Con algo menos de 12 millones de habitantes, Ohio no es precisamente el destino en el que uno piensa cuando planea unas vacaciones a Estados Unidos. Económicamente hablando, su importancia es algo mayor, siendo el séptimo estado por peso, con un PIB comparable al de países como Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, si en algo destaca la tierra de LeBron James y de Neil Armstrong es porque toda la atención mediática se centra en ella cada cuatro años. Pero, ¿por qué? El sistema electoral en Estados Unidos hace que el resultado en algunos estados concretos cobre una importancia casi capital. Hablamos, cómo no, de los llamados ‘swinging states’ , o estados cambiantes. Aquellos que no tienen una tradición de voto netamente republicano o demócrata, sino que suelen variar con gran frecuencia. Esto significa que estos estados, a la postre, suelen determinar el color del candidato que llega o no a la Casa Blanca. Ejemplos como Florida, Pensilvania o Texas, han pertenecido históricamente a este grupo, aunque durante las últimas décadas han ido acentuando su preferencia hacia uno de los dos partidos. Esto ha convertido a Ohio en un verdadero tesoro tanto para las empresas de sondeos como para las más agresivas campañas electorales. Pero, ¿Resulta este indicador tan fiable como se pinta? Datos en mano, desde la Segunda Guerra Mundial, quien ha ganado en Ohio ha ganado en Estados Unidos en todas las ocasiones salvo en dos. La primera excepción ocurrió en 1960, cuando Richard Nixon fue el más votado en el estado, pero quien llegó a la Casa Blanca fue John Fitzerald Kennedy. La segunda, quizá más relevante a la hora de aventurar pronósticos, fue en 2020 , cuando el estado se tiñó de rojo pero fue Joe Biden quien acabó llegando a la Casa Blanca. Entonces, ¿Sigue siendo Ohio un estado del que fiarse? La respuesta corta es no. Y es que al igual que en los ejemplos mencionados de Florida, Texas y Pensilvania, la reciente polarización de la sociedad estadounidense ha aminorado la influencia de los ‘swinging states’, marcando la intención de voto cada vez más incluso en estos. En el caso de Ohio, desde la irrupción de Trump, el Partido Republicano ha hecho grandes avances entre las minorías étnicas y, sobre todo, en lo que siempre hemos conocido como clase obrera. Y eso ha alterado significativamente el equilibrio de poder en el estado, de modo que actualmente todos los cargos electos a nivel estatal: gobernador, fiscal general, secretario de estado, tesorero y auditor son republicanos, que además dominan el senado por 26 a 7 y la Cámara por 67 a 32.