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La misión Crew-10 se retrasa, ¿qué consecuencias tiene para los astronautas atrapados en la estación espacial?

Publicado: marzo 13, 2025, 10:00 am

A 40 minutos del despegue, el lanzamiento de la Crew-10, una misión rutinaria a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), fue cancelada por « un fallo en el sistema hidráulico en tierra ». Algo normal en las misiones espaciales, en las que muchas variables, incluidas las técnicas y las naturales, entran en juego en proyectos en los que en tan solo segundos las agencias espaciales se juegan millones de euros, prestigio y, por supuesto, la vida de las personas que van dentro de las cápsulas espaciales en el caso de misiones tripuladas como esta. De hecho, la NASA ha decidido que la Crew-10 no vuele hasta dos días después, en concreto en la madrugada del sábado a las 01.03 horas, debido «a los fuertes vientos y precipitaciones pronosticados en la trayectoria de vuelo», señalaron desde la agencia en un comunicado . Hasta aquí, todo normal. Pero, a pesar de que la Crew-10, integrada por las astronautas de la NASA Anne McClain y Nichole Ayers, junto con el especialista de misión de la agencia espacial japonesa (JAXA) Takuya Onishi y el cosmonauta de Roscosmos Kirill Peskov, es una misión rutinaria, su llegada a la ISS tiene una implicación diferente. Porque hasta que ellos no suban al laboratorio orbital no podrá bajar la anterior misión, la Crew-9, en la que se integraron los ya famosos astronautas ‘atrapados’ en la ISS Suni Williams y Butch Wilmore , quienes fueron al laboratorio orbital para una misión de diez días y llevan allí ya más de nueve meses. La razón: la nave en la que subieron y que se probaba por primera vez con tripulación, la Starliner de Boeing, registró importantes fallos y la NASA decidió que no regresaran a la Tierra en ella . Entonces, esta cancelación y su retraso en tres días, ¿qué consecuencias tendrá para Williams y Wilmore?, ¿qué supone para ellos y su ya larga estancia en la ISS? La consecuencia principal es que previsiblemente los atrapados en la ISS verán alargada su estancia aún más en el laboratorio orbital. Porque pese a que la nave Dragon en la que bajarán a la Tierra lleva atracada desde septiembre en la estación espacial (en ella viajaron los otros componentes de la tripulación Crew-9, el astronauta de la NASA Nick Hague y el cosmonauta Aleksandr Gorbunov, quienes subieron con dos asientos vacíos para dar cabida en la vuelta a Williams y Willmore), la tripulación entrante debe siempre convivir durante unos días con la tripulación saliente para darse el relevo en las tareas de la ISS. Normalmente, el relevo se produce tras una semana de convivencia. Sin embargo, en esta ocasión, la NASA decidió acortarlo a tan solo tres días. Es lógico pensar que si finalmente la Crew-10 despega en la madrugada del sábado, dos días después de lo previsto, se retrase también al menos dos días el desacople de la nave de la Crew-9, previsto en un principio para el domingo . Es decir, en teoría, y de respetarse los plazos estipulados por la NASA, los atrapados en el espacio, que despegaron el 5 de junio del año pasado, volverían como pronto el martes día 18: nueve meses y trece días después. De momento no hay ninguna fecha concreta, y la vuelta solo ha sido anunciada de viva voz por un funcionario de la NASA durante la rueda de prensa previa al lanzamiento de la Crew-10, pero sin especificarse a través de ninguno de sus canales oficiales, por lo que la vuelta de Williams y Willmore junto con Hague y Gorbunov está aún en el aire. «Hemos estado en comunicación constante con la Crew-9, realizando tareas científicas y de mantenimiento, y estamos listos para felicitarlos y traerlos a casa en las próximas semanas», señaló en ese mismo encuentro con la prensa la comandante de la misión, Anne McClain. No habría muchas más implicaciones en cuanto a la vida de Williams y Wilmore en el espacio: aunque los recursos son limitados, alargar varios días una misión no supondría demasiado problema; y, en el caso de que tuvieran que quedarse más tiempo -como ya les ocurrió después de que su nave, la Starliner, registrase los fallos por los que se quedaron allí-, periódicamente suben naves de cargo para proveer a las tripulaciones de todo lo necesario. Además, en caso de emergencia, podrían bajar a la Tierra en unas horas en la Dragon atracada en la ISS y en la que está previsto que vuelvan. Algo que era más complicado durante el periodo en el que dependían de su nave averiada, la Starliner, si bien la NASA siempre aseguró que, en caso de contingencia mayor, como una emergencia médica o la amenaza de choque de objetos con la ISS, podrían haber utilizado la nave de Boeing para refugiarse e incluso para regresar. Más allá de la NASA y de los propios implicados, más gente está muy pendiente del devenir de lo que ha sido el culebrón espacial en el último año. La historia está siendo seguida y comentada en tiempo real por el propio Donald Trump, quien ha llegado de nuevo a la presidencia de lo EE.UU. mientras Wilmore y Williams estaban en la ISS y ha aprovechado el suceso para cargar contra su predecesor y colocar como héroe a su nueva mano derecha, Elon Musk, dueño de SpaceX, la empresa creadora de las Dragon, el único vehículo junto las Soyuz rusas que ahora son capaces de enviar astronautas a la ISS. «Acabo de pedirle a Elon Musk y a SpaceX que vayan a buscar a los dos valientes astronautas que han sido prácticamente abandonados en el espacio por la administración Biden», escribió el presidente de EE.UU. a través de redes sociales. «Elon pronto estará en camino», añadió. Musk recogió el guante y volvió a culpar al anterior presidente, a sabiendas de que el fallo técnico era responsabilidad de Boeing y que la decisión de que volvieran en febrero en una nave de SpaceX ya la había tomado la anterior administración. Además, los propios astronautas repitieron varias veces que no se sentían abandonados ni varados, y que estaban preparados para que su misión, el primer vuelo de prueba de la Starliner, no saliera tal y como estaba previsto. Polémicas políticas aparte, la próxima llegada de la Crew-10 a la estación espacial supone el principio del fin de uno de los episodios más desafiantes y complicados de los últimos tiempos de la ISS, que de momento seguirá orbitando a 400 kilómetros sobre nuestras cabezas al menos hasta 2030 (si Trump no decide lo contrario, claro).

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