Publicado: febrero 22, 2025, 10:07 pm
La fabricación flexible en la industria española está de moda. Las factorías aprovechan la tecnología para adaptar su producción con rapidez a distintos productos o volúmenes, en función de la evolución de la demanda. Sectores como el automovilístico o el de alimentación son los más avanzados en este ámbito, impulsados sin duda por el efecto pandemia. La ingeniera industrial Sofía Almau Rodrigo, especialista en gestión de equipos multidisciplinares, mejora de procesos, gestión de proyectos y personas y docente en el centro de formación online SEAS Estudios Superiores Abiertos, del Grupo San Valero (Zaragoza), explica las posibilidades que ofrece la producción flexible: «Es una forma de gestionar que permite a las empresas adaptarse rápidamente a los cambios del mercado y la demanda. Antes, los clientes comunicaban qué querían comprar y la producción estaba más estandarizada. Ahora, la gente quiere todo mucho más personalizado y lo quiere de hoy para mañana. Y en las instalaciones hay que cambiar los moldes o adaptar piezas. La producción flexible facilita afrontar las variaciones de la demanda y de los clientes, pero siendo rentables, optimizando los costes, los procesos y la mano de obra». El Covid y los distintos confinamientos forjaron un contexto que favoreció la evolución de la industria para acompasar los cambios a una nueva realidad. «La pandemia -señala Almau- supuso rupturas en la cadena de suministro, cambios muy abruptos en la demanda. Se modificó el consumo y las empresas tuvieron que adaptarse rápidamente. Para seguir siendo competitivas, las compañías modificaron sus procesos y su manera de gestionar. En Aragón, empresas como Schmitz Cargobull Ibérica, MRA, Litera Meat o Prefabricados Agustín comenzaron procesos de implantación de producción flexible». Los beneficios de la producción flexible son múltiples: reducción de costes, la capacidad de adaptación a la satisfacción del cliente, optimización de recursos, mejora de la calidad del producto. La ingeniera muestra ejemplos de estos procesos: «Por ejemplo, en Prefabricados Agustín deben adaptar, implantar mejora continua, asumir fórmulas para cambiar los moldes en los que fabrican paneles muchísimo más rápido, para reducir los tiempos sin que repercuta en los costes del producto. O MRA, que fabrica piezas para la automoción con moldes. No solo busca cambios rápidos. La polivalencia de los operarios también entra dentro de la producción flexible. Antes un empleado tenía formación en el funcionamiento de una máquina. Ahora en muchas, para que puede trabajar en todas ellas. Pueden integrarse en equipos de trabajo de mejora continua, lo que genera satisfacción». Para mejorar los procesos, debe estudiarse a fondo el nuevo escenario, eliminando transportes, acercando puestos de trabajo para que los operarios recorran menos metros… Según Almau, esta primera parte de la adecuación no precisa mucha inversión, «pero ya te da un gran retorno». «Se comienza con acciones de impacto inmediato que causan beneficios. Con ellos, ya se pueden realizar las inversiones importantes necesarias para digitalizar y automatizar», añade. La multinacional Gestamp es una de las referencias en España en producción flexible. Especializada en el diseño, desarrollo y fabricación de componentes metálicos de alta ingeniería para los principales fabricantes de vehículos, la compañía implementa productos con el objetivo de que los automóviles sean más seguros y ligeros, consuman menos energía y se reduzca su impacto ambiental. Sus productos cubren las áreas de carrocería, chasis y mecanismos. La empresa, presente en 24 países, dispone de 115 plantas de producción, 13 centros de I+D y una plantilla de más de 44.000 empleados en todo el planeta. Aloña Auzmendi, Advanced Manufacturing director de Gestamp, aclara que «en nuestro caso, lo que buscamos es que las instalaciones dejen de ser específicas, diseñadas para un producto y una previsión de volumen, y que pasen a ser genéricas». «En Gestamp, desarrollamos el modelo para poder utilizar los mismos medios para producir diferentes productos. Con la flexibilidad podríamos adaptar nuestras instalaciones productivas a cualquier tipo de producto», apunta. «En las instalaciones convencionales―–dice Auzmendi–― podemos llegar a tener sobrecapacidad. Nuestro objetivo es ir escalando, en función de la necesidad real. Contamos con dos palancas principales para conseguir la producción flexible. Una es instalar unidades de producción genéricas y modulares, que no estén concatenadas físicamente, pero sí unidas mediante AGV (Automatic Guided Vehicles), y la segunda palanca es ser capaces de mover los módulos de producción de manera ágil y automatizada. Estos vehículos autónomos (AGV) permiten la unión flexible entre diferentes instalaciones. Por la mañana puedo fabricar un producto en una instalación y por la tarde unir esa instalación con otra mediante AGV y producir otro producto diferente». Los AGV son parte fundamental de la fabricación flexible, pero en Gestamp presenta una particularidad, según Auzmendi: «En el sector, la mayoría de estas aplicaciones son para logística. Somos pioneros en introducir los AGV en la parte productiva». Para llevar a cabo el plan, Gestamp ha creado un software llamado ‘el cerebro’, el ‘brain’ del sistema, que está conectado con las unidades de producción y con el sistema de gestión de la flota de los AGV. El ‘brain’ manda órdenes de acción y recibe un ‘feedback’ en tiempo real que hace posible operar y sincronizar la producción. La flexibilidad va íntimamente unida a la conectividad, indica: «El uso de datos, mediante la aplicación de un IoT masivo, te da el potencial para la mejora continua de eficiencia y calidad. Usamos visión artificial, ‘machine learning’, ‘virtual factory’, y ahora estamos explorando la IA generativa para desarrollar el ‘talento aumentado’ en la fábrica». La robótica aporta nuevas posibilidades a los cambios productivos. Javier Miguélez, presidente de ARME (Asociación de Robótica Móvil Española), sostiene que es mejor la robótica móvil que la fija para lograr flexibilidad: «Por ejemplo, en una línea de montaje de 10 puestos, con una solución fija resulta muy complicado tener un puesto más. En una instalación con robótica móvil simplemente se añade uno y ya está». La segunda gran ventaja, para Miguélez, es la escalabilidad, «no es necesario comprar una nueva máquina». «Puedes ir añadiendo módulos y aumentar la capacidad del sistema -añade-. Y tienes también muchas facilidades con robótica móvil para cambiar el diseño». Cuando se habla de automatización y producción flexible, se piensa en automoción, pero hay otros sectores como alimentación, bebidas, calzado, donde se está aplicando, comenta el presidente de ARME: «Puede usarse en cualquier fábrica de gran consumo». Otra herramienta para mejorar la flexibilidad es el robot colaborativo, aquel artefacto que puede trabajar codo con codo con un ser humano. Entre sus ventajas, detalla Miguélez, se puede destacar que «no se necesita una valla para proteger al robot, lo que ahorra costes y supone un espacio más limpio; además, añade posibilidades al esfuerzo común». Las tecnologías disruptivas favorecen la evolución de la robótica móvil. «Los algoritmos de la IA —declara Miguélez— permiten que las decisiones sean más ágiles. En cuanto al ‘big data’, la gran ventaja que tiene utilizar robótica móvil o automatización es que la recolección de los datos es automática y esos datos se pueden convertir en información útil. Y el gemelo digital consiste en una simulación de un dispositivo real en un entorno virtual. Así se pueden visualizar cómo van a ser los cambios en función de las necesidades». Relata que España es líder en este ámbito: «Casi todas las plantas de automoción europeas, de fabricación, de montaje (Ford, Volkswagen, Jaguar…) tienen robots móviles, vehículos autónomos, hechos en España, diseñados por españoles, fabricados por españoles e instalados por españoles». «Tenemos mucho potencial para crecer en la robótica móvil industrial. Los españoles somos muy buenos instalando porque nos adaptamos muy bien, somos muy flexibles, y nos lo tenemos que creer», concluye.