Publicado: abril 27, 2025, 1:00 pm
El próximo 28 de abril, Canadá se enfrenta a una elección federal que va mucho más allá de sus fronteras. El país deberá elegir entre dos visiones profundamente distintas del futuro: una que busca ampliar derechos y reforzar el papel del país como actor humanitario global y otra que promete orden, austeridad y un estricto control migratorio. En el centro de esta disputa se encuentra el destino de miles de migrantes, incluyendo la creciente comunidad mexicana cuyas solicitudes de refugio presentadas por ciudadanos mexicanos alcanzaron una cifra récord en 2023, (pasando de 260 solicitudes en 2016 a 23.995 en 2023).
Aunque hay varios contendientes, solo dos propuestas tienen posibilidades reales de encabezar el próximo gobierno. Por un lado, Mark Carney, primer ministro interino y líder del Partido Liberal, quien disolvió el Parlamento y convocó a elecciones en una jugada política estratégica. Economista de formación, Carney representa la continuidad de una política exterior progresista, con énfasis en la justicia social, el cambio climático y los derechos humanos. Dentro de su equipo destaca una figura clave: Rachel Bendayan, actual ministra de Inmigración y candidata por el distrito de Outremont, en Montreal. De origen sefardí y marroquí, Bendayan ha promovido una agenda migratoria inclusiva y centrada en el enfoque humanitario. Durante su gestión, ha impulsado reformas importantes como:
– Priorizar la residencia permanente para trabajadores temporales y estudiantes internacionales con trayectoria en Canadá.
– Agilizar los procesos de reunificación familiar, reduciendo los tiempos de espera.
– Establecer una política de visados más flexible para ciudadanos mexicanos, especialmente en los sectores agrícola, de cuidado y tecnológico.
– Fomentar la inmigración francófona en regiones fuera de Quebec, como herramienta para el desarrollo cultural y lingüístico del país.
Estas acciones no solo han beneficiado a comunidades migrantes, sino que también han fortalecido la economía canadiense y los lazos con América Latina.
En contraste, Pierre Poilievre, el otro candidato con posibilidades de llegar, es líder del Partido Conservador, propone una plataforma enfocada en seguridad económica y control migratorio. Si bien ha sido crítico con las políticas liberales en la materia, ha planteado propuestas concretas que reflejan su visión del sistema migratorio:
– Ajustar los niveles de inmigración a la capacidad del país en términos de vivienda, empleo y servicios de salud, bajo el argumento de que el crecimiento poblacional debe ser sostenible.
– Reformar el Programa de Trabajadores Extranjeros Temporales, limitando su uso para evitar abusos y priorizar oportunidades para los ciudadanos canadienses.
– Reforzar la seguridad fronteriza, cerrando cruces irregulares como Roxham Road y renegociando el Acuerdo de Tercer País Seguro.
– Implementar un escrutinio más riguroso en la revisión de solicitudes de asilo, para evitar excesos y asegurar protección a quienes realmente la necesitan.
Para la comunidad mexicana en Canadá, un gobierno conservador podría traducirse en menos oportunidades laborales, mayores restricciones de movilidad y un acceso más limitado a servicios sociales.
Hoy, Canadá es el tercer país con mayor población mexicana en el mundo, solo detrás de Estados Unidos y España. La relación bilateral con México no se limita al comercio: incluye cooperación educativa, protección consular y un diálogo permanente en temas como derechos humanos, pueblos originarios y cambio climático. Un gobierno liberal seguramente tendrá disposición para profundizar estos lazos. Un giro conservador, en cambio, podría significar un endurecimiento en los controles migratorios y una interlocución diplomática más distante.
En los próximos días, Canadá no solo elegirá a su próximo primer ministro: definirá qué tipo de país quiere ser ante el mundo. Desde una perspectiva de derechos humanos, están en juego el compromiso con los más vulnerables, el respeto a las minorías y la voluntad política de construir puentes en lugar de muros. Para las y los migrantes mexicanos —y para quienes defienden una visión más justa e incluyente— esta elección no es ajena: es una causa que nos involucra a todos.