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Implosión demográfica, pensiones y crisis fiscal en México

Publicado: marzo 21, 2025, 1:00 am

En 2023 la población total de México era de 129.5 millones de personas, con una dinámica demográfica en proceso franco de desaceleración. Pronto cruzaremos el punto de inflexión, para empezar a decrecer en términos absolutos, dada una tasa de fecundidad cada vez menor. Hoy en día la tasa de fecundidad es apenas de 1.6 hijos por mujer en promedio. En 2018 fue de 2.07 hijos por mujer. (La tasa de reemplazo, para mantener una población estable, es de 2.1 hijos por mujer). La población en México comenzará a reducirse en términos absolutos alrededor del 2050, con un máximo alrededor de 140 millones de habitantes. Además de la baja en fecundidad hay que considerar la emigración: 1.2 millones de mexicanos emigraron del país entre 2018 y 2023, esto es, 459 mil personas más que entre 2013 y 2018. Los mexicanos huyen de la falta de oportunidades y de la violencia. En el mismo período se redujo la población de jóvenes, y aumentó la de 60 años y más de 12.3 a 14.7%. La esperanza de vida probablemente seguirá ascendiendo de manera inercial (hoy en día es de 75 años, la misma que en 2018). Esto hará que se expanda aún más la proporción de población vieja. La estructura de la población deja de parecerse a una “pirámide” (con más jóvenes en la base) y cada vez se parece más a un “obelisco” (con más viejos en la cúspide). Hay menos trabajadores en relación a adultos mayores retirados o pensionados, dependientes. El porcentaje de población conyugalmente casada se redujo de 40% a 36% entre 2018 y 2023. Esto limita la red autónoma de protección social a los viejos. Curiosamente, la población que se identificó como “indígena” en 2023 representó 30.3% del total. Sin embargo, sólo hay 5.9% de auténticos indígenas, hablantes de lengua indígena. Es claro que tiene ventajas autoidentificarse como “indígena”; privilegios y más subsidios y pensiones no contributivas. Gracias a la destrucción del sistema de salud, el porcentaje de población afiliada a alguna institución de salud bajó, entre 2018 y 2023, de 82% a 62%; una verdadera tragedia. (Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica, INEGI), lo que tendría que revertirse con mucho mayor gasto público.

La dinámica demográfica descrita implicará un menor crecimiento económico, más aún, por el muy bajo crecimiento en la productividad en México, resultado de un pobre sistema educativo, un sistema de salud devastado, y baja inversión en infraestructura productiva y bienes de capital (la inversión pública va fundamentalmente a obras faraónicas improductivas). El envejecimiento de la masa de trabajadores conlleva una menor intensidad de trabajo (menos horas laborales); mientras que una baja edad de retiro aumenta artificialmente la base de pensionados.

El ahorro total tiende a disminuir, dado que los viejos consumen una proporción mayor de su ingreso, lo que limita aún más los recursos para inversión. Los viejos pagan proporcionalmente menos impuestos. El hecho es que, ante una recaudación fiscal que se contrae, el gasto en pensiones aumenta exponencialmente, más aún con políticas populistas de multiplicar pensiones no contributivas (“del Bienestar”). Además, los viejos demandan un mayor gasto en salud, lo que compite y desplaza al gasto en educación que podría aumentar la productividad, aunque requeriremos menos escuelas y maestros ya que habrá menos niños. Peor, el bajo o nulo crecimiento económico en México durante los gobiernos populistas, y la reducción en el ingreso per cápita (como ha sucedido entre 2018 y 2024, y sucederá en 2025) limita aún más las posibilidades para financiar un sistema de pensiones. Seguiremos siendo pobres, antes de poder financiar a los viejos.

Por otro lado, absurdas regulaciones urbanas impiden la densificación en zonas habitacionales contribuyendo a deprimir el valor de las propiedades, a reducir el patrimonio de los viejos en retiro, a diluir relaciones de soporte social, y a expulsar población. Hoy tenemos barrios enteros en abandono y decadencia (como el mío, Romero de Terreros) con casas enormes deterioradas y casi desiertas.

En 2024, el gobierno populista de México gastó casi 2 billones de pesos en pensiones contributivas y no contributivas (del “Bienestar”, como la mía, que no necesito). Esto equivale al 22% del gasto público, y a casi el 6% del PIB, cifras con crecimiento exponencial, totalmente insostenibles. Es una bomba fiscal, que no será desactivada porque representa un pilar clientelar y de compra de votos esenciales para el régimen; tendremos más déficit fiscal y endeudamiento.

Un gobierno responsable tomaría decisiones dolorosas: aumentar la edad de jubilación, congelar o eliminar pensiones no contributivas (del Bienestar), generar un programa de empleo para viejos y aumentar horas trabajadas, elevar la productividad, rediseñar las AFORES, restablecer el Seguro Popular, y promover la densificación urbana. Pero no va a ocurrir, porque el régimen populista autoritario se quedará, al parecer, indefinidamente, gracias a subsidios clientelares masivos. Asistimos a una implosión demográfica, fiscal, social, y económica. Pero, el régimen se endeudará masivamente antes que perder el poder.

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