A pesar de que Britney Spears intentó dejar claro que sus memorias, La mujer que soy, no tenían intención alguna de ajustar cuentas con ciertos hombres de su pasado, lo cierto es que los fans marcaron tres nombres propios por cómo difieren la historia narrada en su momento y la que ha escrito la Princesa del Pop: James Spears, su padre; Justin Timberlake, su primer novio mediático; y Kevin Federline, su segundo marido y padre de sus los dos hijos de la artista, Sean Preston y Jayden James.
«¡La mejor Navidad de mi vida! ¡No había visto a mis hijos en dos años! Lágrimas de alegría y, literalmente, en estado de shock todo el tiempo. ¡Qué locura! Me siento completamente llena de amor y bendecidísima. ¡Estoy sin palabras! ¡Gracias, Jesús!», escribía este jueves Britney en su perfil de Instagram junto a un vídeo que ha humedecido los ojos de algunos de sus seguidores, porque en él aparece, recibiendo un cariñoso beso de su madre, abrazándola y deseando un sonoro «Merry Christimas» Jayden, el pequeño.
Se barruntaba desde hacía un tiempo que la autora de éxitos como Toxic o Till The World Ends estaba retomando el contacto y reconciliándose con su hijo pequeño a espaldas de su padre dado que el joven acaba de cumplir la mayoría de edad y se ha marchado a California desde Hawái para sus estudios, por lo que había vuelto a hablar con su madre antes de que esta decidiese mudarse a México. También se ha comentado que quizá su hermano mayor, el primogénito, esté abierto a un posible reencuentro con la cantante.
¿Pero cómo se había llegado a esta situación? Para ello hay que remontarse en el tiempo. Britney y Kevin se casaron el 16 de septiembre de 2004, apenas tres meses después de conocerse en un local de Hollywood llamado Joseph’s y en un videoclip de la artista en el que surgió la chispa. Federline, bailarín, tenía una novia embarazada, la actriz Shar Jackson, con quien ya había tenido a su primera hija, Kori Madison. Kaleb Michael, el segundo, vendría al mundo el 20 de julio de 2004.
Un año después, el 14 de septiembre de 2005, Spears y Federline dieron la bienvenida a su primogénito y, casualidades de la vida, un año después, el 12 de septiembre de 2006, llegaba el segundo, Jayden. Por aquel entonces la pareja ya había atravesado alguns crisis y problemas, pero Federline afirmó que lo superarían porque tenían «superpoderes». Nada más lejos de la realidad: el 7 de noviembre de 2006, ocho semanas después de que naciese Jayden, Spears solicitaba el divorcio citando «diferencias irreconciliables».
Entramos entonces en dos episodios importantes: la custodia y la tutela. A pesar de que por aquel entonces, marzo de 2007, Britney había entrado por primera vez en rehabilitación, el primer acuerdo que alcanzaron fue la custodia legal y física conjunta de sus hijos. Pero Federline no lo firma hasta julio y muchos fans de la artista —también hay documentales que han incidido en esta idea— creen que tenía segundas intenciones con este retraso: aprovecharse de los problemas de salud mental, la depresión y las dos hospitalizaciones involuntarias que Spears vive en aquella época.
Todo aquello, de hecho, acabó traduciéndose en la conocida tutela, ordenada por un tribunal, que ejercería durante 13 años su padre, James Spears. Federline, públicamente en diciembre de 2008, llega a afirmar su exmujer era una «madre increíble» y que deseaba ver a sus hijos criarse junto a ella, pero sus actos hablan en sentido opuesto y no corroboran sus palabras, ya que coincide con la época en la que Britney se afeita la cabeza y ataca a unos paparazzis y Kevin aprovecha para que le concedan la custodia temporal completa.
Dicha temporalidad acabaría cuando Britney se encerró con Jayden en una habitación, teniendo que acudir la policía. Uno de los agentes anotó que la cantante estaba «bajo la influencia de una sustancia desconocida», lo que hizo que un tribunal de Los Ángeles otorgase la custodia total a Federline, suspendiendo los derechos de visita de Spears —aunque conseguiría un mínimo, muy restringida, en julio—.
Años después, en 2015, Kevin volvería a hablar en favor de Britney pero, nuevamente, sus actos no fueron en consonancia con sus declaraciones: volvió a reclamar la custodia completa y Britney, tras una década bajo la tutela paterna, cedió del 50% al 30%, debido a un altercado que Sean tuvo con su abuelo James. Un año después comenzó el movimiento #FreeBritney para que se terminase su custodia, con multitud de fans molestos con Federline porque, entendían, había puesto a los dos hijos en contra de su madre, motivo por el que, en plena adolescencia, aseguraban públicamente no querer estar con ella —esgrimiendo el argumento de que les avergonzaba que se hiciese tantas fotos desnuda—.
La liberación de Britney trajo además consigo la consecución de un 10% de la custodia, pero los jóvenes seguían sin ver a su madre. Federline defendía que era elección de ellos, pero en la práctica era algo diferente: el exbailarín se había mudado a Hawái con su nueva familia, formada por su la exjugadora de vóleibol, Victoria Prince, con quien sale desde 2008, y los dos hijos que ha tenido con ella, aparte de Sean y Jayden.
Por ello Britney apenas ha visto a sus hijos desde la pandemia. Eso sí, hay que recalcar que otra de las cosas que le achacan los fans de la artista a Federline no es solo haber defendido a James Spears por su labor durante la tutela, sino que llegó a plantearse y a hablar de escribir un libro a cuatro manos sobre cómo ejercer una buena paternidad. El último vídeo de Britney con su hijo es, por tanto, todavía más reseñable si cabe en la nueva vida de la Princesa del Pop.