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¿Sabe cuánto costará finalmente la construcción del Tren Maya? La pregunta no es ociosa ni anti 4T, es conveniente. Con base en información pública disponible, al cierre del 2025 requerirá de la espectacular cifra de 590,000 millones de pesos, el 293% más que lo estimado al iniciar el sexenio anterior (unos 150,000 millones de pesos) y, eventualmente, el monto será mayor.
A la fecha, hay quien celebra plácidamente que una parte del recorrido está ya en servicio. “Sí se pudo. Sí se pudo”, se grita con placer desbordado sin ver los aprietos que está generando a las finanzas públicas ante la necesidad de seguir inyectando recursos para completar la obra (necesaria, pero no urgente).
Es un hecho que el proyecto ferroviario que nació para ofrecer los servicios de carga y pasajeros no es transparente como la deseable “caja de cristal”, en términos de desarrollo de infraestructura, ni destaca en el sitio web de Datos abiertos del gobierno federal, lo que limita a los ciudadanos conocer los detalles de la gran obra (además, su avance físico total es poco claro).
Dos ejemplos de lo escrito: la información relacionada con el registro en la cartera de proyectos de inversión de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), con fecha de 2020, fue retirada y en la plataforma CompraNet se puede mirar que la empresa militar Tren Maya difunde los datos únicamente de tres adjudicaciones directas en el 2024 (una de ellas a Creatividad y Espectáculos, CREA, filial de CIE, por el servicio integral para diseñar, producir, suministrar e instalar stands del proyecto ferroviario este año en tres ferias internacionales de turismo. Eventualmente la relación se extenderá a Fitur 2025, en Madrid).
En cambio, en la Plataforma Nacional de Transparencia (del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, INAI, próximo a desaparecer) se puede ver en un documento de 127 cuartillas que hay una asignación directa más: el pasado 28 de junio la empresa militar adjudicó a SITT Ingeniería y Proyectos un contrato por 41.8 millones de pesos para actualizar el estudio de demanda, el estudio de punto de equilibrio financiero, el estudio de rentabilidad y el estudio de análisis costo beneficio.
Dichos trabajos son fundamentales para justificar la pertinencia de la histórica inversión pública.
“Las partes convienen en que la vigencia del contrato será del primero de julio del 2024 al 31 de mayo del 2025”, se detalló.
Entre las preguntas que surgen en este caso está el por qué no aparece dicha información en el apartado de información proactiva de la paraestatal Tren Maya ni en CompraNet.
Además, hay otros candados sin llave. El contrato firmado refiere que las partes acuerdan que la información que se intercambie de conformidad con las disposiciones del instrumento «se tratará de manera confidencial», siendo de uso exclusivo para la consecución del objetivo y no podrá difundirse a terceros.
Así, de no existir la plataforma de transparencia simplemente no se conocería ahora de esa adjudicación directa a SITT Ingeniería y Proyecto
Ante la incertidumbre e inconformidad generada sobre el tema de eliminación de órganos autónomos, el pasado 12 de noviembre, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, buscó sembrar certidumbre y aseguró que dicha plataforma “no desaparecerá y sus funciones serán parte de la nueva Secretaría Anticorrupción y de Buen Gobierno, que derivará de la transformación de la actual Secretaría de la Función Pública (SFP), cuya titular es Raquel Buenrostro Sánchez”.
Hay que confiar, por supuesto, porque el proyecto Tren Maya que busca terminar en su gestión es un mundo de información y porque ella también desarrollará trenes de pasajeros que deben estar en una «caja de cristal».
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Por cierto: Hay quienes no pueden aguantar su afán protagónico y ya pregonan que conocen detalles de las primeras acciones a impulsar por la secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez: la campaña de promoción internacional y la “excelente” estrategia de manejo de crisis que se implementará. Por más que se pretende cuidar secrecía en la dependencia, parece que los aliados dejan de serlo por así convenir a sus intereses inmediatos.
alejandro.delarosa@eleconomista.mx
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