Publicado: febrero 19, 2025, 6:15 pm
Andrés de Inglaterra, segundo hermano del rey Carlos y, dicen, hijo predilecto de Isabel, cumple 65 años.
El príncipe y duque de York, apartado de toda actividad oficial, primero por su madre y en la actualidad por su hermano, atesora polémicas, mala fama y un perfil de abusón con el servicio de su residencia.
De ahí que la prensa británica lo defina como «un matón» apelativo que le viene, sobre todo, de su trato con el personal que trabaja para él. Muchos sirvientes han denunciado actitudes como malas contestaciones, modales ofensivos, respuestas insultantes y comportamiento prepotente.
En el libro Gilded Youth: An Intimate History of Growing Up in the Royal Family (Juventud dorada: una historia íntima de crecer en la familia real) del experto en la realeza británica Tom Quinn, ya se habla del tema. «Siempre fue brusco con el personal y desdeñoso con ellos; los trataba como si estuviéramos viviendo en la Edad Media», ha escrito Quinn.
El temperamento del príncipe Andrés le ha llevado ser conocido entre los empleados como un «matón». Hace tres años, el príncipe Andrés fue acusado por parte del personal de palacio de mantener una actitud «autoritaria», también de ser «verbalmente abusivo».
El Daily Mail señala que un exoficial que integraba el Comando de Protección de la Familia Real desde 1998 hasta 2004, Paul Page, presentó tres denuncias distintas a palacio. También señaló en su momento que era consciente de al menos una docena de informes realizados por sus compañeros, contra el duque de York.
Por ser desdeñoso lo es incluso con su hermano, el rey, quien mantiene un litigio personal para que le devuelva la residencia donde vive, que acumula enormes gastos de mantenimiento.
Legalmente, Andrés fue salpicado por el escándalo de su íntimo amigo Jeffrey Epstein, condenado por abuso de menores (y que se suicidó en la cárcel). A raíz de este asunto, Isabel II pactó con una menor, que acusaba a Andrés y zanjó el asunto, pero apartó a su hijo de la vida pública.
También ha trascendido que su asesor fiscal era, en realidad, un espía chino. La única persona que sale en defensa de Andrés es su exmujer, Sarah Ferguson, con la que convive en la misma casa. A pesar de llevar más de 30 años separados, comparten techo y el cuidado de los perros de Isabel II que acogieron a su muerte.
«Uno siente que siempre hubo un vacío en la personalidad del príncipe Andrés», explica la experta Tina Brown, autora del libro The Palace Papers (Los papeles de palacio). «Por eso se reía más fuerte, se jactaba tanto y trataba de parecer importante», añade. Esta explica que le ha afectado no ser el primogénito. «Sabía que, a pesar de todos los lugares en los que vivía y los sirvientes que lo atendían, él era el segundo hijo».
