Publicado: abril 10, 2025, 11:30 pm
Durante poco más de una semanas, las veleidades de Donald Trump, imbuido de su creencia de emperador universal, propiciaron una desestabilización económica del mundo, una crisis sin precedentes en los mercados financieros de muchas decenas de países. El magnate estimuló de manera galopante la inflación y desencadenó una crisis internacional que reafirmó el miedo, ya existente, del estallido de una tercera guerra mundial.
Hasta el miércoles, cuando sin perder la sonrisa de verdadera burla, quizás pensando que es el ser humano más listo de la tierra, anunció cambios sustanciales en su decisión sobre aranceles urbi et orbi –con la excepción de China– y, en cuestión de minutos, los índices bursátiles, empezando por el de Wall Street, dieron un vuelco con escasos precedentes y pasaron a producir ganancias incalculables, especialmente para los multimillonarios próximos a los afines al despacho Oval.
Así, ayer los demócratas, que desde su derrota en las elecciones presidenciales de noviembre se mostraban aletargados, iniciaron su regreso a la oposición activa contra el magnate de la Casa Blanca demandando que se investiguen los posibles –y probables, añaden algunos analistas económicos– aprovechamientos del subidón que las bolsas de valores experimentaron el miércoles en cuestión de minutos. Los billones de diferentes monedas, especialmente de dólares, son incalculables. Algo fácil de explicar y entender.
Los magnates que se mueven en Washington en torno a Donald Trump se enteraron con varias horas de antelación del anuncio que preparaba el presidente, al que habían convencido antes de frenar el desastre causado por el aumento general de los aranceles, y tuvieron tiempo para comprar acciones hundidas para multiplicar las ganancias gracias a las subidas casi instantáneas de las cotizaciones. La conclusión es simple: ganar dinero trabajando es duro, hacerse millonario cerca de un poder sin escrúpulos, como el que emana del actual inquilino de la Casa Blanca, es más sencillo.
