ERT, por sus siglas en inglés), que agrupa a los principales líderes de grandes compañías industriales y tecnológicas europeas -entre ellas Iberdrola, Telefónica, Ferrovial e Inditex-, ha expresado un “respaldo prudente” al reciente acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y la Unión Europea, cuyo objetivo, reconocen, es evitar una escalada en las tensiones comerciales. En una nota oficial, la organización, que integra a los presidentes y consejeros delegados de 60 grandes empresas con una destacada presencia e inversiones en Washington, valoró que el pacto contribuya a recuperar la estabilidad y previsibilidad que las empresas necesitan para operar, tras un periodo de elevada incertidumbre. Eso sí, la ERT instó a que se logren cuanto antes acuerdos sólidos en sectores relevantes que todavía han quedado fuera del alcance del entendimiento actual.
Un parche más que un pacto a largo plazo
Desde el entorno de Bruselas mucha gente asume que este es un acuerdo que está marcado por la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca y que se trata de un parche más que de un compromiso a largo plazo. ¿Qué quiere decir? Que cuando haya un cambio de poder en Washington el tema volverá a estar encima de la mesa, como pasó con la Administración Biden. Han sido cinco meses de tensiones y de que la UE y los 27 contuvieran la respiración entre aplazamientos, avisos, coacciones y mensajes. Queda para el recuerdo aquella frase del presidente estadounidense de que la Unión «fue creada para fastidiar a Estados Unidos».
¿Es el final de la historia?
Donald Trump dijo que sí, pero las relaciones comerciales entre ambos lados del Atlántico están llenos de idas y venidas. Desde 2018, las relaciones comerciales entre la Unión Europea y EEUU han atravesado altibajos marcados por tensiones y acercamientos. Bajo la administración Trump, se impusieron aranceles mutuos, especialmente en sectores como el acero, el aluminio y productos agrícolas, desatando una breve guerra comercial. En 2021, con la llegada de la administración Biden, comenzó un proceso de desescalada y diálogo, incluyendo la suspensión temporal de aranceles y la búsqueda de soluciones negociadas. A partir de 2023, ambos bloques intensificaron su cooperación en sectores estratégicos como la energía y la tecnología. Con el regreso de Trump, volvieron las tensiones: esta vez sin precedentes.
Estados Unidos y la UE no firman en realidad la paz comercial, sino una tregua. Bruselas cede en favor de dar algo de calma e incluso para intentar ganar tiempo; Trump sale ganando en un pacto que se acerca mucho a lo que quería. Pasa de su amenaza del arancel del 30% a un 15%, pero con la UE siendo un ‘fondo’ para los intereses de Washington. A unos les vale la paz momentánea, y otros se quedan con un triunfo negociador y comercial.