Publicado: mayo 11, 2025, 7:30 am
Mi casa parece un museo de auriculares. Hay quien colecciona mecheros, monedas, sellos o zapatos. Yo colecciono auriculares y tengo unos 50-55 modelos. Van pasando los años, van llegando innovaciones que ya consideramos esenciales y yo voy probando: con cancelación de ruido, abiertos, cerrados, dejo el cable por un tiempo para probar un DAC inalámbrico, retomo modelos arcaicos comprados de saldo… pero siempre hay unos que están encima de la mesa. Los auriculares que uso diariamente son de Apple, son baratísimos y son los que siempre echo en la maleta cada vez que tengo cualquier tipo de viaje.
Esto no es una contradicción: soy la misma persona que quiere que los AirPods Max 2 sean un prodigio tecnológico, donde Apple ponga todo su saber hacer y lance un modelo capaz de reproducir música inalámbrica en una calidad muy superior a los estándares del Flac y el ALAC. Es decir, reconozco la calidad de unos AirPods 4 y lo bien que van con Apple Music Classical y el audio espacial. Pero te prometo que si tengo que elegir, a sangre fría, prefiero mis EarPods a cualquier modelo de Airpods. Déjame argumentar por qué.
50 auriculares, solo unos para conquistarlos a todos
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A lo largo de estos veinte años he tenido por casa cientos de modelos. Los supraaurales eran mi debilidad. HiFiMan, Audeze… todavía tengo pendiente probar los Focal Bathys. Y sigo usando los Sony WH-1000XM3 que pueden verse en la foto de arriba: en general me chiflan porque ofrecen una escena completa, pero muchos no me los puedo permitir porque algunos superan los mil euros por par. Con AKG tengo una relación de amor-odio, igual que con algunos modelos actuales de Bang & Olufsen. Pruebo muchos IEM porque son mi debilidad y tengo un montón de opciones (LetShowuder, Moondrop, Linsoul, KZ…). Al final siempre acabo confiando en Apple por una cuestión de ecosistema.
En 2005 me compré mis primeros casos de Apple, con conexión mini-jack. En realidad ya venían unos auriculares con el iPod Classic y todavía los conservaba, pero compré este segundo par para llevar al trabajo y tener siempre un recambio. Diseño redondo (tipo botón), suaves, color blanco como la cerámica y la característica franja gris: un icono. En aquellos días, todo lo que venía de Apple me parecía tocado por la gracia divina. Reconozco que no tenía un gran criterio ni experiencia en el mundo del audio, pero me sonaban como el cielo.
Los EarPods propiamente dichos no llegaron hasta 2012, acompañados del iPhone 5, con un diseño inspirado en los cascos de los Stormtroopers de Star Wars, o eso decía su diseñador, Jonathan Ive. Más calidad de sonido, más comodidad y unos 29 euros que rascaban al bolsillo. Tampoco me importó.
Apple EarPods con Clavija de 3,5 mm (conexión mini-jack)
Luego me compré mi primer iPhone y llegó el cambio. Tal vez lo recuerdes: con el iPhone 7 en 2016, Apple eliminó el puerto de 3.5 mm, y se lio un debate que duró semanas. Fue uno de los primeros fabricantes en dar este volantazo, algo muy controvertido en un mercado donde la conexión de auriculares se vendía como una funcionalidad más. Apple alegó que a menos puertos, mejores grados de protección IP y más espacio para otras innovaciones.
El caso es que este movimiento trajo primero el adaptador y luego el nacimiento de los EarPods con conector Lightning. Y claro, tampoco tardé en comprármelos.
Apple EarPods con Conector Lightning
Y luego pasaron los años y en 2023, con la Unión Europea imponiendo el estándar del USB-C en el iPhone 15, Apple hizo lo propio y sacó unos EarPods con conector USB-C, alineándose con las regulaciones —y marcando el fin de los modelos con conector Lightning, aunque todavía se puedan adquirir—. Y a que no sabéis qué: se escuchan mejor que nunca, con algo más de impedancia. Y sí, me hice con otro par. Y ahora te voy a contar por qué.
Apple EarPods (USB-C)
7 razones por las que sigo usando EarPods en 2025
No es romanticismo ni nostalgia, no vivo aislado de la realidad. Hay muchas razones. Claro, la pregunta que me hacen muchos amigos es: «entonces, ¿por qué te compras otro tipo de cascos si siempre vas con los mismos auriculares de Apple?». Bueno, hay una primera respuesta: porque en parte me dedico a ello, siento la responsabilidad y el deseo de probar, de conocer, de experimentar y descubrir qué están ofreciendo las marcas. Algunos pasan por mis manos y se quedan en casa, otros se quedan en la tienda.
Pero al final siempre volveré a los EarPods. Tengo mis razones:
- Son muy cómodos en la oreja, tengas gafas o no. Y eso hace que pueda usarlos durante horas sin cansarme. No se aplastan como los supraurales con cancelación de ruido —tipo ventosa—, ni exigen aplastarlos contra el pabellón auditivo como los circumaurales.
- Parecen endebles pero son bastante robustos para su sencillez de construcción y se me caen menos cuando hago cardio o bici que los AirPods. Ya, cada oreja es un mundo. Los EarPods se quedan anclados y aguantan muy bien. En parte, por el siguiente punto.
- No pesan nada. Pero nada, son aproximadamente 10 gramos en total: alrededor de 4 gramos por cada auricular y 2 gramos de cable y cuatro gramos el conector base. El del USB-C, de hecho, es más ligero que el primer modelo de conexión mini-jack.
- No necesitan carga. Y esto afecta a mis rutinas habituales: nunca tengo que preocuparme por comprobar si tienen bastante batería o no. Es una responsabilidad que me quito de la cabeza. Conectar y escuchar música, no hay que tocar botones para vincular, no tienes que sincronizar nada. No existe el problema de que el Bluetooth no los interpreta bien y tienes que volver a sincronizarlos o que un AirPod se escucha más alto o bajo que el otro.
- El micro funciona considerablemente bien. ¿Cómo puede ser que me digan por teléfono que me escuchan mejor con estos auriculares que con otros de 300 euros? Pues así es: la voz clara, el tono estable y firme. El cable siempre será el viejo confiable.
- Son muy baratos, y los he llegado a conseguir por 10 euros. Si los pierdo o se me rompen sufro entre cero y nada. Y a nadie le pesa hacerse con unos nuevos por 15 o 20 euros. Es que por ese coste ni me planteo otra opción.
- Se escuchan de maravilla porque no colorean el sonido —no tiene sentido enfocarlo de otra forma…. Son sorprendentemente planos: un gran disco se escuchará glorioso, uno mal grabado se escuchará pobre. Y es justo así como debe ser. Este apartado puede sonar controvertido pero sé lo que digo: los graves, limpios, sin distorsionar y la escena estéreo es envidiable. Conozco cada uno de sus puntos flacos y sé cómo sacarles jugo con una mínima ecualización para espaciar la escena de rangos intermedios. El resto de añadidos sobra.
- Y, finalmente, compatibilidad total con otros dispositivos, especialmente con los de Apple: sé que solo puedo subir y bajar el volumen o pausar la música, no puedo saltar entre canciones, pero tampoco lo echo de menos y si tengo las manos ocupadas se lo pido a Siri y listo (hay que mantener el dedo sobre el botón y se activa). Además es algo que puedes hacer en Apple Music desde el iPad, el Mac o los iPhone de cualquier generación. Lo que funciona en unos funciona en el resto.
Y ese es mi alegato. Los diseñan en Cupertino, California, los ensamblan en Vietnam y los exportan a 250 países. Es fácil encontrarlos en cualquier Apple Store y es más fácil todavía confundirse y toparse con versiones que son clones aún más baratos.
Yo solo los compro en la web oficial, el diseño no ha cambiado desde 2012, con ese estilo tipo gota o “boca de dragón”, y los distingo con solo verlos. Pero es importante «leer» el embalaje para diferenciarlos: han simplificado el embajale por cartón reciclado, ya no hay ni estuche. Por lo demás, voy a seguir escuchando algo de música y a seguir trabajando con los EarPods, hasta que aguanten. O hasta que se dejen de fabricar.
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La noticia
He usado más de 50 tipos de auriculares y sigo quedándome con este viejo modelo de Apple. Valen menos de 20 euros
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Isra Fdez
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