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En medio de las tensiones con EEUU, la inflación vuelve a golpear a Venezuela

Fotografía del 23 de agosto del 2024 de vendedores ambulantes cerca al centro comercial San Felipe en Maracaibo (Venezuela). EFE/ Henry Chirinos

Publicado: noviembre 11, 2025, 6:00 am

Fotografía del 23 de agosto del 2024 de vendedores ambulantes cerca al centro comercial San Felipe en Maracaibo (Venezuela). EFE/ Henry Chirinos

 

Mientras Nicolás Maduro, enfrenta una creciente presión militar de Estados Unidos y llamados a su renuncia, un viejo enemigo regresa para acecharlo en su propio territorio: la inflación, una de las dolencias económicas crónicas de Venezuela, está en aumento nuevamente.

Por cnnespanol.cnn.com

“Los precios suben todos los días”, dijo Yon Michael Hernández, de 25 años, conductor de mototaxi en el barrio Petare, al este de Caracas.

“La harina de maíz cuesta 220 bolívares hoy; mañana puede subir a 240 y pasado a 260. El mismo paquete que valía un dólar hace 15 días ahora cuesta tres”, contó Hernández a CNN. Se refería a la moneda venezolana y a la harina precocida con la que se preparan las arepas, las tradicionales tortillas de maíz que forman parte del día a día de los venezolanos.

En los tres meses desde que el Pentágono desplegó buques de guerra y aeronaves en una campaña que la Casa Blanca dijo estaba dirigida a los narcotraficantes en Venezuela, el bolívar se ha depreciado alrededor del 70?% frente al dólar estadounidense, según datos del banco central, perdiendo un punto cada día.

En el mercado negro de divisas, ilegal pero ampliamente usado, la caída ha sido igualmente pronunciada. A la tasa oficial, el dólar estadounidense se cotiza en unos 231 bolívares venezolanos. En el mercado negro, un dólar vale aproximadamente un tercio más. El gobierno venezolano prohíbe publicar las tasas de cambio del mercado negro.

El aumento de la inflación está relacionado —aunque solo en parte— con las crecientes tensiones entre el gobierno de Donald Trump y el de Nicolás Maduro, que lleva casi una década bajo sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Maduro acusa a Estados Unidos de intentar derrocarlo, tras más de 12 años en el poder y un año después de haberse proclamado ganador en unas elecciones presidenciales que muchos observadores internacionales denunciaron como fraudulentas.

Aunque un ataque militar en territorio venezolano parece poco probable, las perspectivas económicas vuelven a ser negativas, después de que un cambio de políticas diera al país un respiro en los años inmediatamente posteriores a la pandemia del covid-19.

Solo el año pasado, Maduro se jactó de los resultados de esas reformas. Aseguró que el PIB del país había crecido 8 % y que la inflación había alcanzado su nivel más bajo en cuatro décadas. El líder autocrático ya no repite esas declaraciones.

Según las Naciones Unidas, Venezuela históricamente no produce suficiente comida para cubrir sus necesidades, por lo que debe importar muchos productos y pagarlos con divisas.

Esto también significa que el mercado está particularmente expuesto cuando el bolívar pierde valor.

Para muchos venezolanos, todavía afectados por años de hiperinflación antes de los confinamientos por la pandemia, los nuevos aumentos de precios reviven una pesadilla familiar.

“No hay muchas personas comprando estos días. Los que pueden tratan de comprar lo menos posible”, dijo Marjorie Yánez, de 40 años, vendedora de comida callejera en Caracas. “El dólar se encarece todos los días, y eso es malo para los minoristas como nosotros, porque también debemos subir nuestros precios cada día”.

Un desayuno típico de croissant y café con leche ahora puede costar fácilmente entre US$ 8 y US$ en una panadería de Caracas, mientras que el salario mínimo oficial del país es de menos de un dólar al mes.

El envío de remesas desde el extranjero, producto de los más de siete millones de venezolanos que han salido del país durante el gobierno de Maduro en busca de mejores oportunidades, tampoco alcanza para cubrir las necesidades.

“Tuve que aumentar lo que envío a mis padres cada mes, pero aun así no es suficiente. Apenas pueden cubrir sus gastos”, dijo Diego Mejías, de 35 años, arquitecto en Colombia que mantiene a sus padres en Caracas.

Una guerra contra la inflación que se libra con detenciones

El banco central dejó de publicar informes de inflación en octubre del año pasado, cuando el país había logrado mantener la tasa en un solo dígito durante 20 meses consecutivos.

Poco después, el panorama empezó a empeorar.

En julio, las fuerzas de seguridad venezolanas detuvieron brevemente a varios economistas, incluido el exministro de Finanzas Rodrigo Cabezas, por compartir opiniones pesimistas. El ministro del Interior calificó sus comentarios de desestabilizadores. Los críticos denunciaron los arrestos como infundados.

Los economistas fueron liberados posteriormente, pero publicar cifras económicas sigue siendo un tema tabú.

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