Publicado: abril 11, 2025, 1:00 pm
Arthur C. Brooks es un autor y profesor estadounidense, que da clases en Harvard y que ha escrito más de una decena de libros sobre el concepto de felicidad. En una entrevista reciente, Brooks ha revelado cuál es el secreto que comparten las parejas más felices.
El autor fue entrevistado en el pódcast The Subtle Art, dirigido por el escritor Mark Manson, y dijo: «Los matrimonios más felices son los que se caracterizan por lo que llamamos ‘amor de compañía’, no ‘amor apasionado’«.
Según Brooks, cuando dos personas se enamoran, su cerebro entra en un estado de euforia comparable al que se experimenta con una adicción. La dopamina, la oxitocina y la serotonina inundan el sistema nervioso, generando una sensación de placer, apego y bienestar.
Esto es a lo que Brooks llama ‘amor apasionado’, una etapa en la que prima la idealización del otro. Las alteraciones químicas en nuestro cerebro sirven para crear un vínculo suficientemente fuerte como para que las parejas permanezcan juntas el tiempo necesario para reproducirse. Sin embargo, esta fase es temporal: según diversas investigaciones, el efecto de estas sustancias disminuye con el tiempo.
Es precisamente en ese momento donde muchas relaciones se enfrentan un reto: hay quienes confunden el fin de la pasión con el fin del amor y, por otro lado, hay quienes logran superar la ‘abstinencia’ al descubrir algo más valioso a largo plazo.
Brooks explica lo que ocurre entonces: «A lo que quieres llegar en cinco años es a la mejor amistad, y la mejor amistad es algo mágico». Según el autor, el amor no desaparece cuando lo hace la llamada ‘chispa’, sino que se transforma en un sentimiento más estable y profundo, basando en la complicidad y la confianza.
El científico define el ‘amor de compañía’ como aquel que permite sentirse seguro en la relación: «Es con quien ves la tele todas las noches», explica Brooks, que cree que las parejas tienden a subestimar la cotidianeidad o la rutina en sus relaciones.
Según Brooks, este tipo de amor se basa en la certeza de que la pareja no es solo un amante, sino también un mejor amigo. Y esa amistad se define más por la forma en la que se enfrentan los problemas, que por la ausencia de ellos: no se busca competir entre sí, ni ganar discusiones, ni demostrar quién tiene la razón.
En cambio, se opta por el respaldo absoluto: «No importa lo mucho que estés jodiendo al mundo y lo mucho que piense (tu pareja) que eres un completo tonto, todavía va a defenderte», concluye el autor.