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El máster en estrés ya lo tenemos

Publicado: diciembre 13, 2025, 3:30 am

Quiero poner en la mesa la caja de 48 pinturas que me trajeron los Reyes hace casi un año pero me agobia ver tantas cosas, cuaderno, pluma, boli, rotulador, taza de café… ordenador.. y su cable… el cable molesta, ocupa una línea continua de mesa y aire, o suelo… el cable es una línea roja… Así que pinto un ratito, coloreo, hago cuatro manchas de colores… y vuelvo a recoger las pinturas, que son maravillosas pero, una vez desplegadas las bandejas, ocupan mucho espacio.

Es como darle demasiado tiempo al ocio, o al placer de frotar el papel con colores, ‘moñacos’, garabatos… que no son vendibles, no sirven para sobrevivir… son un despilfarro… ¡no producen productividad!

Las pinturas en la mesa son recreo, vacaciones improvisadas, casi jolgorio… intolerable. Por un lado relaja, si eso es posible (que no) y por otro, decisivo, agobia. ¡Qué manera de perder el tiempo!

Y sin contar el papel que se va en notas, manchurrones, tramas inútiles, ‘moñacos’, adefesios, cacharros inservibles, vampiros, ángeles sin alas, ¡monstruos!

Estamos en ese vaivén entre la supervivencia y el encanto del dolce far niente desde… la primera ameba… hasta hoy. Estamos entre el ser y la nada, que dijo Heidegger, y entre el ocio y el negocio. Quizá el ocio, como todo, se ha vuelto negocio y ya no es posible perder más tiempo. Yo acabo de hacerlo –otro moñaco cejijunto, como una Frida Kahlo primitiva– pero se ha quedado en los huesos, y en blanco y negro. El color es muy caro. Y el tiempo más.

Esa tensión es muy reciente, cuando alguien se puso a pintar en Altamira ya debía de ser un encargo, o sea, trabajo, y los colores aún serían más caros que estas pinturas de madera. Tampoco habría mucho tiempo, quizá de noche, pero había que descansar, dormir para estar fuerte en la dura jornada. Como ahora.

En las últimas décadas y en lugares desarrollados nos ha sobrado algo de tiempo para enredar, disfrutar sin mala conciencia ni premura… pero estas vacaciones se podrían estar acabando. O se acabaron ya. A Europa le han llegado ya muchos avisos, un abismo de avisos, para que vuelva a la tarea y deje el sofá. Se acabó la siesta y el streaming… a no ser que se pueda facturar por eso.

Hay que recoger las pinturas (excepto las de guerra) y despejar la mesa… desplegar los mapas, montar drones en la cocina, limpiar los refugios y sótanos de la última guerra. Despellejamos a las autoridades de la amuermada Unión Europea, y de cada país, pero cada cual ha de pensar en su parte de sacrificio.

Al menos el estrés ya lo teníamos muy desarrollado gracias a la precariedad, austeridad y agonía que venimos practicando desde 2008, así que, si esto sigue poniéndose furo, quizá lo único que hemos de hacer es cambiar el foco… en estrés y ansiedad ya estamos entrenados.

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