Publicado: octubre 21, 2025, 4:30 am
El expresidente francés Nicolas Sarkozy ha entrado este martes por la mañana a la cárcel de La Santé para cumplir condena por un delito de asociación de malhechores tras haber aceptado dinero del tirano libio, Muamar el Gadafi , para financiar parte de su campaña electoral en 2007. Acontecimiento histórico y gran espectáculo, que su protagonista, Nicolas Sarkozy , resume de este modo: «Pensaban destruirme y hacerme desaparecer; y me han devuelto la vida, me han hecho renacer…». Acontecimiento histórico… el 25 de septiembre pasado, el Tribunal Correccional de París condenó a Sarkozy , expresidente de la República, a cinco años de cárcel firme, reconociéndolo culpable del delito de asociación de malhechores, entre el 2007 y 2012, aceptando que Muamar el Gadafi , el tirano libio, financiase parte de su campaña electoral del 2007. Antes de dirigirse a la cárcel de La Santé, Sarkozy difundió un texto muy personal donde hace estas afirmaciones: «En el momento que me dispongo a entrar en la cárcel mis pensamientos van para los franceses y franceses de todas las opiniones políticas. He sido condenado sin pruebas, según un documento cuya falsedad ha sido probada. No entra en la cárcel un antiguo presidente. Entra un inocente. Sufro una gran pena por Francia, humillada con la expresión de una venganza que lleva el odio a un nivel sin igual». Gran espectáculo… Veintiséis días después de su condena, la entrada de Sarkozy en la cárcel parisina de La Santé, inmortalizada por Pío Baroja hablando de anarquistas españoles, se convirtió la mañana del martes en un gran espectáculo con muchos flecos políticos, incluso empresariales. Desde las siete de la mañana, decenas de simpatizantes y decenas de gendarmes montaban guardia a la puerta del domicilio personal de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni . Días antes el ex presidente fue recibido en el Elíseo por Emmanuel Macron y celebró reuniones amistosas con buena parte de la elite política conservadora de las últimas décadas. Poco antes de las nueve de la mañana, la pareja Sarkozy – Bruni hizo su aparición en la puerta de su domicilio familiar. Estallaron vítores y gritos de solidaridad. Instalado en su automóvil presidencial, escoltado por una veintena de gendarmes, en moto, Sarkozy inició su travesía de París, para dirigirse a la presión de La Santé, donde lo esperaba una celda de nueve metros cuadrados, con teléfono personal. En la puerta de la cárcel y sus alrededores lo esperaban sus hijos, al frente de una multitud de simpatizantes y muchos amigos personales, políticos en su inmensa mayoría. Decenas de gendarmes armados montaron un «muro de seguridad», impidiendo que nadie se aproximase al ex presidente, que entro en la cárcel con un bolso de mano para sus prendas íntimas. Ya en la cárcel, algunos detenidos saludaban al ex presidente con gritos de este tipo: «¡Bienvenido Sarkozy!» !¡Estamos contigo, Sarko, estás en tu casa!». Los simpatizantes que han deseado acompañar a Sarkozy durante el más grave de sus procesos judiciales, son un reflejo sensible de una realidad profunda. A pesar de sus condenas judiciales, el ex presidente sigue contando con la estima de una cierta élite empresarial francesa, como político y como abogado de negocios muy bien remunerado. No sin cierta ironía lacónica, el ex presidente ha comentado esa realidad de ese modo: «La cárcel no es el fin de la historia». Los abogados de Sarkozy han presentado un recurso. Y esperan que el ex presidente pueda salir de la cárcel «con relativa rapidez». Cuestión de semanas o meses. Se trata de una esperanza aparentemente fundada, aspirando a una revisión de la sentencia que lo condenó a cinco años de cárcel. Sarkozy ha sido condenado en otras ocasiones. Y tiene otros procesos pendientes.