Publicado: marzo 7, 2025, 5:30 am
Europa ya es otra por una mezcla de obligación y de despertar. La Unión Europea quema etapas como quien pasa exámenes, pero la realidad es que el continente ‘resultante’ de la caída del Muro de Berlín en 1989 ya no existe. «Se celebra un momento decisivo para Europa. Estamos cumpliendo nuestros objetivos y avanzamos con decisión hacia una Europa de la Defensa más fuerte y más soberana, guiados por un nuevo sentido de urgencia» Ese resumen lo hizo el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, después de que Ursula von der Leyen avisara del «peligro inminente» al que se enfrenta la UE. El escenario sin Guerra Fría ya no existe, y la alianza Europa-EEUU casi que tampoco.
Timothy Garton Ash sitúa en 1989 un reinicio para Europa, la verdadera consolidación de lo que hoy es la UE. Pero esa Unión muta y el «sentido de urgencia» le ha hecho convertirse en lo que, en realidad, nunca quiso ser. La Unión Europea no se creó para invertir en lo militar, pero ahora mismo no le queda otra si quiere cuidar de sí misma; Washington ya no va a mecer su cuna ni la va a alimentar de seguridad. Eso es lo que se entendió este jueves en Bruselas. «Más Unión Europea», pidió Pedro Sánchez; más autonomía, concluyen todos.
En esta foto hay varios elementos. El primero es Ucrania. El consenso no es total con Kiev porque Viktor Orbán quiere que Hungría siga siendo el caballo de Troya del Kremlin en Bruselas; pero ha llegado un momento que eso da igual. Si hay que trabajar a 26, la UE puede trabajar a 26. Eso sí, Ucrania es la ‘excusa’ para ir más allá, y los dirigentes comunitarios no lo pueden decir más claro: «La seguridad de Ucrania es la seguridad de Europa», y viceversa. Para la Unión, tiene que ser Zelenski quien marque los pasos de una paz hacia la mesa de negociaciones, en la que tiene que estar Ucrania, pero también Europa. Ahora no hay que derribar un muro, pero sí pararle los pies a Putin… y en cierto modo también a Trump.
El siguiente es, precisamente, la Europa de la Defensa. La UE lleva desde 2020 «haciendo historia». Jaques Delors ya avisó en su momento: «Nadie se enamora de un mercado. Lo que necesitamos es dar a Europa un alma, una espiritualidad y un significado». Es decir, la UE no puede ser solo una potencia comercial o económica, tiene que ser un actor político; y ahora esa actuación pasa por la inversión masiva en lo militar. Garton Ash completó aquello y dijo que «Europa es la mayor utopía de la política moderna convertida en realidad»; ahora el temor está en que esa realidad se venga abajo: igual que tocó enfrentar la pandemia, la UE necesita dinero, fuerza y mensaje en lo defensivo. Por eso los líderes apoyaron el plan Rearmar Europa; la era que toca ahora es «la del rearme».
Y eso pasa por dar cifras. Los líderes han avalado los 150.000 millones de euros en préstamos para invertir en común en Defensa, propuestos precisamente por la Comisión para la próxima década y ya trabajan en cómo abordar las compras militares. Coinciden también en la buena dinámica que sería poder desviar fondos de Cohesión para compras de Defensa o apostar por proyectos del Banco Europeo de Inversiones. Eso sí, el plan de Von der Leyen incluye otros 650.000 millones de euros que saldrían de que los propios Estados miembros aumenten en un 1,5% de su PIB su gasto en Defensa. Todo esto, señalan fuentes comunitarias, queda abierto a nuevas ideas para el futuro. Además, avalan también que se active la cláusula de escape de las reglas de déficit y deuda, para que no computen cuando se trata de invertir en seguridad,
Otro elemento del todo es Estados Unidos o, mejor dicho, Donald Trump. Porque no, no ha sido Vladimir Putin quien ha llevado a la UE a donde está ahora, sino el inquilino de la Casa Blanca. Cala la idea de que EEUU no es un aliado y puede seguir sin serlo durante bastante tiempo. Por eso Emmanuel Macron ha hablado de disuasión nuclear o Giorgia Meloni apunta a incluir a Ucrania bajo la protección de la OTAN (Artículo 5) aunque el país no forme parte de la Alianza. Queda más o menos claro que la UE se hace mejor cuanto más original trata de ser, y se ha llegado a esto porque Washington se ha desligado de la relación transatlántica. Putin era (y es) un problema, pero peor parece para la UE el hecho de quedarse sola en el mundo.
La unidad de Europa fue un sueño de unos pocos. Se convirtió en la esperanza de muchos. Hoy es una necesidad para todos
Según Garton Ash, «1989 fue el mejor año de la historia europea», ya que representó la superación de las divisiones impuestas por la Guerra Fría y la apertura de un horizonte de libertad sin precedentes. Y no, ahora Europa no vuelve a una guerra fría como tal, pero todas las cartas están sobre la mesa y en Bruselas asumen dos cosas: que EEUU ahora está más cerca de Moscú que de la UE y que dado esto las dependencias ya no pueden seguir siendo las mismas. El modelo, en realidad, ya no es de Estados Unidos frente a Rusia; no hay carreras entre ellos, sino visiones del mundo que en cierto modo comparten. La verdadera carrera es la que afronta Europa teniendo que pensar en lo que casi nunca tuvo en la cabeza: la Defensa.
La Unión se vuelve a encontrar, eso sí, con el eterno problema: el tiempo. Todo en la UE, en cierto modo, ha sido cuestión de tiempo, porque en otra cita así lo vio Konrad Adenauer: «La unidad de Europa fue un sueño de unos pocos. Se convirtió en la esperanza de muchos. Hoy es una necesidad para todos». Esa unidad tiene que mostrarse en la Defensa, pero tiene que darse rápido; Bruselas se da un plazo de 10 años para dejar de depender de otros en cuanto a seguridad, y en los pasillos del Consejo este jueves daban por hecho que había que abordar «lo urgente», pero sin dejar de pensar en el largo plazo. Es decir, no existe el margen para despistes.
«La historia no terminó en 1989; lo que siguió fue un largo y difícil proceso de construcción democrática y económica», concluye Garton Ash, que insiste en que Europa lleva toda su historia viviendo diferentes «años 0». El año cero de la Defensa es este: la UE necesita armas porque necesita seguridad, necesita «dar certidumbre» y necesita pedagogía para explicar a los ciudadanos que los peligros «inminentes» de los que hablan Von der Leyen, Macron o Costa no son películas. Europa acaba de entender, parece, que si no se protege a sí misma nadie lo hará. Y eso es lo que es: un riesgo que por nada del mundo se quiere correr.