Publicado: junio 11, 2025, 12:30 am
Los Ángeles como experimento para ver hasta dónde puede llegar el poder de Trump. Eso es lo que piensa que está pasando la alcaldesa de la ciudad tras días de despliegue de efectivos de la Guardia Nacional y de marines para «controlar» las protestas contra las redadas de Trump.
Las imágenes que estamos viendo estos días recuerdan demasiado a la película Civil War, no sé si han podido verla. Civiles levantándose contra el Gobierno, un país en guerra en el que los ajustes de cuentas contra quienes piensan diferente están a la orden del día y un presidente, bunkerizado en la Casa Blanca y desoyendo lo que pasa fuera.
Trump ha decidido militarizar una de las ciudades más grandes del país, de mayoría latina y de mayoría demócrata. Y no se ha cortado un pelo a la hora de amenazar con detener al gobernador, acusándole de no se sabe muy bien qué –»su delito es haberse presentado a gobernador», ha dicho literalmente–, y de paso también a la alcaldesa de la ciudad.
Y lo hace con ese tono de matón de patio de colegio que suele usar cuando lanza sus bravuconadas, sus amenazas, sus «os vais a enterar». Hace ya tiempo que Trump ha ido «limpiando» de sus comparecencias a la prensa que le hacía preguntas incómodas. Tener una prensa sumisa que te pregunte exactamente eso que tú quieres decir para colocar bien tu mensaje o tu amenaza es de primero de manual de dictadura.
Ayer veíamos la detención, completamente arbitraria, de un periodista de la CNN que estaba cubriendo las protestas de Los Ángeles. O cómo un agente disparaba a una reportera de la televisión australiana cuando estaba haciendo un directo desde una de las barricadas.
El gobernador de California no se ha arrugado a la hora de contestar a Trump y, aunque a priori pueda parecer un cruce de zascas más o menos acertado o tenso, la amenaza de Trump se queda ahí, flotando en el aire, como aviso a navegantes.
De momento no le está saliendo demasiado bien porque esas protestas se están expandiendo a otros puntos del país como el aceite. Hasta ahora, solo hemos visto protestar a los que están en contra de las deportaciones forzadas, de sacar a gente del país que ya sienten como suyo, en el que trabajan. Quienes apoyan esa «limpieza» de migrantes del país siguen callados. Pero sabemos muy bien que los partidarios de Trump saben salir también a la calle y protestar de forma violenta. Lo vimos en el asalto al Capitolio. Solo necesitan que les calienten un poco, y esa escalada de amenazas que hemos oído estos días no ayuda. De momento, Civil War sigue siendo una fantasía de Hollywood. Esperemos que siga siendo así.