Una Nochevieja diferente. Así describen los hijos de Raphael esta próxima noche en la que se reunirán todos, sin excepción, en una cena que se prevé muy tranquila, sin grandes efusividades ni alharacas.
El cantante, que ya ha empezado la primera parte del tratamiento contra los linfomas cerebrales que se le han diagnosticado, es plenamente consciente de que los próximos meses van a ser muy duros porque su dolencia es, tal y como adelantó 20minutos, mucho más compleja de lo que en un principio se vaticinó desde los medios de comunicación.
El jienense está anímicamente bien, sobrepasado por el amor incondicional que le llega desde todas los rincones del mundo, pero lógicamente preocupado porque tras la cancelación de todos los conciertos previstos en América para el próximo año.
Además, es presumible que se pospongan sine die los que tiene firmados para recorrer España a partir del segundo semestre de 2025: «es una de sus mayores preocupaciones pero tiene muy claro que ahora lo que necesita es muchísimo descanso», dice uno de los poquísimos amigos que está pudiendo tener contacto habitual con él.
Su querida Natalia Figueroa, su compañera en esta travesía pero también en la que acabó con el trasplante de hígado hace más de veinte años, ejerce de filtro ante el aluvión incontrolable de mensajes y llamadas. Raphael contesta, pero lo hace desde la calma y con la evidente comprensión de quien espera, pero no desespera, una respuesta apacible.
Llegará, como también lo hará el día en que conceda sus primeras declaraciones ante esa prensa a la que saludó, sin bajar la ventanilla para evitar focos de infección, al salir del hospital. Absoluta transparencia.