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Frialdad y exigencias: el acercamiento económico de Sánchez a China coloca a España a contracorriente de la política comercial de EE.UU.

Publicado: abril 16, 2025, 3:30 pm

El acercamiento de Pedro Sánchez a China ha colocado a España como un país a contracorriente de la política comercial de EE.UU., uno de sus grandes socios, y ha profundizado en el desapego diplomático entre Washington y Madrid, que ha quedado en evidencia desde el regreso de Donald Trump al poder. La frialdad y las exigencias con las que esta semana el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, ha tratado al ministro de Economía español, Carlos Cuerpo, son una evidencia de ello. La visita de Sánchez a Pekín, su entrevista con Xi Jinping y su llamamiento a reformular la política comercial de la Unión Europea con China no han tenido el don de la oportunidad , al menos desde el punto de vista de mantener una buena relación trasatlántica. La apuesta por el acercamiento a China ha ocurrido en el mismo momento en el que la Administración Trump busca exactamente lo contrario: aislar al gigante asiático . Y busca hacerlo a través de un arma de gran calibre: la negociación de aranceles con sus países socios. Esa es la estrategia que Trump va a utilizar, según ‘The Wall Street Journal’, durante la actual moratoria de 90 días que el presidente de EE.UU. anunció la semana pasada, en medio del desplome de los mercados, horas después de que entraran los abultados aranceles recíprocos. En la negociación con sus socios comerciales para evitar esos aranceles -en el caso de la Unión Europea, y por lo tanto de España, del 20%- exigirá que limiten la entrada de productos y compañías chinos en sus mercados a cambio de tasas menos severas. Con el acercamiento a China, Sánchez y España se han convertido en el gran exponente de los movimientos de sus aliados tradicionales que Trump quiere evitar. Por eso, Bessent advirtió al presidente del Gobierno de forma directa que esos movimientos hacia Pekín son «como cortarse el propio pescuezo» . Y por eso el encuentro entre Cuerpo y el secretario del Tesoro en Washington, el primer encuentro entre ministros de ambos Gobiernos, evidenció ese malestar. El ministro español aseguró a la prensa tras la reunión que la conversación había sido «muy constructiva» y una «primera toma de contacto muy buena para seguir manteniendo relaciones». También dijo que fue una conversación «abierta y franca». En un comunicado escueto posterior al encuentro, el secretario del Tesoro se limitó subrayar sus exigencias: la «necesidad de mayor gasto en Defensa por parte de España en el contexto de la OTAN» y la «continua oposición de EE.UU. a los impuestos a servicios digitales impuestos por España y otros países (una referencia a la llamada ‘tasa Google’), además de otras barreras no arancelarias». De estas últimas, Bessent no dio detalles. Esas exigencias de EE.UU. no son ninguna novedad y es habitual que estos comunicados sean cortos, pero suelen estar aderezados de referencias amables a la relación entre ambos países. Quizá no era esperable que Bessent tratara a Cuerpo con la efusividad que regaló a Javier Milei , el presidente de Argentina -gran aliado de Trump y una estrella entre los conservadores de EE.UU.-, con quien se reunió en la víspera en Argentina. Pero sí podría haber estado a la altura de la amabilidad que tuvo con el primer ministro de Jordania, Jafar Hassan, con el que se reunió después de hacerlo con Cuerpo. O podría haber incluido una alusión a «reafirmar la importancia de la relación económica» que Bessent dedicó hace unos días a su homólogo alemán, Jörg Cookies. La frialdad de Bessent hacia Cuerpo es solo una confirmación de la falta de sintonía que ha dominado las relaciones diplomáticas entre Sánchez y Trump. El presidente del Gobierno está muy lejos de recibir una invitación para visitar la Casa Blanca. La primera llamada entre ambos Gobiernos fue entre altos cargos de tercer nivel, un secretario de Estado de Exteriores y un subsecretario del Departamento de Estado. El primer contacto entre los jefes de la diplomacia de ambos países, José Manuel Albares y Marco Rubio, no ocurrió hasta comienzos de este mes, para cuando el secretario de Estado de EE.UU. ya había mantenido contactos con decenas de países de todo el mundo, muchos de ellos de peso similar o inferior al de España.

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