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El nombre del Golfo de México puede acabar en la ONU: "Es un topónimo del siglo XVII que Trump quiere cambiar de forma caprichosa"

Publicado: enero 24, 2025, 12:20 am

Una de las primeras decisiones de Donald Trump como presidente de EEUU ha sido rebautizar el golfo de México como golfo de América, una medida que anunció este lunes en su discurso de investidura y que arrancó una carcajada a Hillary Clinton, presente en la sala y que parecía no dar crédito a lo que estaba escuchando.

Pero el envite de Trump va en serio porque el cambio de nombre ya empieza a ser efectivo en EEUU. De hecho, ese mismo lunes fue utilizado por el servicio meteorológico de Florida, que en su parte diario advirtió de la llegada de «una baja presión a través del golfo de América, interactuando con aire del Ártico».

Habrá que ver, sin embargo, si esta nueva denominación acaba imponiéndose en EEUU y, sobre todo, si se asienta más allá de sus fronteras porque no es lo mismo cambiarle el nombre a un riachuelo cualquiera, que a una cuenca oceánica de 1,5 millones de km² que baña las costas de tres países: EEUU, México y Cuba.

«La formación de los topónimos es un proceso que deriva del uso tradicional y que se ha ido formalizando con el paso del tiempo, junto a la creación de los estados modernos. En la actualidad, cada país tiene una serie de comisiones o protocolos que establecen cómo se lleva a cabo la normalización e internamente pueden aprobar cambios de nombres, como ha ocurrido en España, por ejemplo, con topónimos que tenían que ver con el fascismo», explica Carlos Manuel, vicepresidente del Colegio de Geógrafos.

«En un contexto interno, dentro de un país, es mucho más sencillo cambiar un topónimo, los problemas surgen cuando hacen referencia a lugares o accidentes geográficos que afectan a varios países, como es el caso del golfo de México», añade, subrayando que «México ya ha dicho que no aceptará la nueva denominación».

Aunque no es la primera disputa toponímica entre EEUU y México, que ya discrepan respecto al nombre del río que sirve de frontera natural entre ambos países (Río Grande al norte y Río Bravo al sur), este nuevo conflicto parece, sin duda, más grave porque afecta, incluso, a la navegación internacional.

El geógrafo asegura que este caso muy probablemente desencadenará un contencioso que podría llegar a Naciones Unidas: «Cuando hay falta de acuerdo entre dos países, se genera un conflicto que se puede alargar mucho en el tiempo. Es complicado decir quién tiene potestad para establecer el nombre correcto, pero México puede presentar una reclamación en la ONU, que tiene un grupo especializado en temas de normalización de los nombres geográficos y que busca consensos para establecer un idioma común para todo el mundo».

No es el primer conflicto toponímico

Sin embargo, Manuel insiste en que esos conflictos toponímicos pueden enquistarse en el tiempo sin que la intervención de Naciones Unidas pueda remediarlo: «Un ejemplo muy claro lo tenemos en el mar que está entre la península de Corea y Japón. Para los japoneses es el Mar de Japón y para los coreanos es el Mar del Este». Y hay muchos más, como las islas Malvinas, que los británicos controlan administrativamente y llaman Falklands. De hecho, en 2023 hubo una protesta formal de Londres porque la UE utilizó la denominación en español durante una cumbre con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Por su puesto, la administración Trump puede ahora intentar presionar a México y a otros países reticentes para que acepten la nueva denominación: «Todo dependerá del empeño que quiera ponerle el gobierno de EEUU, pero si se lo toma muy en serio podría llegar a censurar publicaciones exteriores que no reconozcan el nuevo nombre. Es algo que ya hizo la dictadura argentina con ediciones internacionales de cartografía que no reconocían a las Malvinas como territorio argentino».

En cualquier caso, el vicepresidente de los geógrafos españoles cree que lo más probable es que EEUU utilice la denominación golfo de América, por lo menos mientras dure el gobierno de Trump, mientras el resto del mundo le sigue llamando golfo de México: «Estamos hablando de un topónimo que data del siglo XVII y que ahora EEUU pretende cambiar de una forma caprichosa y unilateral, sin que haya ningún consenso ni ningún elemento nuevo que justifique esa modificación».

Y recalca que no es la misma situación que se vivió en 2015, cuando Barack Obama cambió el nombre de la montaña más alta de Norteamérica, el Denali (6.190 m), anteriormente conocido como McKinley y situado en Alaska. «Aquella fue una reclamación de la Junta Geográfica de Alaska, con mucho apoyo popular en ese Estado, a la que Obama le dio carácter oficial. Normalmente, cuando hay un acuerdo interno para un cambio de nombre, y este no afecta a terceros, el resto de países suelen aceptar la decisión tomada por el país en cuestión», dice Manuel Valdés. Eso sí, el nombre Denali también podría tener los días contados porque Trump ya ha dicho que recuperará la denominación McKinley.

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