Publicado: noviembre 15, 2025, 11:30 am
El superordenador europeo JUPITER ha conseguido algo nunca visto: recrear paso a paso cómo funciona un procesador cuántico de verdad. El logro llega desde el Forschungszentrum Jülich, uno de los mayores centros de investigación de Europa, situado en Alemania, y especializado en supercomputación, energía, neurociencia y tecnología cuántica. Desde allí, sus científicos han logrado reproducir con un nivel de detalle sin precedentes la física interna de un chip cuántico, un hito que abre nuevas posibilidades para la investigación en todo el continente.
Lo que hace especial a esta simulación es la cantidad de información que mueve. Según el propio Forschungszentrum Jülich, cada operación del procesador cuántico simulado manipula más de dos cuatrillones de valores numéricos complejos. Son cifras difíciles de imaginar: un cuatrillón es un ‘1’ seguido de quince ceros. Es decir, una sola operación gestiona más datos de los que un ordenador normal podría manejar en toda su vida útil.
Para entender por qué es tan complicado, basta recordar que los ordenadores cuánticos funcionan de forma distinta a los actuales. En lugar de trabajar solo con ceros y unos, sus unidades básicas —los qubits— pueden estar en varios estados a la vez. Esta característica los hace muy potentes, pero también extremadamente difíciles de imitar con tecnología clásica.
Qué ha logrado JUPITER
La simulación realizada sobre JUPITER reproduce un procesador cuántico de 50 qubits, y hacerlo con precisión exige una memoria casi inconcebible: alrededor de 2 petabytes, lo que equivale a dos millones de gigabytes. Por ponerlo en perspectiva, harían falta unos 2.000 discos duros de un terabyte —los típicos que se venden en tiendas— para almacenar esa cantidad.
Esta exigencia de memoria es la razón principal por la que simular un ordenador cuántico completo ha sido, hasta ahora, un reto prácticamente inabordable incluso para los superordenadores más potentes del mundo.
El resultado, según informa el centro de investigación europeo, “supera el récord mundial anterior de 48 qubits, establecido por investigadores de Jülich en 2019 en la supercomputadora K de Japón”. “Esto demuestra la inmensa potencia computacional de JUPITER y abre nuevos horizontes para el desarrollo y la prueba de algoritmos cuánticos”, añaden.
No obstante, este hito no significa que ya exista un ordenador cuántico práctico de 50 qubits totalmente funcional —la tecnología aún tiene que superar desafíos como la corrección de errores o la estabilidad de los qubits—, pero sí permite probar algoritmos, anticipar problemas y avanzar más rápido hacia esos futuros sistemas.
Para Europa, supone un impulso estratégico: fortalece su posición en supercomputación avanzada y reduce la dependencia de infraestructuras externas en un campo clave para la ciencia, la industria y la seguridad digital.
Cómo ha sido posible este avance
Este logro no se debe solo a que JUPITER sea muy potente, sino a que combina varias ideas nuevas para aprovechar mejor su memoria y su hardware.
La primera clave está en los superchips NVIDIA GH200, que juntan en una misma pieza una CPU y una GPU. Esto permite que, cuando la memoria de la GPU se queda corta, parte de los datos pase automáticamente a la memoria de la CPU sin que el rendimiento se hunda. Gracias a este sistema híbrido, JUPITER puede manejar más información de la que normalmente permitiría una GPU por sí sola.
La segunda clave ha sido el trabajo del equipo de Jülich y NVIDIA para mejorar su simulador cuántico. Han creado una nueva versión, llamada JUQCS-50, que está diseñada para funcionar justo con esta mezcla de memorias. Así, aunque los datos estén repartidos entre CPU y GPU, la simulación sigue funcionando de manera fluida.
Además, han añadido dos mejoras importantes:
- Un método de compresión que reduce la memoria necesaria hasta ocho veces.
- Un sistema que optimiza cómo se mueven los datos entre los chips.
Los responsables del proyecto explican que esta herramienta, JUQCS-50, estará disponible también para otras instituciones a través de la infraestructura cuántica de Jülich, llamada JUNIQ, lo que permitirá que más investigadores puedan usarla en el futuro.
JUPITER, la máquina que permite lo imposible
A simple vista, JUPITER podría parecer ‘solo’ otro superordenador más en esa larga lista de máquinas gigantes que Europa ha ido acumulando en las últimas décadas. Pero basta entrar en el enorme edificio del Forschungszentrum Jülich para darse cuenta de que aquí ocurre algo distinto.
El pasillo se abre a una sala tan grande como cuatro pistas de tenis, iluminada por el brillo constante de miles de indicadores. Bajo el suelo técnico, un entramado de 260 kilómetros de cableado conecta cada módulo del sistema como si fueran neuronas de un cerebro descomunal. Y, en cierto modo, lo son: este es el corazón de la supercomputación europea.
JUPITER no está construido como los superordenadores tradicionales. Su arquitectura modular —algo así como una ciudad tecnológica construida por barrios— permite ampliarlo o actualizarlo sin derribarlo nunca. Dentro de sus armarios negros laten 24.000 superchips NVIDIA GH200, una combinación de procesadores y GPU diseñada para mover cantidades de datos que ningún ordenador ‘normal’ puede ni soñar.
Cada uno de estos chips trabaja codo con codo gracias a una red de interconexión ultrarrápida. El resultado es una capacidad de cálculo que supera el quintillón de operaciones por segundo, una cifra que cuesta incluso pronunciar. En términos prácticos, es como si toda la población mundial realizara operaciones matemáticas sin parar durante miles de años… y aun así no se acercaría a lo que JUPITER resuelve en un abrir y cerrar de ojos.
Y, sin embargo, lo más sorprendente de esta máquina no es su potencia bruta, sino cómo la aprovecha. Su sistema de refrigeración líquida directa mantiene estables sus miles de componentes mientras reutiliza el calor para calentar edificios del propio campus. No sólo rompe récords de rendimiento: también ha llegado a dominar el ranking Green500, que clasifica a los superordenadores más eficientes del planeta.
JUPITER ya trabaja en modelos climáticos ultraprecisos, en simulaciones biomédicas, en nuevos materiales y energías sostenibles y, ahora, en algo aún más ambicioso: la reproducción exacta del comportamiento de un procesador cuántico real.
