Publicado: noviembre 23, 2025, 8:30 am
Una de las relaciones sobre las que más se ha hablado últimamente ha sido la que en su día estuvo formada por Lily Allen y David Harbour. Pese a llevar separados más de 10 meses, el lanzamiento del álbum de la artista West End Girl, tras 7 años sin sacar música, ha sido la explicación pormenorizada del fin del matrimonio que, hasta entonces, no había trascendido más allá de conocerse que el motivo fue la infidelidad del actor de Stranger Things.
El disco profundiza en los sentimientos de la cantante cuando empezó a ver las grietas de su relación, un durísimo momento para ella y sus dos hijas, Marnie y Ethel, de su anterior matrimonio con Sam Cooper, constructor y decorador. Pero antes de que sucediera eso, Lily llevaba varios años divorciada y soltera cuando se cruzó con el actor en la aplicación de Raya en 2019.
Tras empezar a hablar, tuvieron su primera cita en un exclusivo restaurante en Londres y saltó la chispa entre ellos. Los fans no descubrieron que había un nuevo romance en el universo celebrity hasta que no acudieron juntos a un combate de boxeo. Y, las cosas iban tan bien entre ellos que un mes después estaban protagonizando su primer posado oficial en una alfombra roja, concretamente en la gala Champions for Change en Nueva York.
En abril de 2020 fue cuando comenzaron los rumores de que se habían prometido, ya que la artista apareció en su Instagram luciendo un anillo con un diamante en una fotografía. Un paso que dieron en septiembre de 2020 cuando se supo que habían conseguido una licencia matrimonial en Las Vegas. Apenas unos días después, con las imágenes de la celebración en su perfil de Instagram, confirmaron que se habían casado en una ceremonia íntima y poco convencional donde el maestro de ceremonias iba vestido como Elvis.
Por lo que se ha conocido a raíz de las canciones de Lily Allen, el suyo era un matrimonio abierto, pero con normas que el actor incumplió. Por ejemplo, habrían acordado tener encuentros con discreción y con personas que fueran desconocidas, dos de los varios límites que David habría cruzado. Tras varias desavenencias, un amigo de la cantante reveló en diciembre de 2024 para el medio Mail Online que se separaban.
Del golpe a la reconstrucción
Entre las consecuencias psicológicas de cualquier infidelidad se encuentra la pérdida de confianza, ansiedad, baja autoestima o incluso trastornos del sueño. Un terremoto emocional que para Lily habría sido aún más intenso por toda la presión mediática. Por eso es muy significativo que lo haya dejado salir a través de la música, siendo algo que también han hecho otras artistas como Rosalía con LUX.
Convertir el dolor en arte, como ha hecho la inglesa, es un paso para procesar lo que ha ocurrido, ordenar las emociones y, una vez lanzado, compartir su experiencia y hacerla menos solitaria, un peso colectivo que sus fans ayudan a sostener. Esto se convierte en una vía de validación por parte del público, ya que la reparación que supone soltarlo y desprenderse de ello, es una especie de cierre simbólico de esta etapa.
Pero más allá del disco, el trabajo personal de Lily Allen después de estas experiencias, es algo fundamental. Superar una infidelidad pasa por revisar los límites, reconstruir la autoestima y, en definitiva, replantearse qué quiere en un futuro y por qué cosas no está dispuesta a volver a pasar. El duelo por haber terminado esta relación no significa olvidar lo que le ha pasado con su ex, sino impedir que defina lo que está por venir después para el corazón de la artista.
