Publicado: septiembre 8, 2025, 3:00 am
La FGR y la Secretaría de Marina capturaron el martes pasado al vicealmirante Manuel Farías Laguna, excomandante de la 12ª Zona Naval en Puerto Vallarta, acusado de encabezar, junto a su hermano prófugo, el contraalmirante Fernando Farías Laguna, una red de huachicol fiscal y delincuencia organizada. Un juez federal emitió órdenes de captura contra ellos y 11 mandos navales y empresarios integrantes de su organización, de las cuales seis ya fueron cumplimentadas. Ambos son yernos de una hermana de Rafael Ojeda, el secretario de Marina de Andrés Manuel López Obrador. El vicealmirante fue secretario particular de su tío político, un cargo de máxima confianza que le permitió un ascenso meteórico en la jerarquía y dio una fachada de impunidad para expandir sus negocios.
El golpe ha sido demoledor, porque el caso sacude a la Marina y muestra cómo el nepotismo corroyó lentamente la solidez de una institución que durante décadas fue ejemplo de disciplina, lealtad, valor, rectitud incuestionable y patriotismo. La acusación destruye esa imagen de integridad al mostrar una corporación venerada en el pasado, pero ahora exhibida como terreno fértil para las redes de favoritismo y los intereses corruptos que minan su autoridad moral.
Este caso vuelve a dejar en entredicho el discurso de AMLO, que prometía erradicar el favoritismo, porque el nepotismo terminó siendo la vía para blindar a quienes aprovecharon el poder para beneficio propio.
El caso de los dos hermanos impacta directamente la herencia política de AMLO, porque durante su gobierno la lucha contra el robo de combustibles fue presentada como una victoria histórica aunque los datos indican que el huachicoleo creció de 2018 a 2024. El aldeano mintió, porque hoy, con las detenciones de personajes ligados al círculo más cercano de su secretario de Marina, se corrobora que las redes criminales sobrevivieron incrustadas en la cúpula misma de la dependencia encargada de combatirlas.
El caso también consolida aún más la buena imagen de la presidenta Claudia Sheinbaum, porque la acción de la FGR le permite proyectar firmeza y autonomía respecto a su antecesor y presentarse como una gobernante dispuesta a enfrentar la corrupción sin importar apellidos ni padrinazgos, reforzando la idea de que su gobierno opera bajo reglas propias. Sin embargo, lo que para algunos será prueba de independencia, para otros, dentro y fuera de Morena y la 4T, puede ser persecución política disfrazada de justicia. De cualquier forma, el mensaje es claro: la red de protección que durante años blindó a ciertos personajes empieza a resquebrajarse.
La captura de Farías Laguna y otros cinco, así como la búsqueda de su hermano, muestra que los vínculos familiares no bastaron para detener la acción de la justicia, al menos en este caso.
Será ahora en los tribunales donde se confirmará si existen pruebas para desmantelar o no la red criminal que actuó en Marina, pero el solo hecho del arresto empaña más la herencia del obradorismo y desbarata parte del discurso de la Cuarta Transformación. El desenlace marcará no solo el futuro de dos almirantes caídos en desgracia y sus cómplices, sino también la credibilidad del proyecto político que prometió cambiar la vida pública del país.
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