Publicado: diciembre 4, 2025, 3:00 am

La retaguardia urbana: los colectivos
Por Insight Crime
Los colectivos, grupos políticos armados que durante años han utilizado la violencia para defender al régimen de Maduro, han incrementado su perfil criminal y mantienen un entrenamiento militar limitado. Esto genera dudas sobre su capacidad, y también disposición, para enfrentarse a una fuerza extranjera.
En todo Venezuela, los colectivos operan como una red de grupos armados con presencia en zonas urbanas de varios estados, como Miranda, Lara, Portuguesa, Táchira, Anzoátegui y Bolívar. Su mayor concentración sigue estando en Caracas, donde barrios como el 23 de Enero albergan algunas de las estructuras más consolidadas del país. Entre los grupos más destacados están La Piedrita, Tres Raíces, Oswaldo Arenas, Alexis Vive y las Cuadrillas de Paz (Cupaz), creadas por el gobierno para incorporar las redes de colectivos bajo un control estatal más directo.
Los colectivos se consolidaron como actores armados tras el golpe de Estado de 2002 contra el expresidente Hugo Chávez. En ese momento, el gobierno entregó armas y recursos a grupos comunitarios con raíces en movimientos sociales y organizaciones civiles.
A lo largo de dos décadas, estos grupos pasaron de ser organizaciones comunitarias a fuerzas paramilitares encargadas de mantener el orden establecido. También han actuado como fuerza de choque para reprimir protestas e intimidar a voces opositoras, incluidos políticos y activistas. Durante las manifestaciones antigubernamentales de 2017, por ejemplo, colectivos fueron desplegados en motocicletas para dispersar multitudes, atacar a manifestantes y amenazar a los líderes locales de la oposición.
El protector fronterizo
La guerrilla del ELN se fundó en Colombia en la década de 1960, pero su consolidación y expansión en regiones estratégicas de Venezuela lo han convertido en un grupo armado binacional. La guerrilla coopera con sectores del régimen de Maduro, proporcionando control territorial, social y político a cambio de acceso a rentas criminales derivadas de la minería ilegal, el tráfico de drogas y el comercio transfronterizo. Sin embargo, aunque el ELN ha sido un ferviente defensor del proyecto político chavista, aún no está claro hasta dónde llegaría para defender al gobierno de Maduro.
Una parte significativa de la frontera entre Colombia y Venezuela está controlada por el ELN. La guerrilla es ahora la principal autoridad en muchos de los pasos clandestinos de los estados de Apure, Zulia, Táchira y Amazonas. Gracias a ese control territorial, el ELN también regula el flujo de mercancías legales e ilegales —incluidos cargamentos de cocaína— que ingresan a Venezuela desde Colombia, funcionando en la práctica como una autoridad aduanera y regulador del trasiego de cocaína. Su presencia, sin embargo, ya se extiende más allá de la frontera, con estructuras consolidadas en estados como Monagas, Bolívar y Anzoátegui.
El ELN cuenta con una estructura militar altamente organizada, en la que cada frente tiene amplia autonomía operativa y económica. Este diseño ha fortalecido su capacidad de expandirse, adaptarse y sostener operaciones prolongadas. Su modelo descentralizado también ha permitido que el ELN se replique en amplios territorios, consolide poder local y mantenga un flujo constante de recursos sin depender de un único centro de mando. El grupo está organizado en ocho Frentes de Guerra, tres de los cuales operan dentro de Venezuela.
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