Publicado: marzo 14, 2025, 12:30 am
Al hombre más rico del mundo le está sentando mal el meterse en política. Los intereses de Elon Musk se resienten gravemente desde que irrumpió en escena como fanático seguidor y colaborador estrecho de Donald Trump. Su discurso radical y sus histriónicas apariciones en publico antes y después de la vuelta de Trump a la Casa Blanca le han supuesto una brutal caída del valor de las acciones de Tesla, su empresa más señera y considerada hasta el año pasado por sus clientes como exponente de compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente.
Desde la toma de posesión de Trump en enero la acción de Tesla ha bajado un 30% acumulando una caída del 50% con respecto a diciembre de 2024. Una descapitalización milmillonaria que guarda relación con el derrumbe de las ventas de sus coches eléctricos a ambos lados del Atlántico. En Estados Unidos, donde se haya la matriz de Tesla, la venta de vehículos de la marca ha cedido un 12% y en California, el estado más progresista del país, la caída se aproxima al 40%. El descenso contrasta con la subida general en las ventas de coches eléctricos que allí supera el 7%. El derrumbe es aún más dramático a este lado del océano. En el arranque del 2025 , que muestra un espectacular incremento del 37% en las ventas de ‘cero emisiones’, la compra de coches Tesla se ha desplomado un 45% con respecto al mismo periodo del año anterior. Es fácil imaginar el grado de alarma que datos así generan en el consejo de administración de la compañía pionera en la apuesta por el coche eléctrico y que está a la vanguardia en este segmento de la automoción.
De poco parecen servir los descuentos de hasta el 20% que Tesla aplica a sus modelos más populares para afrontar el declive y que en el caso del Model 3 aquí en España supone una rebaja de 14.000 euros por unidad. Sin duda la irrupción en el mercado de los vehículos chinos con motor eléctrico y a precios más asequibles está restando competitividad a la empresa de Elon Musk, pero los especialistas del sector ponen el acento en el daño que la posición política de su jefe está haciendo a la compañía. Los coches Tesla fueron hasta el pasado año un referente aspiracional para los defensores del medio ambiente, referente que se vino abajo en la campaña electoral de EEUU cuando Trump presentó a Musk como su mano derecha. Las apariciones en público juntos en las que el presidente proclamaba su apuesta por la explotación de los combustibles fósiles en detrimento de la movilidad eléctrica desconcertaron e indignaron a los enamorados de la filosofía tecnológica que trasmitía la marca.
Si en EEUU al cliente potencial de Tesla, mayoritariamente concienciado con el medio ambiente, le provoca rechazo el proceder de su CEO, en Europa la aversión es absoluta. Ver a Elon Musk tonteando con el saludo fascista y promoviendo la candidatura de los herederos del nazismo en las elecciones de Alemania le ha supuesto un brutal correctivo a nivel de marketing para sus concesionarios. Numerosas empresas alemanas y austriacas han anunciado que no comprarán más vehículos de esa marca al entender que la postura política de Musk contradice sus valores empresariales.
Aunque España no era uno de los mercados más fuertes de Tesla, sí es donde más han bajado las ventas. Una caída del 75% que no es ajena al deterioro de la imagen de marca por la deriva política de Musk. Tesla vale 800.000 millones menos que hace tres meses y algo debe inquietarle a Elon Musk cuando el martes pasado Trump hizo el teatrillo de comprarle un par de coches en la Casa Blanca para animar las ventas. Craso error, no entienden que la peor publicidad de la marca son ellos.