Publicado: febrero 10, 2025, 5:01 am
Nos encontramos ante un mercado por madurar, pero que ya está asentando los cimientos sobre los que construir una futura industria europea para el reciclaje de baterÃas de vehÃculos eléctricos. Y eso abarca desde las que alimentan coches a las se encuentran en patinetes, bicis, motos e incluso autobuses. Es la pieza clave para cerrar el cÃrculo de una movilidad sostenible el dÃa de mañana. Bruselas ya ha apuntalado los pilares regulatorios para impulsar este sector y las empresas están diseñando y buscando ubicaciones para sus plantas. Mercedes Benz cuenta con una factorÃa de reciclaje de baterÃas en Kuppenheim (Alemania), la sueca Stena Recycling con otra en Halmstad (Suecia)… Y empresas chinas y surcoreanas, con más experiencia en el sector, también toman posiciones en el Viejo Continente como el consorcio Posco Holdings (del que forma parte las coreanas LG y SungEel HiTehc, entre otras corporaciones) que ha construido una planta en Polonia. O el gigante de las baterÃas chino CATL que busca su lugar en Europa para reciclar. En España también se han anunciado proyectos. Tras la retirada del gran grupo quÃmico BASF, que suspendió la construcción de una factorÃa de reciclaje de baterÃas en Tarragona (por la baja demanda del coche eléctrico), otras iniciativas siguen adelante, como la de Ilunion en Valladolid, Novolitio (una empresa creada por Endesa y Urbaser) en Cubillos del Sil (León), BeePlanet Factory (junto con los socios coreanos SungEel HiTech y Samsung) en Navarra. O la planta que ya está operativa en Alicante de GDV Mobility. Esta efervescencia de plantas de reciclaje tiene sus razones. Desde luego que ha resultado determinante el nuevo Reglamento europeo sobre baterÃas de 2023. Pretende alargar la vida de estos componentes a través de su reacondicionamiento y reutilización. Establece unos niveles mÃnimos de reciclaje y de porcentajes de recuperación de los materiales que contienen. Incluso será obligatorio unos contenidos mÃnimos de materias recicladas que deberán tener las nuevas baterÃas que se fabriquen a partir de 2031. Por ejemplo, de cobalto, plomo, litio y nÃquel. Por tanto para cumplir esas exigencias habrá que abrir plantas de reciclaje de baterÃas. Pero hay también otras razones de peso que aceleran la llegada de esas factorÃas. De las baterÃas se recupera litio, nÃquel, cobalto, manganeso y cobre, materias primas fundamentales para el progreso tecnológico y la transición energética. También se pueden reacondicionar para que tengan una segunda vida en sistemas de almacenamiento enérgetico. Y otras veces es posible reutilizar las celdas para fabricar nuevas baterÃas. La primera consecuencia de reacondicionar, reutilizar y reciclar las baterÃas va a ser que Europa tenga menor dependencia de otras regiones para conseguir esas materias primas. Solo de China, importamos el 79% del litio que necesitamos. A la par, el reciclaje va a permitir mitigar la gran demanda de materias primas que vamos a necesitar para fabricar un aluvión de baterÃas cuando despegue el coche eléctrico y a medida que avance la transición energética (son materiales necesarios para la construcción de parques eólicos y fotovoltaicos y para desplegar sistemas de almacenamiento). De hecho, las previsiones de la UE estiman que de aquà a 2030 la demanda de baterÃas será diez veces mayor. Un reciente estudio de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (T&E) daba cuenta del valor que pueden tener esos residuos. Los desechos que llegan de las gigafábricas de baterÃas europeas y las propias baterÃas al final de su vida útil podrÃan proporcionar el 14% de toda la demanda de litio que vamos a necesitar en 2030. También el 16% del nÃquel, el 17% del manganeso y una cuarta parte de las necesidades de cobalto. Con esos materiales se podrÃan fabricar entre 1,3 y 2,4 millones de vehÃculos eléctricos al final de la década y hasta 15 millones en 2040. «Las baterÃas tienen un altÃsimo valor tecnológico basado en tierras raras y materias primas esenciales cuya gestión del residuo ayuda a impulsar una minerÃa urbana que reduce la necesidad de extraer, mediante procesos mineros, elementos esenciales. El reciclado de baterÃas es pues un proceso crÃtico para recuperar materiales valiosos y mitigar el impacto ambiental de la producción de baterÃas nuevas», considera Arturo Pérez de LucÃa, director general de Aedive, la organización para el desarrollo de la movilidad eléctrica. Pero el volumen de baterÃas que se recupera en Europa hoy es bajo. Según la T&E, la capacidad de reciclaje existente en toda Europa es diez veces inferior a la necesaria en 2030. TodavÃa no existe una masa crÃtica suficiente para alimentar las plantas de reciclaje y para hacerlas rentables. Y es que el coche eléctrico no termina de despegar. Según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles ACEA las matriculaciones de vehÃculos eléctricos nuevos cayeron un 5,9% en la UE, en gran parte porque diversos paÃses, como Alemania (donde más se vendÃan), han suspendido las ayudas para su adquisición. En España, según Aedive, cayeron un 3,1% (tuvimos 73.961 matriculaciones en total). El plan Moves III que otorgaba subvenciones para el usuario acceda a estos vehÃculos finalizó en 2024. Y el frenazo al decreto ómnibus ha dejado en suspenso la concesión de nuevas ayudas. «La fuente más importante de baterÃas para reciclar en los próximos años va a ser las que se rechacen de las gigafactorÃas que fabrican las propias baterÃas hasta que se despliegue el parque de vehÃculos eléctricos», sentencia Mikel Lasa, CEO de InnoEnergy para España y Portugal, una empresa europea de inversión en innovaciones energéticas e industria. El proceso de fabricación de una baterÃa es complejo. «Hay tasas de rechazo muy altas, entre un 20 y 25%. Las plantas más eficientes tienen un 10%. Hay una ingente cantidad de material que sale de estas fábricas que no se puede tirar y tiene un gran valor económico. Se rechaza porque no cumplen las especificaciones necesarias o no pasan los criterios de calidad», cuenta Lasa. Entonces vamos a necesitar también esas plantas de reciclaje a medida que se levanten fábricas de baterÃas para que traten sus residuos. En España, por ejemplo, Stellantis y CATL han anunciado una gigafactorÃa de baterÃas en Zaragoza, Envision-AESC está construyendo la suya en Navalmoral de la Mata (Extremadura) al igual que el Grupo Volkswagen en Sagunto. No obstante, en algún momento también habrá que reciclar las baterÃas de los vehÃculos eléctricos que lleguen al final de su vida útil. «El mercado de vehÃculos eléctricos tiene unas previsiones de crecimiento en Europa muy importantes debido a las exigencia de reducción de emisiones de CO2. En Europa habrá que reciclar alrededor de 50.000 toneladas de baterÃas a partir de 2027 y probablemente incluso más en 2030», señala Pérez de LucÃa. Nuestro Plan Nacional Integrado de EnergÃa y Clima (Pniec) prevé alcanzar 5,5 millones de vehÃculos eléctricos en España en 2030. «Nadie cuestiona si el vehÃculo eléctrico va a ocurrir. Todos los fabricantes apuestan por él. Se ha abandonado la I+D+i en motores de combustión y los esfuerzos se concentran en los eléctricos», apunta Lasa. De todas formas, Europa no lo tiene nada fácil a la hora de competir a nivel global en este mercado. Solo el 3% de las baterÃas para vehÃculos eléctricos se fabrican en este continente. Asia, especialmente China, concentra el 80% de la producción. Es también el gigante asiático el que más coches eléctricos vende (un millón al mes) y ya fabrica el 76% de los vendidos en todo el mundo. Y luego hay retos tecnológicos que salvar. Las baterÃas de iones de litio son las más extendidas por su alta densidad energética (representan el 80% de las que están en uso), es decir por la gran cantidad de energÃa que almacenan en un espacio. Pero las baterÃas pueden tener diversas composiciones quÃmicas. Y esto también dificulta los procesos de reciclaje. «Es una tecnologÃa en evolución. La manera en que están combinados los materiales puede cambiar. Por eso cuando se invierte en un proceso industrial para reciclaje este tiene que ser lo suficientemente flexible para acomodar diferentes tipos de baterÃas. Ahora se emplea cobalto pero la tendencia es utilizarlo menos y quizá emplear materiales menos nobles como el hierro. También se está empezando a comercializar la baterÃa de sodio en Asia, que no tienen litio, para servicios de flexibilidad que garanticen el suministro en la red eléctrica», cuenta Franco Di Persio, responsable de Innovación Transferencia de TecnologÃa de BaterÃas en el centro tecnológico Circe. Son plantas sin un proceso estandarizado. Unas realizan un pretratamiento mecánico por el que se extrae la carcasa, cables, la parte electrónica… Después las celdas se trituran y se separan materiales férricos y el cobre. Finalmente, se consigue lo que se denomina «black mass», una masa negra que contiene nÃquel, cobalto, litio y manganeso. Esta masa es refinada en otro tipo de instalaciones por procesos hidrometalúrgicos o pirometalúrgicos para separar esas materias primas tan valiosas. «Para que una planta de refino sea rentable necesita grandes escalas. El modelo es una gran planta quÃmica de hidrometalúrgica, que necesitará una inversión de cientos de millones de euros, que se alimentará de la ‘black mass’ que proporcionan otras plantas a su alrededor, donde la inversión es menor», considera Mikel Lasa. «En Europa se están montando plantas de procesos mecánicos para producir ‘black mass’ que vendemos en el mercado global a chinos y coreanos que pagan un buen precio, porque las instalaciones de refinado están en Asia», dice Di Persio. Bajo estricto secreto industrial la startup GDV Mobility ha desarrollado un proceso para reciclar baterÃas en su planta de Alicante, que se ha convertido en un modelo de economÃa circular. Las baterÃas de coches, motos, bicis o patinetes eléctricos, primero, son desmontadas y clasificadas, salvando las celdas que pueden tener una segunda oportunidad. «Algunas se reacondicionan y refabricamos nuevas baterÃas para fabricantes de automoción, como si fueran un repuesto más. Y reutilizamos otras celdas para usar en nuevas baterÃas para almacenamiento energético, que son muy demandas en parques fotovoltaicos y eólicos, o para uso industrial», dicen Germán Agulló y Ernesto GarcÃa, CEO y Head of Partnerships respectivamente de GDV Mobility. Las baterÃas inservibles pasan a reciclaje. Las celdas se trituran y procesan hasta obtener la ‘black mass’. «A través de técnicas, como la lixiviación, los metales son extraÃdos y separados. Asà el nÃquel, litio y cobalto pueden ser reutilizados en la fabricación de nuevas baterÃas», exponen. El proceso es único. «Nuestro sistema es más disruptor que los procesos de hidrometalurgia y pirometalurgia que se emplean hoy dÃa. Prácticamente recuperamos todo de la baterÃa. El proceso de purificación no genera gases por tanto no tiene un impacto medioambiental tan negativo. Y resulta más económico en bienes de capital y en gastos operativos», aseguran Agulló y GarcÃa. La planta de GDV Mobility tiene capacidad para procesar 10 toneladas de baterÃas al dÃa. «Las necesidades de reciclaje son brutales. Sólo en 2023 entraron en España 38.000 toneladas de baterÃas. El mercado es grande y hay hueco para todos», garantizan. De hecho GDV Mobility está diseñando una segunda gigafactorÃa de reciclaje que entrará en funcionamiento en dos años. Cuando esté a pleno rendimiento la factorÃa de Novolitio (una empresa creada por Endesa y Urbaser para gestionar esta instalación) en Cubillos del Sil (León) tendrá capacidad para procesar 25.000 toneladas de baterÃas al año. Tanto las de pequeño formato que provengan de ordenadores y patinetes, por ejemplo, y que son totalmente inservibles una vez que llegan al fin de su vida útil, como aquellas de gran formato que proceden de coches eléctricos. «De estas últimas las que no pueden ser reutilizadas total o parcialmente, pasan a un proceso de tratamiento. Se descargan, se desmonta la carcasa, extraemos toda la electrónica y los cables. El módulo es triturado en una atmósfera controlada. Por un lado se extrae el cobre y el aluminio. Y después queda la masa negra que aglutina componentes de alto valor como litio, cobalto, nÃquel… Esta masa negra la enviamos a plantas de refino europeas o AsÃa. », explica Antonio Massot, responsable del proyecto de Urbaser. Desde León, esta planta podrá dar servicio a los residuos de las grandes factorÃas de baterÃas que están previstas construir en nuestro paÃs (Sagunto, Zaragoza y Extremadura). «Estas gigafactorÃas necesitarán plantas de reciclaje de proximidad, como la nuestra, ya que no interesa enviar esos residuos, que tienen un riesgo en transporte y es complicado, a paÃses asiáticos o a Alemania», cree Massot. El proyecto BeeCycle para poner en marcha una planta de reciclaje de baterÃas de vehÃculos eléctricos en Navarra fue impulsado por la empresa local BeePlanet Factory, que ya tiene experiencia en dar una segunda vida a estos componentes que después se utilizan en equipos de almacenamiento de energÃa. En la iniciativa participa un consorcio donde están también las coreanas SungEel HiTech y Samsung. Con una inversión estimada de 20 millones de euros, podrá tratar las baterÃas de unos 25,000 coches al año, generando asà hasta 10.000 toneladas de ‘black mass’. «Estratégicamente vimos que el reciclado de baterÃas era una necesidad industrial y social. Nos tenemos que acomodar a los tiempos de las grandes gigafactorÃas que se van a construir en España», apunta AgustÃn Idareta, uno de los fundadores de BeePlanet Factory. Será una planta de pretratamiento mecánico hasta conseguir la ‘black mass’ que tratarán los socios coreanos. «Tienen experiencia en la tecnologÃa de la hidrometalurgia. Las empresas surcoreanas tienen tradición en la fabricación de baterÃas y en su reciclaje. En Europa estamos arrancando ahora con plantas para fabricarlas», cuenta Idareta. Asistimos, pues, al nacimiento de una nueva industria del reciclaje de baterÃas que hará posible la movilidad sostenible del futuro.