La Unión Europea va tarde frente a Estados Unidos y China, eso es un hecho. En base a impulsar la tan repetida autonomía estratégica la Comisión Europea presentará este miércoles la llamada Brújula de Competitividad (Competitive Compass), un total de 30 medidas que serán el ‘edificio’ de la legislatura y que parece corta para las exigencias del contexto global. Por ejemplo, el documento, al que ha tenido acceso 20minutos, reivindica el concepto «Europa primero» a través del cual Bruselas priorizará a las empresas comunitarias en los concursos públicos. Esa es, de hecho, la idea más importante en las 22 páginas de informe.
Con todo, la foto general es vaga, porque no habla de nuevos fondos ni de iniciativas muy rompedoras. Por ejemplo, asume los retos planteados en el informe Draghi, pero no hay ni rastro de esos 80.000 millones de euros que en teoría necesita la UE para ser competitiva ante Washington y Pekín. «En un contexto en el que otros actores importantes imponen restricciones de acceso a sus mercados y tratan de aumentar la capacidad de fabricación en tecnologías críticas, Europa debe salvaguardar sus propias capacidades, recoge el documento.
La UE quiere ser menos burocrática y estar mejor preparada, pero la teoría ya se la sabe todo el mundo. «La revisión tiene por objeto reforzar la seguridad tecnológica y las cadenas de suministro nacionales, así como simplificar y modernizar las normas, en particular para las empresas emergentes y las empresas innovadoras», explican. A la prioridad de las empresas europeas se añade también otro matiz: se le cerrará la puerta a las empresas que se vean beneficiadas por subvenciones estatales de terceros países, porque Bruselas lo considera una especie de ‘dopaje’.
En esa línea, de hecho, se abrió un choque con China por el sostén del Gobierno del gigante asiático al coche eléctrico. «Cuando la competencia desleal amenace nuestro mercado único, también debemos utilizar las herramientas de protección a nuestra disposición, como el el control de las inversiones extranjeras directas, el control de las exportaciones y la vigilancia de las inversiones en el exterior», recoge el Compass. Así, la Comisión llama a «aplicar rigurosamente el Reglamento sobre subvenciones extranjeras», aunque asume que esa gestión «variará de un sector a otro».
¿Y lo común? También hay menciones a ello, aunque sea de puntillas. El documento llama a una compra y gestión conjunta de las materias raras. «Una coordinación más intensa entre los Estados miembros y formas de agregación de la demanda o compra conjunta a escala de la UE pueden aumentar la influencia frente a los proveedores extranjeros. Por ejemplo es vital para la competitividad de la UE garantizar un suministro fiable y diversificado de materias primas, ya que son insumos cruciales para los sectores energético e industrial», resumen desde la Comisión, dando por hecho que es un área fundamental para ‘pelear’ con China y EEUU, sobre todo ahora que está en boga la situación de Groenlandia, uno de los territorios más importantes del mundo en este sentido.
Todo esto casa con el lema de «producir más, mejor y más europeo» porque el objetivo es andar todo el camino que no se anduvo en el pasado, aunque Bruselas reconoce que desde 2020 se han hecho esfuerzos importantes. Pero no es suficiente. «La brecha de productividad con Estados Unidos se ha ampliado mientras que China se ha puesto al día y está ganando la carrera por el liderazgo en determinadas
tecnologías verdes. La diferencia de precios de la energía entre la UE y otras grandes economías pesa mucho en los costes industriales», avisa la Comisión Europea, con dependencias, dicen, que tienen «consecuencias cada vez más alarmantes».
En ese escenario, la Brújula a la que ha tenido acceso este periódico y que presentará Ursula von der Leyen parte de «dos requisitos básicos» que además ya vienen recogidos en el informe Draghi para «apoyar la competitividad de la Unión Europea». Por un lado, ese impulso pasa por «simplificar y acelerar el entorno normativo, reduciendo la carga y la complejidad excesiva y favoreciendo la rapidez y la flexibilidad«. Es decir, por reducir las cargas burocráticas. Y por otro lado, reza el documento, es clave «coordinar mejor las políticas a escala nacional y de la UE, en lugar de perseguir los objetivos por separado».
Eso, no obstante, no depende solo de lo que haga Bruselas. «Todas las instituciones de la UE, nacionales y locales deben hacer un esfuerzo sin precedentes para producir normas más sencillas y acelerar la velocidad de los procedimientos administrativos», alerta la Brújula, que pide «legislación proporcionada, estable y coherente». Ahora, ese logro puede alcanzarse, considera la Comisión, sin recurrir a nuevas fórmulas. «Los procedimientos de los Proyectos Importantes de Interés Común Europeo (IPCEI) se simplificarán y agilizarán. La propuesta de Marco Financiero Plurianual brindará la oportunidad de simplificar aún más el acceso a los instrumentos de financiación de la UE, actualmente fragmentados en demasiados programas», concluyen.
Esta Brújula de Competitividad está llamada a ser el sostén de la UE durante los próximos años, pero sin agitar demasiado el panorama. Bruselas da por hecho que con las iniciativas que hay por completarse se dan oportunidades suficientes para que la autonomía estratégica vaya haciéndose poco a poco realidad. Entienden que, en términos productivos e industriales, Estados Unidos y China van por delante. El objetivo es reducir esa distancia cada vez más rápido.