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La más reciente información del mercado laboral confirma que la economía tiene un problema estructural que se traduce en la incapacidad para generar empleos formales que, además, se caractericen por tener una alta productividad.
Estamos atorados en un círculo de bajo crecimiento que se traduce en relativamente pocos nuevos puestos laborales en empresas formalmente constituidas operando con una alta productividad en el sector moderno de la economía. En consecuencia, una parte significativa de la PEA está ocupada sea en el sector informal de la economía y en empresas, formales e informales, muy pequeñas que operan sin economías a escala, con tecnología obsoleta y, por lo mismo, de baja productividad, lo que se traduce en menor crecimiento económico. Un círculo vicioso, cuya consecuencia es menor nivel de desarrollo.
Los datos son contundentes. Primero, en noviembre del año pasado, de una población económicamente activa de 61.6 millones de individuos, estaban ocupados 60 millones de personas, por lo que la tasa de desempleo fue de únicamente 2.6%, aunque hay que considerar que 5.5 millones de individuos que no forman parte de la PEA están disponibles para trabajar. A pesar de que la economía mexicana estaría cerca del pleno empleo de mano de obra, del total de 61.6 millones de personas ocupadas, 17.5 millones lo hacían en el sector informal, es decir, laboraban en unidades económicas no registradas, las cuales por su naturaleza son muy pequeñas y tienen una muy baja productividad.
Segundo, y en línea con lo señalado en el párrafo anterior, de acuerdo con los Censos Económicos 2024, el año pasado había 5.5 millones de unidades económicas, tanto empresas del sector privado como paraestatales en las que laboraban 27.8 millones de personas. Del total de unidades, el 95.5% era microempresas con una plantilla laboral de hasta 10 individuos, que en su conjunto emplearon al 41.5% de los 27.8 millones. Su muy baja productividad se reflejó en que el ingreso generado representó solo el 17.1% de los ingresos totales. Esto contrasta con las grandes empresas que tienen más de 251 empleados: constituyen únicamente el 0.2% del total, emplearon al 43.5% del personal ocupado y generaron el 43.5% de los ingresos totales, lo que revela que en su mayoría, exceptuando las paraestatales, son empresas modernas y con una alta productividad.
Tercero, la creación de empleos formales. Mientras que el año pasado la PEA se incrementó en aproximadamente 800,000 individuos el número de nuevos trabajadores registrados ante el IMSS fue de únicamente 214,000 personas, el menor en los últimos 15 años. Para todo el sexenio del presidente López, los nuevos puestos registrados ante el IMSS fueron 2.1 millones de personas, 46.3% menos que en el sexenio del presidente Peña.
Son varios los factores que explican esta dinámica laboral, este circulo vicioso estructural. Primero es la excesiva e ineficiente regulación de los mercados en los tres niveles de gobierno, pero sobre todo al nivel de los gobiernos estatales y municipales y que impone altas barreras de entrada y salida de los mercados. Estas no solo encarecen la creación y crecimiento de empresas, sino, más aún, es una significativa fuente de corrupción, ya que les permite a los funcionarios encargados de diseñar y aplicar las diferentes regulaciones actuar como buscadores de rentas y extorsionar a las empresas.
Avanzar en la simplificación administrativa incluyendo la digitalización de trámites federales, tal como se plantea en el Plan México, presentado por la presidente Sheinbaum, representaría sin duda un avance. Extenderlo a los gobiernos estatales y municipales es más que necesario, ya que son estos quienes imponen las principales barreras a la creación y crecimiento de empresas y de empleos.
Segundo, la inseguridad. Además de la prevalencia de actos delictivos de las que son víctimas los individuos como homicidio, robo, fraude, etcétera, otro de los delitos más importantes es la extorsión y cobro de “derecho de piso” que experimentan las empresas. Así, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas, el 25% de las empresas privadas fue víctima de este delito. El que tengan que pagar la extorsión actúa como un impuesto lo que encarece su operación e inhibe el crecimiento y la creación de empleos. “Abrazos, no balazos” cuesta.
Tercero. El esquema de contribuciones patronales al sistema de seguridad social. Las tres aportaciones que hacen las empresas privadas (IMSS, afores e Infonavit) actúan como un impuesto implícito al empleo formal. Por lo mismo, para reducir el costo del empleo formal e incentivar la formalización misma de las empresas, es necesario transitar hacia un esquema en donde estas cuotas desaparezcan o disminuyan drásticamente y la seguridad social se financie de la recaudación general de impuestos.
Finalmente, la debilidad del Estado de derecho. El que no haya la garantía judicial de protección de los derechos privados de propiedad y del cumplimiento de contratos inhibe la inversión, el crecimiento de las empresas, el crecimiento económico y la creación de empleos formales. Y en este más que crucial rubro cada vez estamos peor.
Mientras no se resuelvan estos cuatro factores, México no podrá romper el círculo vicioso del empleo.
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