Publicado: abril 25, 2025, 7:30 am
La serie de terremotos de cierta importancia que sacuden Estambul desde hace días, el más reciente este viernes de magnitud 3,6, ha vuelto a despertar el temor a un ‘big one’, un gran seísmo devastador para el que, muchos temen, la megalópolis turca no está preparada.
El pasado miércoles se produjo un temblor de magnitud 6,2, con epicentro a una profundidad de 6,9 kilómetros en la falla geológica que atraviesa el mar de Mármara, a una veintena de kilómetros al sur de Silivri, un distrito al noreste de Estambul.
El sismo no causó daños de consideración ni heridos directos por derrumbes en edificios, pero sí más de 230 lesionados, la mayoría leves, entre quienes saltaron de sus casas a la calle o huyeron presas del pánico.
Desde entonces se han registrado varias réplicas, como es habitual tras un temblor fuerte, tres de ellas por encima de la magnitud 4.
Dormir al aire libre
Muchos vecinos de la ciudad han dormido fuera de sus casas las dos últimas dos noches, tanto en espacios habilitados por las autoridades como al aire libre o en sus vehículos.
Según la emisora TRT Haber, la Media Luna Roja ha repartido comida a 350.000 personas en esos alojamientos.
Son también muchos los habitantes de la ciudad que la han abandonado por miedo a un temblor mayor.
«El terremoto de magnitud 6,2 y las aproximadamente 300 réplicas que le siguieron no eliminan el alto riesgo sísmico de Estambul, ha declarado a Tarık Şengül, miembro del consejo asesor científico del Ayuntamiento de Estambul en materia de terremotos.
El ministro de Medio Ambiente, Urbanismo y Cambio Climático, Murat Kurum, ha declarado que, tras el terremoto, se han recibido 1.399 informes de residentes en Estambul y alrededores sobre problemas estructurales, y que siete edificios habían sufrido daños menores.
El sismo del miércoles ha dividido a los expertos entre quienes advierten de que un gran temblor, de magnitud 7 o superior, podría ocurrir muy pronto, y los que mantienen que no es de esperar ese fenómeno.
En lo que todos están de acuerdo es que, de producirse ese gran temblor, la ciudad no estaría preparada.
El principal partido de la oposición, el socialdemócrata CHP, ha criticado al Gobierno central por poner la atención en el proyecto de un canal artificial al norte de la ciudad, para conectar el mar Negro con el Mediterránero a través del mar de Mármara, en vez de concentrar los recursos en preparar a la ciudad de 20 millones de habitantes para un gran terremoto.
Riesgo para 150.000 edificios
Según un informe de 2019 de la Municipalidad Metropolitana de Estambul, gobernada desde ese año por el CHP, un terremoto de magnitud 7,5 podría provocar daños graves o muy graves en casi 50.000 edificios y daños moderados en unos 150.000.
Tanto el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, como varios de los responsables de departamentos que serían responsables de la reacción en caso de un seísmo, están en prisión desde el pasado marzo por acusaciones de corrupción que la oposición califica de montaje.
En 2019, la agencia turca de emergencia, Afad, dependiente del Gobierno central, listó 2.864 espacios abiertos en la ciudad donde los vecinos podrían acudir en caso de terremoto.
Sin embargo, tras el seísmo del pasado miércoles, varios medios han señalado que el acceso a esos espacios, donde en teoría podrían montarse hospitales de campaña o refugios en caso de necesidad, está bloqueado o incluso que las zonas están ahora ocupadas por centros comerciales.
¿Dinero para una emergencia?
El temblor también provocó el colapso de las líneas telefónicas y la congestión del tráfico en Estambul, alimentando aún más la preocupación por la posibilidad de que las comunicaciones y el transporte queden paralizados en caso de un seísmo de mayor magnitud.
Después del terremoto de 1999 en İzmit, al sur de Estambul, en el que murieron al menos 18.000 personas, Turquía creó un impuesto para ahorrar fondos en caso de catástrofe, que se estima ha recaudado 39.600 millones de euros (45.000 millones de dólares).
Tras el terremoto de Van de 2011, que dejó 644 muertos, el Gobierno respondió ante las consultas del destino de ese dinero que había sido empleado en financiar la sanidad pública, la educación o las infraestructuras de transporte.
En febrero de 2023 dos terremotos de magnitud 7,8 y 7,5 dejaron al menos 51.000 muertos en el sur de Turquía, y otros 8.000 en Siria.