Una de las actividades que más popularidad ha ganado en los últimos años entre los turistas en Tailandia es bañar elefantes en diferentes santuarios, sin embargo, el comportamiento de estos paquidermos podría resultar más peligroso de lo que creemos, por lo que debemos «guardar las distancias» con ellos y recordar que «son animales salvajes».
Un trágico accidente ha acabado con la vida de una turista española, Blanca Ojanguren, de 22 años, tras ser atacada por un elefante mientras le daba un baño en un santuario llamado Koh Yao Elephant Care, en la isla de Yao Yai, Tailandia. Por su parte, desde la policía tailandesa han asegurado que la vallisoletana y estudiante de la Universidad de Navarra se encontraba bañando al elefante cuando pasó por delante del animal y este la empujó con la trompa, lo que desencadenó en un golpe letal. La implicada en el incidente sería una hembra de 50 años.
Yan, el propietario del centro ha confirmado que el centro se encuentra cerrado, sin fecha prevista de reapertura, y que, en el momento del ataque, se encontraban 18 personas en el lugar (10 trabajadores y 8 turistas), entre ellas, la pareja de la fallecida. Esta fue la única persona que resultó herida y trasladada a un hospital, donde posteriormente falleció.
Un total de 39 personas habrían perdido la vida a lo largo de 2024 a causa de ataques de elefantes en el país tailandés, según datos del Departamento de Parques Nacionales citados por el diario The Nation. Los expertos aseguran que «desgraciadamente» este tipo de ataques son «de lo más frecuentes«, aunque es en India donde se registran más fallecimientos por paquidermos, al menos 606 en 2024, seguido por Tailandia.
Jaime Galán, biólogo, veterinario y coordinador del Departamento de Gestión de Fauna Silvestre de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Alfonso X el Sabio cuenta a 20minutos que «los elefantes, como cualquier animal salvaje, son siempre impredecibles y que además, son muy celosos de su espacio (que no territoriales) y, en momentos de incomodidad o de sentir amenaza, pueden atacar a seres humanos o a otros animales que consideren que están demasiado cerca».
El también director de Veterinaria en NJOVU African Wildlife Conservation explica que es muy frecuente que estas especies, sobre todo si están en libertad, respondan con amenazas o ataques si han visto su espacio invadido. Además, subraya que algunas señales por parte de esta especie podrían alertarnos de un final fatal, como «los movimientos repetitivos, el agitar las orejas o los cabeceos bruscos».
«Un riesgo que debe conocerse»
«Por lo general, en estos casos cabe esperar que los animales estén más o menos habituados al contacto. También hay que entender que el propio tamaño y peso del elefante suponen peligros en sí mismos y que, incluso sin un ataque directo, pueden producirse graves daños, a veces inintencionados. En todo caso, las situaciones de contacto directo implican siempre un riesgo que debe conocerse y considerarse, tanto por el peligro físico como por el carácter impredecible de cualquier animal salvaje», cuenta este experto.
Galán sostiene que el tema del contacto directo con animales salvajes «es siempre controvertido» y que «pese a las implicaciones complejas que puedan generar un debate profundo, hay que contar siempre con que el contacto directo siempre implica un riesgo, y este es inevitable». «Si merece o no la pena correrlo o si los beneficios son mayores que los perjuicios es algo que depende de situaciones concretas y valoraciones personales», añade.
En este caso concreto, en el que una joven ha fallecido tras ser atacada por un elefante en Tailandia, «habría que concretar si se ha tratado de un ataque real e intencionado, despertado por estrés o por incomodidad del animal o si ha sido simplemente un daño físico derivado de su peso y fuerza».
«En caso de que se deba a un ataque, habría que valorar también si era un macho o una hembra. Los machos pasan por un periodo de sobreexcitación hormonal conocido como musth en el que se vuelven aún más impredecibles«, subraya. A su vez, afirma que algunos centros que trabajan con elefantes en cautividad «suelen restringir o limitar el contacto directo».
Ante posibles signos de incomodidad o agresividad, el biólogo aboga por «guardar las distancias y respetar una zona de seguridad que nos permita retirarnos antes de ser alcanzados o bien poder predecir y responder a un ataque de forma adecuada». Sin embargo, «esto no siempre es posible». «En el caso de los turistas, es absolutamente crucial que bajo ningún concepto se acerquen a menos de 100 metros de ningún elefante salvaje. Ninguna foto merece un desenlace fatal«, desvela.
Pese a que este ha sido el último caso conocido en el que, además, una española se ha visto envuelta, Galán comparte con tristeza que conoce «muchas» anécdotas de la misma índole. «En casos de cautividad también ocurren accidentes, aunque son menos frecuentes por ser animales habituados y existir (o eso se espera) un cierto manejo y control. En todo caso, debemos recordar siempre que, en el contacto directo con animales silvestres, el riesgo cero no existe«, sentencia el experto.
«No suelen ser agresivos, sino defensivos»
Alejandro Ortega, zoólogo y técnico de medio ambiente y biodiversidad, asegura también a este medio que los elefantes «ante todo son animales gregarios, independientemente de la especie». A su vez, explica que «son matriarcales, es decir, la líder del grupo es una hembra«. «Los grupos se suelen componer de la matriarca y su descendencia o hermanas, los machos se van cuando son adolescentes y viven por ahí solos o en pequeños grupos, en el caso de algunas especies como las de la sabana», sostiene.
Sin embargo, el zoólogo subraya que estos paquidermos «no suelen ser agresivos, sino defensivos«. «Tampoco son animales muy territoriales, así que toleran bien las intrusiones en sus territorios, aunque como todo son animales silvestres y tienen cierto punto de imprevisión», cuenta.
En cuanto a las agresiones por parte de estos animales, el experto añade que estas «suelen venir cuando se sienten amenazados, aunque dado su tamaño no es lo habitual. Realmente cuando más se dan es cuando hay alguna cría o cuando existen comportamientos anómalos producidos por el estrés. Ahí son completamente imprevisibles y bastante peligrosos», revela.
Podría tratarse de «un accidente»
Este tipo de animales «tienen muchísima fuerza», explica Cristina Palacio, una pamplonesa apasionada de los elefantes y codirectora del Kindred Spirit Elephant Foundation, proyecto que recoge datos de esta especie para investigar sus comportamientos naturales. En cuanto a lo ocurrido en esta última jornada con Blanca Ojanguren, la experta en paquidermos sostiene que podría tratarse de «un accidente».
«Son animales salvajes. No están para hacer nuestro viaje más mágico. No están ahí para que sigan un programa de actividades completamente antinaturales. Y esto obviamente les crea muchísimo estrés, además de la manera en la que los entrenan. Todos los elefantes en cautividad han atravesado muchísimos traumas y eso se les queda grabado y obviamente accidentes como este son, desgraciadamente, algo que puede ocurrir«, revela Palacio a 20minutos.
La pamplonesa sostiene también que «durante este tipo de actividades, los elefantes están sometidos a muchísimo estrés y a un control excesivo por parte de los mahouts, sus cuidadores, y que estas no son actividades que a ellos les gusten y les apetezca realizar». De esta manera, expresa su deseo de «erradicar» estas prácticas y «educar a los turistas».
Es por ello que cree que lo ocurrido no ha sido un ataque o un comportamiento agresivo por parte del elefante, y que debemos tener en cuenta que «la naturaleza en sí de los elefantes es esa, es salvaje». «No existen los elefantes domésticos y nombrarlos así no es correcto. Los elefantes son todos salvajes y están los que son libres y los que están en cautividad», expresa.
Pese a que existe un gran número de santuarios en los que se baña a elefantes, Cristina Palacio asegura que «suele haber muchos incidentes». «Los elefantes machos son particularmente peligrosos. Son muy agresivos y son muy impredecibles, por lo que es muy peligroso trabajar con ellos», subraya. Mientras, afirma que en Tailandia existe actualmente «una crisis muy grande», ya que «la mayoría de los centros solo quieren trabajar con hembras» y, sin embargo, los machos permanecen «encadenados».
A su vez, la experta explica que hay muchos ataques de estas especies, pero que debemos diferenciar entre los ataques de elefantes salvajes en libertad y los que se encuentran en santuarios. «Hay muchos ataques, tanto a turistas como a cuidadores, pero muy pocos acaban realmente en algo tan trágico como es la muerte de una persona. Al finar la gente, desgraciadamente, se arriesga sin saberlo«, sentencia.