Publicado: junio 28, 2025, 4:00 am
El páncreas es un órgano vital que trabaja para ayudar a digerir los alimentos y las hormonas que regulan el metabolismo, de modo que cuando algo falla ahí, las consecuencias puedan ser devastadoras. En este sentido, el cáncer de páncreas ha sido apodado como el «asesino silencioso», ya que resulta difícil de detectar en sus primeras etapas, y para cuando la mayoría de los pacientes experimentan síntomas claros, la enfermedad se encuentra en una fase avanzada donde las opciones de tratamiento son limitadas. Los expertos Falk Hildebrand, investigador en bioinformática, y Daisuke Suzuki, candidato a doctorado en microbioma intestinal del Instituto Quadram (Reino Unido) han defendido en un artículo publicado en The Conversation el papel clave que juegan las bacterias intestinales a la hora de detectar este tipo de cáncer.
La forma más común de este cáncer —en torno al 90%— es el denominado adenocarcinoma ductal pancreático, que se desarrolla en el conducto que conecta el páncreas con el intestino delgado (conducto pancreático). Según explican los investigadores, «cuando los tumores se forman aquí, pueden bloquear el flujo de enzimas digestivas, causando problemas en el metabolismo energético que hacen que los pacientes se sientan crónicamente cansados y mal«.
Sin embargo, estos síntomas suelen ser sutiles y a menudo se pasan por alto o se atribuyen a otras causas, por lo que resulta difícil de identificar como un cáncer de páncreas.
Ante esta situación ha surgido un método de detección temprana de este cáncer gracias a las muestras fecales, señalan Hildebrand y Suzuki. «Si bien analizar las heces puede parecer un método improbable para el diagnóstico del cáncer, los científicos están descubriendo que nuestros desechos contienen una valiosa información sobre nuestra salud», indican.
Se trata de una práctica no invasiva que permite ver qué sucede dentro del cuerpo, y cuyo enfoque ha sido validado en estudios realizados en varios países, como Japón, China y España. Los investigadores resaltan el último avance procedente de un estudio internacional llevado a cabo este 2025 en el que participaron investigadores de Finlandia e Irán «cuyo objetivo era examinar la relación entre las bacterias intestinales y la aparición del cáncer de páncreas en diferentes poblaciones».
Para ello, recolectaron muestras de heces y analizaron el ADN bacteriano con resultados «sorprendentes», apuntan, ya que los pacientes que padecían cáncer de páncreas «mostraron una diversidad bacteriana reducida en su intestino, con ciertas especies enriquecidas o disminuidas en comparación con las personas sanas».
Este tipo de avances se están aplicando también para estudiar otros tipos de cáncer, como el colorrectal, señalan Falk Hildebrand y Daisuke Suzuki en su artículo. «Las interacciones bidireccionales entre el cáncer y las bacterias son particularmente fascinantes: no solo ciertos perfiles bacterianos pueden indicar la presencia de una enfermedad, sino que la enfermedad en sí misma puede alterar el microbioma intestinal, como demostramos anteriormente en la enfermedad de Parkinson, creando una red compleja de causa y efecto que los investigadores aún están desentrañando», aseguran.
Ambos investigadores sostienen que «aún estamos en las primeras etapas de la aplicación de estos hallazgos a la práctica clínica», pero se han mostrado optimistas con lo conseguido hasta ahora: «La posibilidad de detectar a este asesino silencioso antes de que se vuelva mortal podría transformar los resultados de miles de pacientes» concluyen.