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¿La cabeza de Trump en el Monte Rushmore? Así es la historia de un monumento levantado por un escultor afiliado al Ku Klux Klan

Publicado: julio 13, 2025, 2:30 am

Tȟuŋkášila Šákpe, o los Seis Abuelos, era una hermosa montaña de las Colinas Negras, sagrada para los indios Lakota que habitaban esas tierras del norte de la América del Norte… hasta que llegaron los hombres blancos. Tras bajar del Mayflower, aquellos pobladores del Nuevo Mundo se fueron extendiendo desde el Atlántico y no pararon hasta que les detuvo el Pacífico. En pocos años, las Colinas Negras pasaron a ser parte de Dakota del Sur y los Seis Abuelos dejaron de ser monte para ser monumento.

Es el Monumento Nacional del Monte Rushmore, una colosal escultura tallada en la cara de granito de una montaña de 1.745 metros de altitud. Son cuatro cabezas de 18 metros de altura de cuatro presidentes de Estados Unidos: George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln. ¿Hay sitio para una cabeza más? Donald Trump cree que sí.

El actual inquilino de la Casa Blanca ha hablado con la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, sobre la posibilidad de añadir su rostro al emblemático Monte Rushmore. Ya en 2020, durante su visita al monumento, Noem le regaló un busto de su rostro. Aquel objeto, que expresaba su sintonía (hoy ella es la secretaria de Seguridad Nacional de EEUU) parecía un apunte previo de la escultura que podría llegar a esculpirse en la montaña.

Trump ya lo había sugerido antes. Fue en su primer mandato, pero aquello pareció más bien una ocurrencia caprichosa, una más. Sin embargo, ahora la idea tiene visos de realidad tras la propuesta legislativa que impulsa la congresista republicana Anna Paulina Luna en la Cámara de Representantes.

La montaña no da para más

El de MAGA no es el primer presidente propuesto para «añadirse» al Monte Rushmore, llamado Santuario de la Democracia. En el pasado se sugirió la incorporación de Franklin D. Roosevelt, de John F. Kennedy y hasta Ronald Reagan. Ninguna propuesta salió adelante y las razones son objetivas: la montaña no da para más.

Según los expertos, no hay lugar ni condiciones geológicas para añadir un rostro más al monumento. Es lo que sostiene desde hace tiempo el Servicio de Parques Nacionales (NPS, por sus siglas en inglés), que la composición geológica del monte no permite tallar más. «La parte tallada del Monte Rushmore ha sido evaluada exhaustivamente y no quedan lugares viables para tallas adicionales», asegura el NPS.

Hay también argumentos de carácter artístico. «No se añadiría otra cara al Monte Rushmore como tampoco se añadiría una a la Última Cena de Da Vinci«, declaró Dan Wenk, exsuperintendente del monumento, a The New York Times. «Desde mi punto de vista, están luchando contra la realidad de la roca», opinó.

¿Símbolo del supremacismo blanco?

El Rushmore fue diseñado por el escultor Gutzon Borglum (que estuvo afiliado al Ku Klux Klan). Se talló, con taladros y dinamita, entre 1927 y 1941. Son cuatros rostros, cuatro presidentes: Washington representa el nacimiento; Jefferson, el crecimiento; Lincoln, la preservación de la nación; y Roosevelt, el desarrollo. Pero para miles de indígenas de EEUU, es un «símbolo del supremacismo blanco».

Para los indígenas, Washington y Jefferson esclavizaron a decenas de afroamericanos, mientras que Roosevelt intentó evangelizar a muchas tribus. Aunque para ellos el peor fue Lincoln, al que consideran un asesino en masa de personas indígenas (ordenó el ahorcamiento de 38 nativos americanos en Minesota en 1862, que se considera mayor ejecución masiva de la historia de EEUU).

El Tratado de Fort Laramie de 1868 reconocía que las Colinas Negras pertenecían al pueblo sioux, pero el gobierno de Washington se apoderó de las tierras menos de una década después porque habían encontrado oro. Una sentencia del Tribunal Supremo de 1980 declaró que EEUU había violado el tratado, pero las tribus rechazaron la indemnización de 1.300 millones de dólares que se les ofreció y mantuvieron sus derechos sobre las tierras.

Cuando Trump visitó la montaña en 2020, el presidente de los Oglala Sioux pidió que se retirasen las esculturas de los cuatro presidentes y el jefe de la tribu Cheyenne River Sioux se ofreció a hacerlo «sin coste alguno para el Gobierno estadounidense». En aquel momento, sus declaraciones suscitaron un fuerte rechazo de la gobernadora Noem, quien prometió hacer «todo lo posible» para mantener en pie el monte Rushmore.

El otro proyecto: un jardín de los héroes del país

En paralelo a la idea de colocar una cabeza más en el monumento corre el proyecto de construir el Jardín Nacional de los Héroes Estadounidenses. Trump anunció por primera vez este proyecto en su primer mandato, en un discurso pronunciado el 3 de julio de 2020 en el Monte Rushmore. De vuelta al despacho oval, a principios de este año firmó una orden ejecutiva para construirlo.

El jardín de los héroes de EEUU contará con 250 estatuas de tamaño natural de figuras históricas en honor al 250 cumpleaños del país, el 4 de julio de 2026. Las autoridades de Dakota del Sur están presionando para hacerlo realidad cerca del monumento de los cuatro presidentes. En la lista de esos 250 héroes hay un español: Bernardo de Gálvez (aquí está su historia).

«Las Colinas Negras marcan la ubicación perfecta para lograr su visión del Jardín Nacional de los Héroes Americanos», escribió el gobernador republicano Larry Rhoden en una carta a Trump. «Juntos, haremos realidad este proyecto de una manera que honre a los héroes de Estados Unidos, aproveche la belleza natural de Dakota del Sur e incorpore el monumento más emblemático de nuestros más grandes líderes: Mount Rushmore National Memorial», se lee en la misiva.

La Cámara de Representantes ha aprobado una partida de 40 millones de dólares para el proyecto, que está siendo supervisado por el Departamento de Interior y la Fundación Nacional para las Humanidades. El Senado aún no ha aprobado la financiación.

Una empresa minera se ha ofrecido a donar 16 hectáreas a un kilómetro del Monte Rushmore. Pero la iniciativa ha provocado la reacción de grupos indígenas que consideran sagrada la zona.

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