Publicado: marzo 10, 2025, 12:37 pm
Hace dos semanas, la Junta Directiva de CEOE, con sus más de 200 miembros de los diferentes sectores económicos de todo el país reunidos en una misma sala, se unió en una ovación cerrada para mandar ánimos a José Luis Yzuel, nuestro José Luis, que seguía luchando contra la enfermedad en ese momento. Al final no ha podido ser, pero ese aplauso y el respeto de todos, acaso es -seguro que él mismo así lo pensaría-un gran triunfo más allá del que se le escapó en su batalla más personal. Pocas veces una persona es capaz de ganarse el afecto y el respeto, no solo de los que le rodean en su entorno profesional y personal, en el sector de la hostelería en este caso, sino también el de toda la comunidad empresarial, sin fisuras. Su sonrisa invariable, su honestidad genuina, su amabilidad en el trato con todos y, en fin, su capacidad para darle la misma intensidad a la lucha y a la alegría, han hecho que José Luis se fuera dejando en CEOE un recuerdo imperecedero. En lo personal, siento que soy de los afortunados que se dejaron contagiar por su visión tan particular de la hostelería. Nos convenció a todos de que lo importante es lo que se comparte; cada conversación, cada brindis, cada momento, fuera bueno o malo, que vivimos juntos. José Luis, descifraste el sentido de la vida para muchos y es duro sentir que ahora te nos has ido a mitad de comida, y que te echaremos mucho de menos en algo así como una sobremesa, en la que siempre te vamos a recordar. No quiero, por eso, dejar de aprovechar este momento para recordar las largas horas de trabajo que compartimos durante la pandemia. Era muy fácil trabajar con José Luis, incluso en los momentos de mayor dificultad. Fue entonces cuando acabé de ver con claridad eso que ya sabía, que José Luis amaba la hostelería. La defendió en aquellos días como nadie lo hubiera hecho, tratando de evitar todos los cierres de empresas posibles, cuidando cada empleo. Siempre preocupado por dar su apoyo a los compañeros más vulnerables en cada momento, consciente de que ese sector que hizo suyo era, por igual, el de las gran restauración y el de la tasca de barrio. Entre todos, logramos que los ERTE suscritos en esos días no acabaran con un sector de la hostelería especialmente afectado por la pandemia. Hoy quiero reivindicar el papel crucial que tuvo José Luis para evitar un desenlace fatal. Porque José Luis era un líder natural, de esas personas que se hacen aún más necesarias y decisivas en la adversidad, incluso en la suya. En los últimos meses, era capaz de sacarte una sonrisa cuando le preguntabas cómo estaba; o de preocuparse más allá de sí mismo, por las pequeñas empresas de la hostelería y el comercio afectadas por la DANA en Valencia. Creo que hemos perdido a un amigo y, sobre todo, a un referente. Espero que nos acordemos de él cuando en la próxima reunión de esas a las que asistía para repartir, no solo conocimiento, sino simpatía y abrazos, volvamos a hablar de los sectores, las cifras, la economía. Entonces, recordemos cómo él sabía dejar los números a un lado para defender su sector porque hacía muy feliz a la gente. Esa es una gran enseñanza para todos, quedémonos con eso. Mantengamos viva la industria de la felicidad por la que se dio por entero. Antonio Garamendi, presidente de CEOE.