Cuando el domingo pasado, aprovechando el desmoronamiento de la dictadura en Siria, unos guerrilleros abrieron las puertas de la temida prisión de Sednaya, para Jaber Baker fue como si se abrieran en la Tierra las puertas del infierno. Recuerda su paso por allí como el de quien asiste a «un matadero humano», lugar de «una violencia ilimitada» , del que él, a diferencia de muchos otros, logró salir. «Sentí que salí de la prisión en cuerpo, pero no en espíritu. Los años posteriores pasaron como un sueño. Nació la revolución y el régimen duplicó la capacidad de sus prisiones , para reprimirla. Hubo más asesinatos mediante tortura, violencia ilimitada, violaciones y un deleite en la agonía de las personas por… Ver Más