Publicado: marzo 30, 2025, 9:30 pm
La Casa Blanca ha admitido su error. Su portavoz, Karoline Leavitt, reconoció este jueves que el Gobierno de Estados Unidos cometió un «error» al utilizar un chat para discutir los planes de un ataque militar en Yemen en el que se incluyó a un periodista por equivocación. Es un mea culpa a regañadientes y llegó horas después de que el periodista en cuestión diera más detalles de todo lo que allà se contó.
En EEUU lo han llamado el ‘Signalgate’ y parece el guión de una pelÃcula mala (de esas cuya premisa inicial no te crees), pero ha ocurrido en la realidad. El gabinete de Donald Trump, sin el presidente, compartió información militar altamente sensible en un chat de Signal, una aplicación de mensajerÃa con sede en Suiza. Es segura para un usuario normal, pero no lo suficiente para un Gobierno que debe tomar todas las precauciones posibles, porque el espionaje y el ciberespionaje existen (rusos y chinos lo saben bien).
Goldberg, protagonista de la historia
La historia tiene como protagonista a Jeffrey Goldberg, periodista y actualmente es redactor jefe de The Atlantic, una revista liberal fundada en 1857. La publicación es liberal en términos norteamericanos. De hecho, la actual propietaria es la activista polÃtica de izquierdas Laurene Powell Jobs.
Goldberg se incorporó a The Atlantic en 2007 como corresponsal nacional y se convirtió en redactor jefe en 2016. Sus reportajes han ganado numerosos premios, entre ellos el National Magazine Award, el Daniel Pearl Award, el Overseas Press Club Award y el International Consortium of Investigative Journalists Prize.
El martes 11 de marzo, Goldberg recibió una solicitud de conexión en Signal de un usuario identificado como el Asesor de Seguridad Nacional Michael Waltz. Dos dÃas después, vio cómo le incluÃan en un grupo de discusión (un chat grupal) llamado Houthi PC small group (Pequeño grupo PC hutÃ). ¿A dónde llevaba este hilo de Ariadna? Como buen periodista, el redactor jefe de The Atlantic comenzó a tirar.
Esto no puede ser verdad
La lista de participantes del grupo de Signal incluÃa a 18 personas. Goldberg vio que entre ellas estaba el vicepresidente J.D. Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; la directora Nacional de Inteligencia, Tulsi Gabbard; o el enviado especial de Trump encargado de las negociaciones de alto al fuego con Rusia y Ucrania, asà como en Gaza, Steve Witkoff.
Demasiado increible para ser verdad, pensó el periodista. De entrada, creyó que se trataba de actores malintencionados que intentaban usurpar la identidad de altos funcionarios de la administración de Trump en un intento de generar desinformación. Asà lo ha contado en su revista.
Como periodista está obligado a pensar mal, a ir más allá y a desconfiar de los poderes, sean polÃticos o económicos, Goldberg barruntó la posibilidad de que la cosa fuera una treta de Waltz para hacerle llegar información. Tal vez el Asesor de Seguridad Nacional pretendÃa que The Atlantic publicara un artÃculo narrando lo bien que la administración de Trump se estaba ocupando de la crisis de seguridad en el canal de Suez que está afectando al comercio marÃtimo mundial.
Goldberg lo cuenta todo
Pero el periodista descartó esta posibilidad en cuanto se acordó de lo mucho que Trump y sus allegados desprecian a su revista. El ataque contra los hutÃes de Yemen del que se daba cuenta en el chat tuvo lugar el 15 de marzo.
El pasado lunes 24, Goldberg contó en un artÃculo en su revista lo que habÃa ocurrido: que muy altos funcionarios de seguridad nacional de EEUU habÃan compartido con él, por error, los planes detallados sobre el ataque contra Yemen. El periodista explicó que la documentación volcada en el grupo incluÃa detalles sobre las armas utilizadas, los objetivos y el horario programado del ataque.
No podÃa creer que la cúpula de la seguridad nacional de EEUU estuviera hablando en Signal sobre planes de guerra inminentes»
«No podÃa creer que la cúpula de la seguridad nacional de Estados Unidos estuviera hablando en Signal sobre planes de guerra inminentes«, ha escrito el redactor jefe de The Atlantic. Tampoco podÃa creer que el asesor de Seguridad Nacional le hubiera incluido por error en el debate con estos altos cargos. Sus dudas se disiparon cuando Hegseth envió un mensaje al grupo informando de que las primeras explosiones se producirÃan en dos horas, lo cual finalmente ocurrió.
Asunción de responsabilidades, pero…
La conversación también expuso divisiones sobre la polÃtica exterior de EEUU, especialmente entre Vance y Trump. El desprecio por Europa ocupó un lugar central en los agitados debates del grupo de Signal. Pese a las reservas de Vance (que no querÃa hacer un favor a los europeos), finalmente se decidió realizar ataques rápidos contra los hutÃes para restablecer la circulación en el canal de Suez.
Asumo toda la responsabilidad. Yo hice el grupo. Es vergonzoso»
Al dÃa siguiente, Waltz asumió la responsabilidad de tan enorme brecha de seguridad. «Asumo toda la responsabilidad. Yo hice el grupo. Es vergonzoso. Vamos a llegar al fondo del asunto», comentó en una entrevista en un programa de la cadena Fox News. Claro que no dejó pasar la oportunidad de despreciar al mensajero. Waltz dijo que solo conocÃa a Goldberg «por su horrible reputación» y que era «la mayor escoria de entre los periodistas». Luego añadió: «Lo conozco en el sentido de que sé que odia al presidente, pero no le envÃo mensajes. No estaba (guardado) en mi teléfono».
El resto de la administración de Trump, especialmente a través del presidente y el vicepresidente, intentó minimizar la importancia del escándalo. Cuando se preguntó al presidente, éste dijo no saber «nada al respecto». Luego reconoció: «No soy muy fan de The Atlantic. Para mÃ, es una revista que va a la quiebra. No es una gran revista, pero no sé nada al respecto«. El mandatario declaró más tarde que Waltz «habÃa aprendido la lección».
La Casa Blanca intentó restarle importancia
El miércoles ya se dijeron algunas mentiras. Trump volvió a restar importancia al asunto y afirmó que en ese chat solo se compartieron «detalles» sin mayor importancia. Y el Pentágono comentó a la prensa que las revelaciones de The Atlantic demostraban que «no habÃa material clasificado o planes de guerra» en ese chat y que lo único que estaba haciendo Hegseth era actualizar a sus colegas «sobre los planes que estaban en marcha y que ya se habÃa transmitido a través de canales oficiales».
No soy muy fan de ‘The Atlantic’. Para mÃ, es una revista que va a la quiebra. No es una gran revista, pero no sé nada al respecto»
En esa lÃnea, varios miembros de la Administración negaron que se hubiera compartido información clasificada sobre operaciones militares. Para dejar las cosas claras y que la verdad resplandeciera, The Atlantic decidió hacer públicos los mensajes que demostraban que los altos mandos del Gobierno informaron en el chat de Signal de planes de ataque contra los hutÃes de Yemen.
«Por regla general, no publicamos información sobre operaciones militares si dicha información pudiera poner en peligro la vida del personal estadounidense. Por eso, optamos por describir la naturaleza de la información compartida, no los detalles especÃficos de los ataques», escribió Goldberg en su segundo artÃculo al respecto.
Este jueves, la CNN contó que la información que el secretario de Defensa reveló en el chat de Signal con los altos funcionarios de seguridad nacional era «altamente clasificada» en el momento de su redacción. La operación militar de la que Hesgeth compartió información a altos cargos de seguridad de Estados Unidos ni siquiera habÃa comenzado, por lo que el contenido de la operación era especialmente sensible, según publicó la cadena de noticias.
No publicamos información sobre operaciones militares si puede ponerse en peligro la vida del personal estadounidense. Por eso, optamos por no dar detalles especÃficos de los ataques»
Ese mismo dÃa, la Casa Blanca admitió su «error» con el chat. Su portavoz aseguró que estaban «investigando el asunto para asegurarnos de que no vuelva a ocurrir». Frente a las preguntas de la prensa por la investigación interna, Karoline Leavitt no ofreció nuevos detalles pero defendió que el Gobierno se habÃa mostrado «increÃblemente transparente sobre toda esta situación».
¿Tan grave es lo ocurrido?
Lo ocurrido en el chat de Signal supone un error sin precedentes que refleja una flagrante falta de atención. Muchos analistas de la prensa estadounidense consideran que el caso ejemplifica la indolencia en la que parece haberse instalado la nueva y todopoderosa Administración (como su hubiera sido elegida no por la mitad del paÃs sino por todo él).
Estamos investigando el asunto para asegurarnos de que no vuelva a ocurrir»
Un excomandante militar estadounidense de alto rango explicó esta semana a la CNN que la información compartida podrÃa permitir al enemigo evacuar zonas objetivo, como centros de mando y control hasta puntos de comunicación y posiciones de tiro. Además, les permitirÃa acumular armas antiaéreas y antimisiles para abrumar a los pilotos estadounidenses. «Hasta que se produzca el ataque, es absolutamente clasificado, ya que la vida de nuestros pilotos depende de la confidencialidad», apuntó.
El intercambio de información sensible ocurre precisamente cuando la oficina del secretario de Defensa acaba de anunciar una ofensiva contra las filtraciones de ese tipo. En EEUU, el manejo de información de defensa nacional está estrictamente regido por la centenaria Ley de Espionaje, incluidas disposiciones que tipifican como delito retirar dicha información de su «lugar de custodia apropiado», incluso a través de un acto de negligencia grave.
Además, lo presenciado por Goldberg podrÃa constituir una violación de la Ley Federal de Registros y la Ley de Procedimiento Administrativo, dos leyes que regulan las prácticas de los funcionarios federales en materia de conservación y divulgación de documentos relacionados con la seguridad nacional de Estados Unidos.
Cómo sera de grave lo sucedido, que, de manera inédita desde la reelección de Trump, los lÃderes del Partido Republicano han pedido que se abra una investigación sobre lo que podrÃa resultar ser «un problema polÃtico mayor», lo que ha dividido al partido en dos (los MAGA frente a los republicanos clásicos).