Publicado: octubre 4, 2025, 3:00 am
Hay ciertos aspectos de la salud de femenina que siguen siendo tabú, y no sólo se habla poco de ellos en el ámbito social más amplio sino que incluso puede costar discutirlos dentro del círculo de mayor intimidad. Este es el caso a veces de la menarquía, la primera regla o menstruación; un acontecimiento que sigue rodeado de concepciones erróneas que pueden incluso afectar al bienestar en los años siguientes.
Así lo explica Anna Sánchez Bendahan, sexóloga de Platanomelón: «la menstruación ha sido históricamente asociada con la impureza en algunas culturas y religiones, como forma de exclusión y control a las mujeres. Son creencias que, aunque no se sostienen científicamente o conscientemente, se siguen transmitiendo generacionalmente. Y hay una falta de información aún a día de hoy: más del 30% de las mujeres en España no recibió información sobre la menstruación antes de la menarquía».
«No es una transición abrupta, sino un hito en un proceso»
Normalmente, la menarquía tiene lugar durante la adolescencia temprana. Es un momento en el que también se producen muchos otros cambios biológicos ligados a la maduración física y sexual. «El rango normales amplio», aclara Sánchez. «Está entre los 10 y los 16 años, aunque en España suele ser entre los 12 y los 13. Y en las últimas décadas se ha observado una tendencia a la aparición más temprana, relacionada con factores ambientales, nutricionales y socioambientales».
Eso sí, la sexóloga subraya que «a nivel corporal, la menarquía no es un momento de transición abrupto, sino un hito dentro de un proceso gradual que llamamos pubertad. Suele aparecer cuando ya han ocurrido otros cambios: aparición de vello, desarrollo mamario, cambios en la composición corporal, estirón/crecimiento… No inicia la pubertad, sino que es señal de que el proceso está avanzado».
Hay que tener en cuenta que, paralelamente, se van dando algunos cambios a nivel de aprendizaje, emocional y psicológico incluyendo «una mayor conciencia del propio cuerpo y de la identidad sexual». Por ello, la información que las personas reciben en esta época de su vida y el modo de abordarlo en el hogar pueden ser determinantes para ellas.
«No hay que normalizar el dolor»
Sánchez, en este sentido, opina que «es interesante verlo como un proceso natural, desvinculado de la idea de ‘convertirse en mujer’ que podría reforzar estereotipos biologicistas. Hay que acompañarlo con información y respetar la voluntad de la niña, mujer o persona menstruante sobre cómo quiere vivirlo; algunas personas querrán celebrarlo y otras mantener la privacidad».
«Hay que verlo como un proceso natural, desvinculado de la idea de convertirse en mujer»
También, desarrolla, «no se debe romantizar ni normalizar el dolor, ya que si lo hay se debe hacer seguimiento o consulta médica. Y no hay que enfatizar la ‘pérdida de la infancia’ o el ‘inicio de la feminidad’, ni cargar este momento con mandatos relacionados con el comportamiento ni las expectativas. La menarquía no define la identidad ni el valor de una persona».
La experta defiende que en este sentido el entorno familiar (y especialmente los progenitores) deben tener un rol activo al tratar la cuestión. «Como con todo lo relacionado con la salud y la educación sexual, lo ideal es haber tenido muchísimas oportunidades de abordarlo en casa y aprovecharlas. Es importante no esperar a que las criaturas pregunten, la responsabilidad de iniciar la conversación es de las personas adultas».
«Se pueden dar muchísimas situaciones que faciliten esta conversación», sigue. «Si ya hay una figura de referencia en casa (madre, tía, hermana mayor…) menstruante, el no esconder los métodos de recogida (bragas menstruales, tampones, copas menstruales etc…) ni esconder el sangrado en sí desde una temprana edad. Reconocerlo como un proceso fisiológico más del cuerpo, igual que no esconderíamos que vamos al baño y que tenemos un sistema digestivo».
Y apostilla: «no hay que tratar de abordarlo todo en una charla, sino tener un canal de comunicación abierto; no reducirlo todo a procesos biológicos y fisiológicos, sino también incluir el aspecto emocional y práctico de la menstruación. Cuando las criaturas no nos preguntan a veces es porque no tienen curiosidad, pero en muchos casos no es porque tengan dudas sino porque perciben que es un tema tabú. Es nuestra responsabilidad como personas adultas crear un espacio seguro para el diálogo».
«Lo crucial es la actitud, apertura y normalidad»
Por otra parte, también defiende que «aunque históricamente se ha delegado sólo a las madres o figuras femeninas, no debería haber diferencia en la responsabilidad ni en la capacidad de abordar el tema. Es un proceso biológico, cualquier persona adulta debería poder abordarlo».
Precisamente, opina que esta tendencia perpetúa el tabú en torno a la regla, responsabiliza y carga a las madres con el peso de la educación sexual y priva a otras figuras de referencia de participar en aspectos fundamentales del desarrollo de sus hijas o hijos.
«Y, en familias homoparentales o monoparentales con figuras de referencia varones», añade la experta, «es fundamental que estos padres se informen sobre el tema, busquen recursos (libros, profesionales, cursos…) si no se sienten seguros sobre el tema, y aborden la conversación con naturalidad aunque no tengan experiencia directa con el tema. Pueden apoyarse en redes (amigas, profesionales, familiares…) y buscar perspectivas adicionales».
«Lo crucial no es el género sino la actitud, apertura, naturalidad, información correcta y empatía. Siempre es beneficioso tener curiosidad por lo que están viviendo nuestras criaturas. La idea es que la menstruación deje de ser un ‘tema de mujeres’ para ser un tema de salud y convivencia para todas las personas».
«Ningún producto higiénico es mejor que otros»
Entre las dudas comunes en las personas menstruantes en el momento de la menarquía, Sánchez destaca:
- ¿Me voy a dar cuenta cuando venga? ¿Será de golpe o poco a poco?
- ¿Dolerá mucho? ¿Es normal tener dolor?
- ¿Cuánta sangre voy a perder?
- ¿Es peligroso?
- ¿Qué pasa si me viene en el colegio/instituto?
- ¿Se me notará? ¿Olerá?
- ¿Cómo uso una compresa/tampón/copa?
- ¿Con qué frecuencia debo cambiar los productos?
- ¿Puedo hacer deporte, nadar, bañarme?
- ¿Tengo que decírselo a alguien?
- ¿Voy a cambiar? ¿Seré diferente?
- ¿Se van a burlar si alguien se entera?
- ¿Por qué algunas amigas ya les vino y a mí no (o viceversa)?
- ¿Significa que ya puedo quedar embarazada?
- ¿Cómo se lo digo a mi padre/hermanos?
Junto a ello, dice, «pueden aparecer miedos profundos, a menudo no verbalizados, como el miedo al dolor y a lo desconocido; al juicio social y a la vergüenza; a ‘crecer demasiado rápido’ o una ansiedad por la pérdida de control sobre su cuerpo. Es fundamental que las personas adultas validen estos miedos, no los minimicen (‘es normal, no pasa nada’) y proporcionen información clara, práctica y tranquilizadora».
«Hay mitos a desmontar, como que la compresa o el tampón son sólo opciones para después de haber tenido relaciones»
Respecto a la higiene menstrual, la experta aboga por comenzar a tratar el tema antes de la primera regla: «Debemos poder dar opciones antes de la primera menstruación; dar la posibilidad de explorar, ver, tocar, hacer preguntas sobre las opciones. Tener productos en casa sin necesidad de esconderlos (como no esconderemos el papel WC, tampoco los métodos de recogidos) y ser realistas sobre opciones que contienen tóxicos (tampones, compresas) y otras menos conocidas como el sangrado libre o Free bleeding)».
«Para las primeras veces», prosigue, «pueden ser interesantes opciones que permitan ver la sangre como compresas, sangrado libre o braguitas menstruales sin necesidad de aprender a introducir elementos de recogida como la copa o el tampón».
También, la experta aboga por «dar espacio para enseñar a usar, sin prisa, paso a paso. Abordar la higiene (lavado de manos, etc. antes de manipular la vulva o cualquier elemento de recogida). Y recordar que ninguna opción es mejor que otra, la idea es entender qué nos funciona en cada momento. Hay mitos a desmontar como que la copa o el tampón son sólo opciones para después de haber tenido relaciones»
Además de aludir al coste, la facilidad de uso o al impacto ambiental para escoger, resalta que «hay que normalizar que, sobre todo al principio, puede haber manchas, errores y situaciones incómodas. Hay que aprender a usar estos métodos».
«Nuestro rol es transformar esa experiencia»
En último término, Sánchez opina que el modo en el que tratamos la cuestión es vital para desterrar los tabúes que persisten en torno a lo que, por otra parte, es un proceso fisiológico completamente natural por el que pasa prácticamente la mitad de la población mundial a lo largo de su vida.
«Son expresiones como ‘estar mala’ o ‘estar indispuesta’ las que perpetúan la idea de que algo está mal los días que menstruamos. La industria de los productos menstruales contribuye, mostrando sangre azul, hablando de discreción y vendiendo la idea de que la menstruación debe ocultarse completamente. Cada día que hablamos abiertamente ponemos nuestro granito de arena para cambiar el discurso», opina.
«Tenemos que revisar nuestros propios prejuicios sobre el tema. Ampliemos la mirada; hablemos de ciclo, de todo lo que implica cada una de las fases en nuestra manera de sentir y vivir. Hablemos de placer, de energía y de menstruación como signo vital», continúa.
Y concluye: «La menarquía no es sólo un evento biológico, es una experiencia atravesada por género, cultura, educación y poder. Nuestro rol es transformar esa experiencia, históricamente cargada de vergüenza y silencio, en una oportunidad de empoderamiento, conocimiento y conexión con el propio cuerpo».