Publicado: abril 18, 2025, 6:30 am
Hoy por hoy, lo más acuciante para la familia real sueca es intentar sanear sus cuentas, habida cuenta de la enorme crisis económica que atraviesan desde que a finales de 2024 no les quedase más remedio, como explicó Jan Lindman, director financiero de la institución, que pedir un préstamo al gobierno de su país para poder mantener su nivel de vida y de trabajo, lo que también ha derivado en una crisis reputacional. Pero ello no debe ser, y así lo piensan, óbice ni cortapisa para celebrar como es debido los grandes acontecimientos que sucedan en la Kungahuset. Y un bautizo lo es.
Además, no uno cualquiera, sino el de la princesa Inés, la hija de los príncipes Carlos Felipe y Sofía de Suecia, quienes además este 2025 también celebran el décimo aniversario de bodas. Por eso no parece casualidad que desde la corona se haya visto como una oportunidad única para reunir a toda la familia en una gran celebración de su árbol familiar y poner ambos festejos el mismo día: el próximo 13 de junio, exactamente una década después de que el matrimonio fuese hasta el altar para darse el «Sí, quiero».
Según ha dado a conocer la casa real del país escandinavo, todos los grandes nombres del clan Bernadotte estarán juntos y al completo en la capilla del Palacio de Drottningholm —residencia real y el lugar ya tradicional en que se suelen bautizar a todos los miembros de la monarquía— y no solo se celebrará la llegada el pasado febrero de la pequeña Inés, sino que será un día grande para sus orgullosos padres, a los que harán protagonistas absolutos de ese viernes por llevar diez años como marido y mujer.
Aunque se venía barruntando que quizá, en un momento como el actual, en el que deben más de medio millón de euros al gobierno sueco —el montante que solicitaron para sanear sus cuentas fue de siete millones de coronas, lo que al cambio son cerca de 650.000 euros—, la celebración sería más austera, como ya ocurrió en el décimo aniversario de boda de la princesa Victoria y Daniel Westling, recuerdan desde Vanitatis, con una sesión de fotos, una reunión en palacio y unas palabras de sus protagonistas, nada más lejos de la realidad.
Buscando recargar fuerzas y relevancia social, la familia real ha informado que tendrá tratamiento de gran evento, con el bautizo a cargo de dos nombres, el obispo Johan Dalman, reverendo principal de la corte, y Michael Bjerkhagen, pastor de la Capilla Real y asimismo reverendo regular de la corte, así como una recepción a la altura de las circunstancias.
Porque aunque al bautizo, ya en otra gran estancia de palacio, seguirá un almuerzo de carácter privado, habrá servicio fotográfico tanto de la propia llegada de los asistentes y miembros de la familia real sueca —por ahora se desconoce si asistirá alguna familia real amiga, como la noruega— como del acto religioso propiamente dicho, con asientos reservados para los grandes medios de comunicación del país dentro de la capilla.
El último gran bautizo, el del príncipe Julian, tercer hijo de Carlos Felipe y Sofía, en la casa real sueca llegó en un momento extraño, no solo porque tuvo lugar en el verano de 2021, todavía con la pandemia presente —lo que además provocó que se redujese considerablemente el número de asistentes, a pesar de no ser un país con especiales restricciones sanitarias—, sino porque llegaba después de la controvertida decisión del rey Carlos Gustavo de reducir el núcleo duro de la familia real. Esto provocó, entre otras cosas, que el bautizado no recibiese el título de Alteza Real.
Asimismo, también se tomó otra decisión que afecta de igual forma a la princesa Inés: a diferencia de los nietos anteriores, su bautizo no será retransmitido en directo por televisión. Con la crisis todavía siendo polémica, a algunos sectores de la población no les sentaría bien que las televisiones nacionales mostrasen un grado de ostentación como el que se espera de una celebración de la monarquía.
Pero hay tradiciones que sí se mantendrán, como los cinco padrinos, los cuales habrán sido elegidos por sus padres y que serán desvelados apenas unas horas antes de que reciba el sacramento. Asimismo, la princesa Inés lucirá el faldón de cristianar que todos los Bernadotte han llevado para tan importante día desde hace más de un siglo, en el que además estarán grabados su nombre y la fecha en la que recibe las aguas bautismales.
Por último, recuerdan desde el citado medio, habrá mucha expectación en el mundo de la moda por el modelo que elegirá Sofía de Suecia, un referente de elegancia a nivel mundial. En especial, en ocasiones como esta. En dos de los bautismos de sus hijos ha escogido ropa civil, si bien en el bautizo de Gabriel, su segundo hijo, optó por el traje tradicional de Dalarna, el ducado que el rey acababa de conceder al pequeño al nacer. Como Carlos Gustavo ha hecho lo propio con Inés, otorgándole el ducado de Västerbotten, se espera que Sofía haga lo propio y asista con el traje tradicional de la región.