El beso de Donald Trump quedó en intento de aproximación frustrado antes de alcanzar la mejilla de su esposa convenientemente protegida por el elegante, aunque poco favorecedor, sombrero de ala ancha que le servÃa de parapeto.
La primera dama, según pudimos ver en la retrasmisión en directo de la toma de posesión de su marido, era la única que cubrÃa su cabeza en la ceremonia, si exceptuamos el muy discreto tocado que lucÃa la hija del presidente, Ivanka Trump, que complementaba la acertada elección de su estilismo.
El sombrero de Melania no resultó solo a prueba de besos, también fue determinante para que en ningún momento los asistentes al acto y los millones de espectadores que la observaban pudieran adivinar lo que se le pasaba por la cabeza mientras escuchaba a su marido desgranar proyectos y avanzar órdenes ejecutivas
El mundo estaba pendiente de sus palabras, y el nuevo presidente, que cuatro años después de finalizar su primer mandato volvÃa a ocupar el cargo con un respaldo mayoritario, no se entretuvo con protocolos y buenas palabras. Anticipó que inmediatamente pondrÃa en marcha una larga serie de controvertidas medidas que aplaudieron con entusiasmo sus seguidores y asustaron más si cabe a los que temÃan su llegada a la Casa Blanca.
Melania Trump tiene fama de frÃa e inexpresiva, no es dada a las efusiones públicas y prefiere mantenerse fuera del foco. El controvertido sombrero, elegido con toda idea o producto de un desacierto, se convirtió en su aliado.