En España, el denominado IMC (Índice de Masa Muscular) es una de las formas más populares para determinar una serie de parámetros saludables (o no) que tienen que ver con el peso. Se trata de un número que se calcula a partir del peso en kilogramos, en proporción con la estatura de una persona, que se ha quedado obsoleto.
Entre otras cosas, el IMC no ‘sabe’ diferenciar entre qué proporción de esa cifra resultante es de masa muscular y cuál de masa magra, algo que no tiene nada que ver con la estatura de cada cual, y que puede variar según la raza y estilo de vida.
¿Para qué sirve el Índice de Masa Corporal?
Hasta no hace mucho tiempo, el IMC era la cifra que se utilizaba para saber si estábamos en un rango de normalidad de peso, comparando los kilos con nuestra estatura. Sin embargo, ahora se ve que esta proporción en realidad tiene muchas variables y no es fiable en cuestiones de salud.
La cifra final que ofrece el Índice de Masa Corporal debe estar por debajo de 25 para que se considere que el rango es normal, lo que llamamos ‘saludable’. Si ese número resultante oscila entre 25 y 29.9 los expertos hablan de sobrepeso. Cuando supera 30, significa que tenemos obesidad.
El IMC, por tanto, debe mantenerse bajo para disminuir los posibles riesgos de problemas de salud como la diabetes, enfermedades cardíacas, renales y determinados tipos de cáncer. Aunque si la cifra está por debajo de 18,5, también podemos tener problemas de fertilidad, entre otros.
Por qué el Índice de Masa Corporal ya no es una cifra válida
Los estudios más recientes en todo el mundo han puesto de manifiesto que el IMC ya no es una medida válida, por su falta de precisión. Aunque se trata de una formula rápida y fácil de obtener, el IMC no es capaz de medir el porcentaje de grasa corporal (tejido graso en comparación con la masa corporal total).
Esta medida tan popular no tiene capacidad para explicar las diferencias en cantidad y concentración de músculo y de grasa. Un claro ejemplo de esto es que muchos deportistas obtienen franjas de sobrepeso del IMC a pesar de tener una salud atlética idónea. La razón es que el tejido muscular suele ser más denso que la grasa, y da ‘falsos’ avisos.
Mismo IMC, riesgos diferentes de enfermar
Otra de las razones por las que el IMC está obsoleto es que se creó en base a la población europea, por lo que no es fiable en otros grupos demográficos y razas. Para finalizar, esta medida tampoco puede establecer cuál es la distribución real de la grasa corporal; no sabe qué cantidad pertenece a grasa visceral, por ejemplo.
Esto significa que, personas con el mismo IMC, pueden tener perfiles de riesgo cardiovascular o diabetes muy diferentes: todo va a depender del estilo de vida, el tipo de alimentación y cómo se distribuye la grasa en su organismo.
Si tenemos más grasa en la parte central, alrededor de nuestros órganos vitales como puede ser el corazón o el hígado, vamos a tener más riesgos de enfermar, aunque nuestra cifra de IMC sea igual que la de otra persona que concentra su grasa en lugares menos ‘peligrosos’.