Publicado: marzo 21, 2025, 3:00 am
La población joven en España, según las estadísticas, se siente insegura e inquieta, mostrando nerviosismo en sus exposiciones públicas en un 47 por ciento de los casos. La forma de expresarnos proporciona gran cantidad de información a quien nos escucha, aunque todos los expertos coinciden en que hacerlo de manera apresurada, hablando muy rápido, no es la manera más eficaz de transmitir nuestra idea ni de mantener a salvo la salud mental.
Puesto que en psicología existe explicación para casi todos nuestros comportamientos, el hecho de mostrarnos en público con un discurso apresurado puede tener muchas razones de ser. Concretamente, la psicóloga Lara Ferreiro, autora del libro ‘¡Ni un capullo más!: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta’ nos muestra las 4 posibles personalidades que esconde un hablar muy rápido, y nos invita a fijarnos en la manera en la que se expresa nuestro entorno para poder ubicar cuál podría ser el significado en cada caso.
1. Una ansiedad encubierta
En muchos casos, la velocidad del habla es una manifestación de ansiedad o nerviosismo. Un 31,5 por ciento de los jóvenes sufre episodios de ansiedad siempre o muchas veces, lo que podría relacionarse con un habla rápida.
«Cuando una persona se siente tensa, puede acelerar su discurso de manera inconsciente, buscando liberarse de la incomodidad lo antes posible. Este fenómeno es común en situaciones de estrés, entrevistas de trabajo, presentaciones públicas o momentos de presión social (o cuando intentas interactuar con alguien que te atrae)», explica la psicóloga.
2. El síndrome de la taquilalia
Como expone la experta, otra causa frecuente de un habla acelerada es la taquilalia, un trastorno del habla caracterizado por un discurso atropellado y con repeticiones que puede dificultar la comprensión del mensaje. La taquilalia se presenta con mayor frecuencia durante la infancia y la adolescencia, y puede estar relacionada con perfiles de personalidad extrovertidos, ansiosos, nerviosos e hiperactivos».
Las personas con taquilalia a menudo no son conscientes de la velocidad a la que hablan, lo que puede generar confusión en sus interlocutores y afectar a su comunicación efectiva. Los trastornos hipercinéticos, entre los que se encuentra la taquilalia, ya que incluyen síntomas asociados con problemas del habla, afectan al 1,8 por ciento de la población menor de 25 años en España.
3. Trastorno por déficit de atención o hiperactividad
La prevalencia del TDAH en España se sitúa actualmente en torno al 6,6 por ciento, lo que significa que aproximadamente uno de cada 15 niños y adolescentes padece esta enfermedad. El 75,33 por ciento de los nuevos diagnósticos se concentran entre los menores de 18 años, pero aún así, alrededor de un 3 por ciento de los adultos también lo padecen.
«Las personas con TDAH tienen dificultades para frenar los impulsos y controlar la velocidad del habla. Pueden hablar de manera atropellada, cambiar de tema rápidamente y tener dificultades para escuchar a los demás«, expone Ferreiro.
4. Trastorno de ansiedad social
El trastorno de ansiedad social puede afectar a entre el 5 y el 12 por ciento de la población española. Las personas que sufren este tipo de trastornos pueden hablar rápido por miedo a ser juzgados o interrumpidos, intentando «quitarse de encima» la conversación cuanto antes. Suelen ser personas introvertidas a las que les abruma la interacción social y prefieren llevar una vida más solitaria o relacionarse con muy pocas personas.
También muchos casos de baja autoestima se esconden tras este tipo de forma de conversar, al ponerse nerviosos o considerar que les están juzgando mientras mantienen una conversación.
Así afecta al cerebro el hecho de que alguien hable muy rápido
«Cuando una persona habla muy rápido, se produce una mayor actividad del sistema nervioso simpático, que se activa en situaciones de estrés o excitación. De esta forma, aumenta la liberación de adrenalina y cortisol, lo que puede generar una sensación de urgencia o tensión», comienza explicando la psicóloga.
Y añade: «En algunos casos, hablar rápido puede estar relacionado con un menor control de la función ejecutiva, que regula la impulsividad y la organización del pensamiento. Esto es común en personas con TDAH o ansiedad, donde la velocidad del habla refleja una dificultad para frenar los impulsos».
Y es que hablar muy rápido puede hacer que las ideas sean menos estructuradas, afectando la coherencia del discurso. «Puede llevar a problemas de comunicación si el oyente no logra seguir el ritmo del hablante», concluye Ferreiro.