Publicado: noviembre 26, 2025, 7:57 am
Suecia y Chile son dos espejos en los que debería mirarse España para reformar su sistema de pensiones, un modelo deficitario y necesitado de las transferencias del España para poder afrontar los pagos a los diez millones de jubilados. Las cuentas nocionales que formaron parte de los cambios integrales que realizó el Gobierno sueco en 1994 y el sistema de capitalización pura que se puso en pie en 1981 en Chile son casos de éxito y pueden ofrecer «lecciones útiles» para abordar cambios en la jubilaciones en nuestro país. Son conclusiones del IV informe sobre pensiones realizado por la Universidad de las Hespérides. Un trabajo en el que los expertos amplían el foco para contextualizar la situación española mediante u na comparativa con tres modelos de previsión social , en el que también la que también se incluye el de Alemania, en plena transformación, por la similitud con el de España, si bien en este caso no se aconseja porque las medidas que se están implementando «solo ampliarán el actual déficit del sistema». El informe sobre «Sistemas de pensiones comparados: ¿Qué puede aprender España de Alemania, Suecia y Chile?» destaca el estrés financiero creciente que sufren la jubilaciones en nuestro país y que, paulatinamente, se está trasladando al ámbito político, «lugar en el que el pacto intergeneracional de distribución del ingreso se está poniendo en tela de juicio». Los expertos proponen por ello mirar a «otras latitudes en busca de soluciones alternativas que hayan tomado otros países para garantizar la sostenibilidad y suficiencia de sus sistemas de previsión». Recuerdan que Alemania está inmersa en un proceso de reformas que está generando un fuerte debate social . Los principales cambios que se están implementando en el país han sido un «anclaje del nivel de las pensiones a la evolución del salario medio alemán», además de un aumento de las cotizaciones sociales, como ha ocurrido en nuestro país. También se ha creado un fondo de inversión público cuyos rendimientos cubren parte del coste de las jubilaciones y se han acumulado activos desde edades tempranas para sostener el ingreso en la vejez. El modelo, sin embargo, no convence por implicar un aumento del déficit. «Pese a los esfuerzos, las medidas recientes en Alemania solo ampliarán el actual déficit del sistema», lo que según los autores del trabajo, «pone en duda a este país como referente para España en términos de sostenibilidad del primer pilar». El caso de Suecia es un modelo que con recurrencia se aconseja por organismos y expertos, como los de Fedea. Suecia ejecutó una reforma integral en 1994 que mantuvo el reparto , pero introdujo elementos de capitalización virtual, logrando asegurar la sostenibilidad financiera. A grandes rasgos, las modificaciones consistieron en un sistema de cuentas nocionales en el que cada trabajador acumula un saldo virtual con todas sus cotizaciones en una cuenta individual. El saldo (nocional) es lo que determina cuánto podrá cobrar en el futuro, junto a la esperanza de vida. El modelo se completó con la implementación de un mecanismo automático que reevalúa automáticamente las cuentas virtuales, ajustando los gastos del sistema a sus ingresos y se puso en marcha un incentivo al ahorro individual obligatorio mediante beneficios fiscales en los planes de pensiones de empresa. Cada año, la Agencia de Pensiones sueca envía a todos los trabajadores el conocido «Sobre naranja», un informe personalizado que resume el saldo acumulado en sus cuentas individuales, las aportaciones realizadas, el rendimiento de las inversiones y una estimación de la pensión futura. Esta práctica no solo facilita que cada persona conozca de forma clara y sencilla el estado de su ahorro previsional, sino que convierte al ciudadano en un actor informado, capaz de tomar decisiones con base en datos transparentes y actualizados. «El contraste con España resulta evidente. En España, las reformas son continuas, a menudo reactivas, y los cambios en las reglas de cálculo tienden a ser poco comprensibles para el ciudadano medio», dice el estudio. Agrega que «la consecuencia es una sensación de incertidumbre y desconfianza hacia el futuro de las pensiones, desconfianza que dificulta la planificación a largo plazo«. Concluyen que Suecia demuestra que la transparencia, cuando se convierte en norma, puede reforzar la legitimidad del sistema y reducir tensiones intergeneracionales. El tercer ejemplo que se cita en el informe es el de Chile, país que reformó su sistema de reparto en 1981, implementando otro de capitalización individual pura, donde los ingresos de jubilación provienen del ahorro acumulado. En este país se creó un sistema de ahorro privado obligatorio en el que las cotizaciones sociales se acumulan en cuentas individuales de los trabajadores. También se crearon agentes financieros especializados cuyo fin es invertir el ahorro de los trabajadores y se pusieron en marcha incentivos fiscales para aumentar el ahorro individual voluntario para la jubilación. El sistema chileno también tiene un pilar solidario que se puso en marcha en 2008 y fue ampliado en 2022. La denominada pensión garantizada universal (PGU) es una prestación no contributiva financiada por los Presupuestos Generales del Estado. Cubre aproximadamente al 90% de la población mayor de 65 años (se excluye al decil de mayores ingresos), independientemente de que hayan cotizado o no. Es una prestación similar a la pensión de garantía en Suecia o a las no contributivas en España. «El modelo chileno presenta menor gasto público directo en pensiones y mayor acumulación de activos, con tasas de sustitución más bajas», dice el estudio. Además, explica que «la redirección del ahorro de los trabajadores al sector productivo ha provocado endógenamente un crecimiento económico que no hubiera ocurrido en ausencia del sistema de pensiones de capitalización». Por tanto, el sistema chileno constituye «un caso de estudio relevante que puede ofrecer lecciones útiles para la reforma del sistema de pensiones en España».
