Publicado: diciembre 5, 2025, 2:30 pm
Después de debatir sobre la precariedad y el desalentador panorama que atraviesan hoy en día los jóvenes durante su charla con el escritor Arturo Pérez-Reverte, quien reconoció que «los hemos defraudado», Jordi Wild ha vuelto a centrar la atención en este grupo poblacional, pero esta vez para analizar el auge de la religión entre las nuevas generaciones.
Lo ha hecho, asimismo, durante el episodio 351 de su pódcast, The Wild Project, en el que el youtuber ha reflexionado sobre las posibles razones detrás de este giro espiritual de los jóvenes coincidiendo con el estreno del cuarto disco de Rosalía, Lux, una propuesta luminosa y orquestal que describe como «arriesgada» y destaca por su apuesta por la espiritualidad.
«Su música no me gusta nada, no es para nada mi estilo, pero me parece una artista en mayúsculas y la respeto mucho», señalaba el catalán en su pódcast. «Aunque considero que es un producto, se nota que ha sido manufacturado por ella misma y me parece una genia del marketing. Me parece de lo más interesante que existe hoy en día en la música», agregó.
En este contexto, el creador de contenido puso sobre la mesa la buena acogida del disco de la cantante, como un síntoma del «regreso de la fe» en los jóvenes. «Lo que parecía imposible. Teníamos la idea de que cuando la sociedad avanzara tecnológicamente, la religión, la fe y Dios acabaría desapareciendo o quedaría relegada a un 1% de gente que creyera en cosas espirituales, pero se está viendo lo contrario», apuntó.
Durante su charla, Jordi señaló el carácter «cíclico» de las tendencias a nivel general, comparando el creciente interés de la fe con su generación, a la que describe como la «más atea». «Creo que en Occidente está volviendo la religión y los valores tradicionales, con la familia unida, la monogamia y un regreso a valores católicos», explicó.
Echando la vista atrás, el youtuber destacó la etapa de «transición» que le tocó vivir a su generación, en la que existía una «inocencia» que contrasta con una época actual «muy extraña, muy caótica, con muchos imputs, muy superficial y muy competitiva a todos los niveles». «Nosotros hemos tenido una vida tranquila, seguridad en las calles, no había conflictos armados ni tampoco había redes», indicó.
Esta competitividad y «presión» constantes, según él, habría tenido un negativo impacto en la salud mental de los jóvenes, con el consiguiente interés de refugiarse en «valores tradicionales», entre los que incluye la religión y la espiritualidad. «Cuando vives un momento caótico, buscas la estabilidad», concluyó.
