El hielo de Groenlandia esconde grandes tesoros. En esta nación que es parte del Reino de Dinamarca hay yacimientos de rubí, que se explotan desde 2007, y grandes depósitos de hierro, uranio, aluminio, níquel, platino, tungsteno, titanio y cobre, todos ellos por extraer. Otro tesoro bien distinto es el que ha redescubierto la NASA; uno arqueológico, aunque en realidad no tan antiguo.
El pasado mes de abril, el científico de la agencia Chad Greene llevó a cabo un vuelo para sondear la capa de hielo de Groenlandia. Utilizó un nuevo equipo de radar, el UAVSAR (Uninhabited Aerial Vehicle Synthetic Aperture Radar). Fue así que detectó bajo el hielo algo que no pudo identificar inmediatamente. Era Camp Century, una base de Estados Unidos abandonada desde hace casi 60 años.
El vuelo de Greene había «desempolvado» una reliquia de la Guerra Fría. «Estábamos buscando el lecho del hielo y aparece Camp Century», dijo Alex Gardner, un científico criosférico del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, que ayudó a dirigir el proyecto. Al principio no sabían de qué se trataba. Normal. La Guerra Fría queda lejos, no como el fantasma de la guerra nuclear (resucitado hoy a propósito de la guerra Rusia-Ucrania).
Misiles que sobrevivan al primer ataque ruso
Esta base estadounidense da cuenta de hasta dónde llegó la paranoia nuclear, o sea, los planes militares para enfrentar una guerra nuclear… y hasta pensar en la posibilidad de ganarla. Porque la idea que se escondía detrás de Camp Century era la creación de una red de emplazamientos de lanzamiento de misiles nucleares que pudieran sobrevivir a un primer ataque ruso.
La instalación, en teoría de investigación científica, está a 240 km al este de la base espacial de Pituffik, en Groenlandia. Camp Century constaba de 21 túneles con una longitud total de 3 kilómetros y se alimentaba con un reactor nuclear. Tuvo breve vida: funcionó desde 1959 hasta 1967.
Según documentos desclasificados en 1996, Camp Century era una base preliminar para el Proyecto Iceworm, que pretendía levantar esa red de emplazamientos para misiles nucleares bajo el casquete glaciar de Groenlandia. Iceworm fue diseñado por el Ejército de EEUU en los años 60 como parte de la disuasión estratégica del país y posteriormente como candidato para una fuerza nuclear de la OTAN.
Dinamarca nunca autorizó la base
En aquel momento, el proyecto fue bien visto por la Casa Blanca. La Administración Kennedy se mostró «cautelosamente optimista respecto a la posibilidad de obtener el necesario consentimiento del Gobierno danés». Pero un análisis de la política nuclear danesa demuestra la absoluta falta de realismo de esta suposición, según el estudio El hombre de hielo que nunca llegó, publicado en 2007 en el Scandinavian Journal of History por el profesor Nikolaj Petersen.
En 1960, el Departamento de Defensa de EEUU explicó a las autoridades danesas que el objetivo de Camp Century era probar diversas técnicas de construcción en condiciones árticas, explorar problemas prácticos con el reactor nuclear semimóvil PM-2A y apoyar experimentos científicos en el casquete glaciar. Según esas explicaciones, nada de misiles.
Pero la capa de hielo no era estable
Aunque Washington no tenía la autorización explícita del gobierno de Dinamarca, inició la construcción del campamento y del reactor nuclear subglacial, poniendo en un brete al primer ministro danés, H. C. Hansen. Sin embargo, los norteamericanos no tuvieron que hacer más gestiones diplomáticas. El proyecto fracasó por motivos técnicos y organizativos. El caso es que en Camp Century nunca se instalaron misiles.
Los responsables de construir las instalaciones se dieron cuenta de que la capa de hielo no era tan estable como se había evaluado en un principio. El 1967, el desplazamiento de los casquetes polares hizo imposible su habitabilidad. De modo que, dado que el concepto de base de misiles no sería viable, el Proyecto Iceworm fue descartado.
Se retiró el reactor y Camp Century fue abandonada. Los restos de la instalación quedaron sepultados por los casquetes polares y, en última instancia, fueron aplastados por ellos.
¿Esconde Camp Century un problema medioambiental?
El avión de la NASA que ha redescubierto la base ha recogido en fotos sus contornos y perfiles, pese a la nieve, pero lo que tal vez no haya registrado son sus residuos. Se trata de sustancias peligrosas que siguen bajo el hielo. De hecho, se han convertido en un problema medioambiental.
Porque cuando Camp Century fue desmantelado, sus infraestructuras y residuos fueron abandonados bajo el supuesto de que quedarían sepultados para siempre por las nevadas perpetuas. Pero en esto llegó el cambio climático y el calentamiento del planeta.
En 2016, la mayoría de los residuos sólidos de la instalación estaban enterrados a una profundidad aproximada de 36 m. Ese mismo año, un grupo de científicos estimó que el agua de deshielo podría liberar al medio ambiente los residuos nucleares, 200.000 litros de combustible diésel, 24 millones de litros de aguas residuales sin tratar y una cantidad importante de PCB o bifenilos policlorados (compuestos organoclorados con poder cancerígeno y otros efectos tóxicos).
No hay riesgo de que los escombros salgan a la superficie debido al deshielo antes de 2100″
Sin embargo, un nuevo análisis en 2021 concluyó que los restos de Camp Century no se derretirán de la capa de hielo de Groenlandia, y que el agua del deshielo no llegará a los escombros del campamento dados los escenarios climáticos disponibles que se extienden hasta 2100. «Dado que la cantidad de nieve anual seguirá superando la fusión anual, el campo de escombros cartografiado seguirá enterrándose a mayor profundidad en la capa de hielo de Groenlandia. En otras palabras: no hay riesgo de que los escombros salgan a la superficie debido al deshielo antes de 2100″, asegura el estudio, de la Universidad de Copenhague, publicado en Frontiers.